Sirvienta | 07

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Welcome peachie

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Welcome peachie

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El cuerpo de Olivia seguía temblando bajo sus sabanas, el corazón seguía martillando su pecho con un dolor que no desaparecía. No podía descansar en un lugar donde se sentía insegura e indefensa. Sus lágrimas de nuevo no tardaron en salir de sus ojos y rodear sus mejillas, sus pensamientos no la dejaban tranquila. 

Y se culpaba por no leer aquel contrato. 

No leer aquello parecía haberla metido en una clase de prisión donde el regente es el jaguar odioso que la persigue a cada instante sofocándola a ella misma con su propio aire. Aun así, la seguridad en su alcoba parecía haber incrementado, los hombres fuera de su puerta eran nuevos, parecía que la habían escuchado.

Pero no obstante, la culpa de saber que ella tuvo la estupidez de no leer bien un acuerdo con un soberano, uno que no es de confiar, la ha metido en un juego sucio donde no sabe qué paso dar para no ser acabada.

Subestimo tanto al felino que ahora la mantenía bajo llave en la habitación, la coneja había intentado escapar sin éxito alguno, ya que se dio cuenta de que siempre el felino estaría pasos adelantados a lo que ella hiciera.

En un instante en el que sus pensamientos solo le daban dolor de cabeza, comprendió que nadie más podría salvarla, solo ella. Y ella no podía escapar por su propia cuenta de la cadena que la mantenía atada al soberano, estaba perdida. Demasiado perdida en ese momento y con un dolor de cabeza que llegaba a estremecerla. Camino fuera de la cama, abrió una ventana para respirar un poco del ambiente sofocante que tenía y ahí logro relajarse. 

Mirar el amanecer la abrumo tanto, llevaba dos días metida en ese lugar por una salida que Dmitry tuvo en la cual mando a encerrar a la coneja para que no hubiera otro escape de su cuenta. 

Aun si escapara, Olivia entendía que no podría llegar lejos cuando todos desesperadamente le habían puesto un gran peso encima. 

Olivia no quería llegar a ser considerada una emperatriz, menos si eso dictaminaba que debía estar al lado del jaguar.

Los suaves naranjas de la coneja se concentraron en algo que vio, un poco lejos, pero que lograba distinguir. En un campo de entrenamiento cerca a la casa principal ahí estaba Dmitry entrenando a una hora muy temprana. Lo observo bien despejando su mente, aquel hombre se veía muy determinado en sus movimientos con la espada, parecía lleno de tranquilidad y paciencia.

La puerta de la habitación fue tocado distrayendo a Olivia que de inmediato cerro la ventana, se sintió nerviosa por un instante antes de escuchar como aquella puerta se abría. Una señora con un uniforme de servicio apareció por la gran puerta portando en sus manos una caja, la cual dejo en la mesa pequeña frente al sofá.

Dmitry (Bylsorm I) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora