Capítulo cincuenta y cinco - Una conejita fogosa

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Welcome peachie

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Welcome peachie

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𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚

Entrecerré mis ojos tomando la mano de Luxius quien me ayudaba a subir las escaleras, estas tres últimas semanas después del eclipse me he sentido muy cansada. Y me alegra un poco que Luxius esté aquí porque creo que estaría dormida en cualquier lugar, menos en la cama, como me encontró él en el comedor durmiendo después de haber comido.

— ¿No te duele nada? —niego—. ¿Estás segura?, siento que fue mala idea dejarte así —.

Vuelvo a negar con una risa, quisiera que fuera Dmitry quien estuviera en su lugar ayudándome pero una llamada de su trabajo lo hizo dejarme por un momento mientras desayunábamos y cuando Luxius llego primero del trabajo yo ya estaba en mi quinto descanso sentada en la silla del comedor. Mi cuerpo se siente distinto en esta última semana y solo me siento cómoda al dormir en brazos de Dmitry, uno que todavía no aparecer y me estoy comenzando a enojar por eso.

— ¡¿Qué la dejaste cómo?! —. Dmitry lo aparta de mí tomándolo del cuello, ¡por fin llego! Y estoy encantado con eso, pero por el momento me tiene irritada su actitud de macho Alfa y celoso que no soporta que otro hombre este a mi lado sin intención ampárente de nada.

— Entiendes mal, no he hecho nada malo, solo la cuido y ayudo —. 

Eso pareció empeorar los celos de Dmitry, ni siquiera un beso por llegar apenas, ayer ni siquiera apareció y me dijo que estaba ocupado. Recuerdo que se mantuvo en videollamada conmigo hasta que yo durmiera, eso fue lindo de su parte, antes nunca creería que él haría ese tipo de cosas.

Recargo mi brazo en el barandal de las escaleras con cansancio, creo es de tarde o es lo que comento Luxius en cuanto me despertó, me quiso cargar en sus brazos, pero me negué para que no fuera malinterpretada su intención. Algo que como quiera no pareció ayudar y me está desesperando ese hecho, quiero la atención de mi jaguar que solo quiere darle una paliza a su primo.

— Considero que no entiendes cuando te digo que te voy a matar si la tocas, ¿cuánto más tengo que decírtelo? —.

— Dulce, dile que no he hecho nada —. 

Ese apodo es lo último que Dmitry parecía querer escuchar porque le dio un golpe, lo detuve tomándolo de la muñeca y me miro notando mi cansancio como si estuviera a punto de caer en un sueño profundo o no fuera capaz de mantenerme de pie más.

— Corazón, ¿todo está bien? ¿Te hizo algo ese idiota? —me toma en sus brazos—. Si te hizo algo dilo, yo me encargo de hacerlo pedazos —.

— Me estaba llevando a la cama —lanzo una mirada furiosa al lobo—. Me quedé dormida en el comedor y solo él intentaba llevarme a dormir a la cama, le pedí ayuda porque no me siento con muchas energías como para subir las escaleras yo sola y tú no llegabas ¿dónde estabas?—.

Dmitry (Bylsorm I) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora