46 | una despedida

686 61 3
                                    

El funeral de Peggy se llevó a cabo en Londres y Steve estuvo acompañado por Freya y Sam. Aunque Freya tenía sus dudas de que sería un poco incómodo que Steve apareciera en el funeral con su nueva novia, él le había asegurado que la quería allí.

Freya y Sam se pusieron de pie cuando trajeron el ataúd, Steve ayudó a otros tres hombres a llevarlo al frente de la iglesia, y cuando se unió a ellos, se sentó y tomó la mano de Freya. Los dos escucharon al sacerdote decir su pieza, antes de pasarla a los amigos y familiares de Peggy.

—Y ahora me gustaría invitar a Sharon Carter a que venga y diga algunas palabras.

Aunque Freya había trabajado para S.H.I.E.L.D durante casi la mitad de su vida, su línea de trabajo logró sorprenderla. Cuando Sharon Carter subió al estrado, los ojos de Freya se abrieron cuando vio a la Agente Trece, la vecina de Steve en Washington D.C. Steve también se dio cuenta y respiró hondo.

Sharon miró a su alrededor—. Margaret Carter fue más conocida como una fundadora de S.H.I.E.L.D, pero yo la conocía como tía Peggy. Tenía una fotografía en su oficina, la tía Peggy junto a JFK. De niña me parecía algo genial. Pero era mucho para estar a la altura. Por eso nunca le dije a nadie que estábamos emparentadas. Una vez le pregunté cómo hacía para dominar la diplomacia y el espionaje en una época en que nadie quería ver a una mujer tener éxito en esos campos. Y ella dijo: comprometiéndote donde puedes. Pero donde no puedes, no lo hagas. Incluso si alguien te dice que algo malo es bueno. Incluso si todo el mundo te dice que cambies es tu deber plantarte como un árbol, mirarlos a los ojos y decirles: "No, cambia tú".

Una vez que Sharon hubo terminado, Steve se puso de pie para decir su parte. Freya se acercó al lado de Sam, observando cómo Steve subía al podio y se aclaraba la garganta. Él y Freya habían discutido lo que iba a decir, y cuando Freya le dijo que hablara con el corazón, realmente lo decía en serio. Sabía que Steve todavía amaba a Peggy, y sabía que siempre tendría un lugar en su corazón, y no estaba dispuesta a interponerse en el camino de él para expresarlo por última vez.

—Cuando conocí a Peggy, yo era un chico flacucho de Brooklyn que intentaba hacer mi parte por mi país —dijo Steve—. No era nada. Pero Peggy vio algo en mí que nadie más vio hasta que me convertí en el Capitán América. Cuando digo que Peggy fue la primera mujer que amé, es verdad. Era tan fuerte y tan valiente que no tenía miedo de hacer valer su posición en un trabajo en el que la juzgaban constantemente. Cuando me descongelé, no pensé que volvería a ver a Peggy Carter. Pero tuve suerte, y ella todavía estaba aquí. Ella fue la última pieza de mi antigua vida, y estuve muy agradecido de que pudiera vivir su vida al máximo. Ella siempre será la primer mujer que amé. Solo lamento no haber podido pasar más tiempo con ella.

Steve agradeció antes de bajar del podio. Se reunió con Sam y Freya, la última de las cuales tomó su mano y la apretó tranquilizadoramente—. Ella habría estado orgullosa de ti.

—Lo siento —dijo Steve, mirando a Freya—. Eso no fue justo para ti.

—Steve —susurró Freya—. Pase lo que pase, sé que amas a Peggy. Ella era parte de tu origen, y sé que perderla te dolió. Nunca voy a juzgarte por cómo te sientes, ¿de acuerdo?

—Te amo —dijo Steve suavemente.

—Sé que lo haces —respondió Freya—. Por eso no estoy preocupada.

Más tarde, Steve y Freya se pararon en el pasillo, la iglesia ahora vacía después de que toda la gente se fue.

Steve suspiró—. Luego de descongelarme, pensé que todos los que conocía estaban muertos. Luego supe que ella estaba viva. Tuve suerte de tenerla.

—Ella también te tenía a ti —le dijo Freya, mientras recibía una actualización de Natasha y revisaba su teléfono—. Maldita sea.

—¿Quién más firmó? —preguntó Steve.

Freya leyó de la lista que Natasha le envió—. Tony, Rhodey, Vision.

—¿Clint? —preguntó Steve.

Freya sonrió—. Dijo que se retira.

—¿Wanda?

—A determinar —respondió Freya—. Nat dice que puede pasar a recogernos.

—No puedo firmarlo —dijo Steve en voz baja.

Freya asintió—. Entiendo. Yo tampoco estoy de acuerdo con eso. Quiero decir, ¿qué pasará conmigo? Ya es bastante malo que tengan armas que pueden inhabilitar mis poderes —bajó la mirada hacia su tobillo, recordando el monitor de tobillo que Tony había logrado quitar—. Dudo que estén bien conmigo simplemente caminando.

—No dejaré que te toquen —dijo Steve—. Te lo prometo.

Freya asintió, dando un paso adelante para abrazar a Steve—. Lamento que esto haya sucedido.

—Lo sé —dijo Steve—. Yo también.

—Se siente como si todo hubiera salido mal repentinamente —respondió Freya, mientras Steve besaba la parte superior de su cabeza—. ¿Qué vamos a hacer?

—No quebrarnos bajo presión —respondió Steve—. No importa cuánta presión se nos ponga.

Y, en perspectiva, Steve no se dio cuenta exactamente de cuánta presión estarían bajo, especialmente después de que la reunión de las Naciones Unidas fuera bombardeada por un terrorista, siendo dicho terrorista el único e inigualable James Buchanan Barnes. Fue entonces cuando Steve se dio cuenta de que estaba en una carrera contra el tiempo para demostrar la inocencia de Bucky y salvar a su mejor amigo de un arresto injusto.

Freya prometió quedarse a su lado y, después de un viaje a Viena para ver cómo estaba Natasha, Sharon Carter les dio información clasificada sobre el paradero de Bucky, y tanto Sam como Freya se negaron a dejar que Steve fuera solo.

Con solo la palabra de Sharon de que su información era correcta, el trío partió en busca del Soldado del Invierno, sin darse cuenta de los problemas en los que estaban a punto de meterse.

GRAVITY | Steve Rogers ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora