La guerra había comenzado de nuevo cobrando su primera víctima. Ahora no sólo dependía de ella el cambiar las cosas que están escritas, también él podía hacerlo.
Enfrentar todo para poder tener una vida tranquila de nuevo era lo que la familia Black...
❝Sin importar en qué momento del día o de la noche sea, siempre debes de estar alerta❞
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Ataque Nocturno
Los días siguieron, tratando de ser lo más normales que pudiera ser. Emmily le había mencionado sobre la plática con Leo a Regulus y estaban viendo en qué momento podrían ir a Georgia para hablar con Marcos, solo esperaban a que él regresará del viaje de negocios que tenía.
Emmily y Regulus no mencionaron nada, querían que, si se hablaba del tema, fuera porque Leo quería hacerlo.
Habían ido a visitar a Monse y Remus, solo que la morena aún se negaba a salir de su habitación, y Emmily, después de llorar juntas, habló con ella, recordándole que tenía un hijo que la necesitaba y que debía ser fuerte por él.
Las cosas afuera tampoco es que fueran de lo mejor, ahora que ya todos en el mundo mágico decidieron creer que Lord Voldemort había regresado y que la paz que habían tenido estaba por terminarse pronto, comenzaron a retomar las viejas medidas de seguridad que habían implementado años antes para tratar de mantenerse a salvo, en especial aquellos que tenían familia muggle, como Lily, que pensó en ir con su hermana y ayudarla para mantenerse a salvo, cosa que terminó con una fuerte discusión entre ambas hermanas.
Regulus había tendió que ir al Ministerio para una "entrevista", donde querían asegurarse de que no volvería a las filas de los Mortifagos y seguir órdenes del mago tenebroso. Era absurdo, pero Regulus aseguró que no tenía pensado hacerlo, recordándoles que era un traidor para Voldemort y que, si lo veía, no dudaría en matarlo a él, a su esposa y, por ende, a sus hijos también. Cosa que esperaba que jamás pasara.
Las vacaciones continuaron tranquilas. Aunque la noticia de la desaparición de Olivander había alertado a los aurores y comenzado con su búsqueda, tarea que era casi inútil, al saber quién había causado la desaparición.
Aquella noche, después de un día agotador para la pequeña familia de cinco, cada quien estaba en su habitación, o bueno, casi todos, porque los mellizos se habían quedado dormidos en la habitación de su hermano mayor.
En cierto momento de la noche, Kaia despertó por un ruido que no supo si era en su mente o en la casa. Se quedó acostada sobre su espalda, viendo el techo y tratando de escuchar mejor, a su lado, su mellizo se movió, pues había escuchado el mismo ruido. Altair se sentó y se giró para ver a su hermana.
—¿Escuchaste eso? —murmuró el castaño frotándose los ojos. Kaia solo asintió y se sentó también.
Abrió la boca para decir algo, pero entonces escucharon «¿Estás seguro que los viste aquí?» «No me equivoco, es aquí» «sí, puedo sentirlo» Eran diferentes voces de diferentes hombres, trataron de concentrarse para escuchar más, pero les era imposible.