La guerra había comenzado de nuevo cobrando su primera víctima. Ahora no sólo dependía de ella el cambiar las cosas que están escritas, también él podía hacerlo.
Enfrentar todo para poder tener una vida tranquila de nuevo era lo que la familia Black...
❝A ti te llega a pasar algo, y a mí se me cae el mundo❞
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Nuevo Profesor, Viejos Recuerdos
Los días pasaron lo más normal que se podía en Hogwarts.
Las clases iban normales hasta cierto punto, porque ahora que Leo estaba ya en su quinto año sabía lo que había sufrido su primo el año pasado. Desde las primeras clases, los profesores, literalmente, los habían amenazado con lo que les esperaba para que al finalizar el año pudieran presentar sus TIMOS.
La clase de pociones con el nuevo maestro, estuvieron bien, notaban la enorme diferencia de Snape a Slughorn. Este nuevo profesor era un tanto más alegre y tomaba en cuenta la opinión de todos los alumnos sin importar de que casa fueran. Jack tuvo algunas complicaciones, pero con la ayuda de sus amigos pudo tener una excelente poción en la primera clase.
La clase de cuidado de criaturas mágicas estuvo divertida, conocer a los Bowtruckle, criatura que Astoria quería llevarse, pero Hagrid no la dejo. Cuando llegó la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, todos sentían curiosidad por saber cómo sería Snape en esa clase.
—¿Crees que nos enseñe algo de magia oscura? —preguntó Astoria viendo a su amigo pelinegro que estaba recargado en la pared. Todos los estudiantes que tomarían esa clase, estaban esperando a que Snape les diera permiso para entrar.
—Si es así, ya la tengo ganada —contestó Leo con cierta arrogancia.
—Presumido —murmuró Jack viéndolo a los ojos. Leo sonrió de lado y antes de que pudiera decir algo más, la puerta se abrió y Snape salió al pasillo.
—Adentro —ordenó sin más. Todos entraron y fueron tomando sus asientos, Jack y Leo se sentaron juntos, Astoria en el asiento de frente junto a otra de sus compañeras.
Todos observaron a su alrededor, la estancia ya se hallaba impregnada de la personalidad de Snape: pese a que había velas encendidas, tenía un aspecto más sombrío que de costumbre porque las cortinas estaban corridas. De las paredes colgaban unos cuadros nuevos, la mayoría de los cuales representaban sujetos que sufrían y exhibían tremendas heridas o partes del cuerpo extrañamente deformadas. Los alumnos se sentaron en silencio, contemplando aquellos misteriosos y truculentos cuadros.
—Bien, supongo que los demás profesores ya les han hablado sobre lo importante que es este año —comenzó a hablar Snape mientras caminaba hacia el frente del salón. Todos se mantuvieron en silencio, como era costumbre—. Si alguno de ustedes no alcanza los TIMOS suficientes, ni siquiera se molesten en presentarse en mi clase el siguiente año.
