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2 de Septiembre de 1945

Camino a pasos rápido con la cámara de mi padre en la mano. La imagen que podría sacar seria un reportaje bastante importante para padre. Los tacones hacen mi actividad un poco complicada, algunos hombres que me cruzo por la calle me miran raro e incluso algunos sueltan algunas risas, los ignoro y atravieso la calle subiendo una cuesta lo mas rápido que puedo. En el trayecto tropiezo varias veces y me llevo algunos raspones en las manos al agarrarme de las paredes para girar mas rápido.
Si mi padre no hubiera celebrado tan entusiasmado su asenso bebiéndose toda la bodega, tal vez podría ir a sacar el mismo la foto, pero yo como la solterona de la familia tengo que ir en su lugar.

Clarisa ya esta comprometida, pero yo por el contrario prefería pasar mis tardes con el empleado de casa que interesarme por alguno de los posibles prometidos que padre invitaba a nuestro hogar. Incluso nuestro vecino, el que mi padre había insultado innumerables veces y mi madre solía visitar tanto, era mucho mas agradable que toda esa gente junta. Que su forma de conocerme era hablar con mi padre sobre empresas y me llamaban exagerada y otro tipo de cosas que me gustaría no mencionar,  cuando me levantaba de la mesa.

Al fin después de subir toda la cuesta y aferrarme a esa cámara durante todo el trayecto consigo llegar al mirador. Levanto un poco mi falda para que me deje mover mas las piernas y me subo a la barandilla de esta dejando mis tacones a un lado. Al oír los sonidos de los aviones a lo lejos comienzo a preparar la cámara y mantengo un punto fijo en el cielo decidida esperando con paciencia. Después de escuchar los aviones a mis espaldas y sentir prácticamente el aire que desprendían los logro ver pasando delante de mi, aprieto y saco la foto. 
Por culpa de su viento agarro mi falda y después veo como se alejan intentado estabilizarme. Sonrío al ver a los aviones alejarse y bajo de nuevo poniéndome los tacones. Doy las gracias al ver que no hay nadie mirando por el percance de mi falda y me apoyo en el mirador viendo el bullicio que hacen las personas celebrando, suspiro y suelto yo también un grito de felicidad. Al fin las segunda guerra mundial a finalizado.

- Nunca entenderé a los mundanos - me giro al escuchar una voz y acomodo mi corto pelo con cuidado.

- ¿A que se refiere? - con la cámara en mi mano miro nerviosa al hombre que tengo delante, el me mira confundido y mira incomodo su alrededor - ¿Se encuentra bien? - pregunto al notarlo perdido.

- ¿Puede verme? - se acerca a mi y doy un paso hacia atrás asustada. Chocando contra la roca del mirador - ¿Logra verme? - lo miro confundida y busco a alguien con la mirada, en caso de que tenga que pedir ayuda.

¿Estará loco? Por sus prendas no parece haber salido de un hospital psiquiátrico .

- Claro que logro verlo, señor - el vuelve a mirar hacia los lados y después me mira sorprendido. No se si de que puedo verlo o de que lo llame señor, cuando probablemente tengamos sobre la misma edad.

- ¿Quién es usted? - veo como se aferra a un arco y miro hacia tras viendo que no puedo echarme mas hacia atrás. A no ser de que quiera caerme al vacío.

- No veo adecuado decírselo - me abrazo a mi cámara, intentando taparme parte de mi cuerpo mientras espero que no sea un loco.

- Mi nombre es Alexander - me sonríe y se acerca, quedándose solo a unos pasos, haciendo que pueda observarlo a detalle  - Es su turno señorita - me sonrojo ligeramente cuando lo veo mirando hacia abajo, para mantener un contacto visual.

- Me llamo... - alguien lo llama y Alexander bufa mirando hacia atrás - Creo que lo llaman, Alexander.

- No crea que se me olvide - se aleja y se frena un momento se gira hacia mi y mira un reloj de bolsillo que tenia. Me lo enseña  - A la misma hora mañana, espero verla - ahogo una sonrisa, para no mostrar que sus palabras estén haciendo algún efecto en mi.

- No le puedo prometer nada - susurro casi hipnotizada por su carisma, veo como me sonríe y se aleja.

- No le puedo prometer nada - susurro casi hipnotizada por su carisma, veo como me sonríe y se aleja

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Volví a casa a paso lento recordando su rostro e inculco su voz. Todo era tan perfecto, incluso le había visto unos símbolos en los brazos por la camisa remangada. Subí a casa y deje con cuidado la cámara en el despacho de padre. Camine por la casa hasta mi cuarto me quite los tacones y me senté en la cama despacio para que los muelles no sonaran tanto, sonreí y pase mis manos por mi pelo, me tumbe en la cama deseando que fuera ya mañana.

Al dia siguiente volví a bajar por casa, llevaba un vestido y unos tacones parecidos al de el día anterior, pero esta vez le añadí un cinturón y no llevaba la cámara. Camine rápido con el tiempo justo al tener que darle explicaciones a mi padre y acaba accediendo ha hacer la compra a cambio de que me dejara salir rápido de casa.

Al llegar al mirador coloque mis brazos observando las vistas de la ciudad. Hasta que escuche su voz y me di la vuelta entusiasmada. Esta vez no llevaba un arco y también llevaba unas prendas parecidas, solo cambiaba el color. El se acerco con cuidado y me miro con una sonrisa.

- A tenido su día disponible por lo que veo - asiento mirándolo a los ojos, por extraño que pareciera trasmitía seguridad - ¿Me dirá su nombre hoy? - miro hacia otro lado mientras pienso en ello.

- Puede que lo haga - respondo sonriendo, aparto la mirada para agarrar unas monedas que me había dado madre para comprar - Tengo que hacer recados, si me acompaña tal vez se lo diga - Alexander sonrie en mi dirección.

-  No veo inconveniente - me cede el brazo y yo lo agarro con cuidado, pero acariciándolo con delicadeza en el proceso.

Paseamos un poco por la ciudad y espero detras mía con paciencia mientras elegia algunos productos. Después de la compra cargue una bolsa mientras que el me arrebato la otra para llevarla el. Me acompaño hasta mi casa y me devolvió la bolsa.

- Ha sido una mañana maravillosa - sonríe al escucharlo e intente irme, el me agarro el brazo y apoyo un pie para que no se cerrara la puerta del portal - ¿Su nombre, señorita? - lo mire por unos segundos sorprendida, por su intensidad en conocerme.

- Dasha - me sonríe de lado y me suelta yendo hacia atrás.

- Un nombre precioso - me mira unos segundo y después aparta la mirada - Espero verla de nuevo, Dasha.

- ¿En el lugar de siempre? - pegunto jugando con el agarre de las bolsas.

- La estaré esperando - veo desaparecer su rostro mientras se cierra la puerta y suspiro.

- Nos vemos mas tarde Alexander.

- Nos vemos mas tarde Alexander

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- 1262 palabras -

PD: Antes que nada, muchas gracias a todas las personas que están leyendo esta historia y votándola, esta cifra de lecturas es gracias a vosotros. Espero que os haya gustado la idea que tuve para hacer el especial y que no os disgustara.

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𝐒𝐡𝐚𝐝𝐨𝐰𝐡𝐮𝐧𝐭𝐞𝐫𝐬 𝐮𝐧𝐜𝐨𝐧𝐝𝐢𝐭𝐢𝐨𝐧𝐚𝐥 [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora