GRAVITY | Steve Rogers ²

38 | la visión

Steve regresó con Wanda y Pietro Maximoff.

Cuando Clint y Freya vieron a Pietro parado sobre ellos en el laboratorio, Clint se apresuró a agarrar el arma de Freya que estaba atada a su muslo y disparar al techo de vidrio.

—¡Pietro! —exclamó Wanda cuando el vidrio se rompió y Pietro cayó frente a Clint y Freya.

—¿Qué? ¿No lo viste venir? —preguntó Clint con una sonrisa.

Freya saltó y voló hacia el laboratorio, aterrizando justo cuando Steve lanzó su escudo, enviándolo rebotando en las paredes. Tony llamó a su traje y le disparó a Steve en el pecho mientras que Bruce agarró a Wanda.

—¡Basta! —gritó Freya cuando Tony y Steve corrieron el uno al otro solo para ser arrojados hacia atrás.

Freya ignoró el dolor que se disparó a través de su pierna mientras tropezaba con Steve, arrodillándose a su lado mientras Tony se levantaba. Thor apareció en la habitación y saltó sobre el Arca, convocando rayos con su martillo.

—¡ESPERA! —gritó Bruce cuando Thor golpeó el Arca.

Steve y Freya se pusieron de pie cuando la iluminación desapareció, observando mientras el Arca se abría repentinamente y una figura saltaba. Steve agarró a Freya instintivamente, protegiéndola con su cuerpo mientras miraban al hombre que acababa de aparecer.

Se puso de pie y miró a su alrededor, los ojos finalmente aterrizaronn en Thor. Cuando lo vio, le disparó, solo para ser arrojado a través de la pared de vidrio. Fue enviado a volar por la sala de estar, donde Lyanna y Athena estaban sentadas.

Athena puso de pie, mirando confundida—. ¿Qué demonios es eso?

Thor y Steve siguieron al hombre cuando Freya saltó para pararse junto a Athena y Lyanna, con la intención de protegerlas si las cosas salían mal. El resto del equipo se unió a ellos, mirando al hombre mientras aterrizaba junto a Thor.

—Lo siento —dijo el hombre—. Eso fue... extraño. Gracias.

—Thor —dijo Steve mientras el hombre creaba una capa para sí mismo—. ¿Ayudaste a crearlo?

—Tuve una visión —dijo Thor—. Un remolino absorvía toda esperanza. En el centro, está eso.

Thor señaló la brillante gema en la frente del hombre.

Bruce dio un paso adelante—. ¿La gema?

—Es la Gema de la Mente —dijo Thor—. Una de las seis Gemas del Infinito. Es la más poderosa del universo, la de mayor fuerza destructiva.

—¿Por qué la traerías aquí? —preguntó Steve.

—Porque Stark tiene razón —respondió Thor.

—Sin dudas es el fin del mundo —dijo Athena.

—Los Vengadores no pueden con Ultrón —dijo Thor.

—Solos no —respondió al hombre.

—¿Por qué tu Visión suena como Jarvis? —preguntó Steve.

—Reconfiguramos la matriz de Jarvis para crear algo nuevo —respondió Tony.

—Ya vi demasiadas novedades —dijo Steve.

—¿Crees que soy hijo de Ultrón? —preguntó Vision.

—¿No lo eres? —preguntó Freya.

—No soy Ultrón —respondió Vision—. No soy Jarvis, soy... existo.

—Me metí en tu mente y vi aniquilació —dijo Wanda dando un paso adelante.

—Vuelve a ver —dijo Vision.

—Su aprobación no significa nada para mí —dijo Clint.

—Para mi tampoco —agregó Freya, recordando la visión que había tenido.

—Sus poderes, los horrores en nuestras mentes y hasta Ultrón, vinieron de la Gema de la Mente —explicó Thor—. No son nada en comparación con lo que puede desatar. Pero de nuestro lado...

—¿Lo está? —preguntó Steve, y luego giró para mirar a Vision—. ¿Lo estás? ¿Estás de nuestro lado?

—No es tan simple —dijo Vision.

—Será mejor que lo hagas simple pronto —dijo Clint.

—Estoy del lado de la vida —dijo Vision—. Ultrón no. Él acabará con todo.

—¿Qué está esperando? —preguntó Tony.

—A ti —respondió Vision.

—¿Dónde? —preguntó Bruce.

—Sokovia —respondió Clint.

—Allí tiene a Nat —agregó Freya—. Y no ustedes, pero con esa razón me basta ir.

—Si nos equivocamos contigo —dijo Bruce acercándose hacia Vision—... si eres el monstruo que Ultrón quería...

—¿Qué harás? —preguntó Vision, y cuando nadie respondió, él continuó—: No quiero matar a Ultrón. Es único y sufre. Pero ese dolor afectará a la Tierra. Así que hay que destruirlo a él y a todas las formas que creó, cada rastro de su presencia en la red. Hay que actuar ya. Solo podemos hacerlo juntos. Quizá sea un monstruo. Creo que no me daría cuenta si lo fuera. No soy como ustedes y no soy lo que querían. Tal vez no haya modo de ganarme su confianza. Pero debemos irnos.

Vision levantó el martillo de Thor y todos se detuvieron. Athena levantó las cejas con asombro—. Bueno, mira eso —luego miró a Tony—. ¿Qué se siente, sabelotodo?

Tony miró a su esposa cuando Vision le devolvió el martillo a Thor—. Bien —caminó hacia Tony dándolo en palmadita en el hombro—. Bien hecho.

—Tres minutos —dijo Steve—. Tomen lo que necesiten.

Freya se dirigió a su habitación para ponerse su traje de repuesto, habiendo entregado el otro a Athena para que lo reparen. Agarró su arma y la ató a su muslo, junto con la otra que siempre llevaba. Su confiable cinturón se abrochó alrededor de su cintura, y cuando regresó a la sala de estar, se dirigió a Steve, Tony y Bruce.

—No hay forma de que todos sobrevivamos —decía Tony—. Si queda solo un soldadito de plomo, ya perdimos. Habrá sangre en el piso.

—No tengo planes para mañana —dijo Steve.

—Al grandote déjenmelo a mí —dijo Tony—. Está esperando a Iron Man.

—Es verdad —dijo Vision mientras pasaba—. Eres al quien más odia.

Athena se unió a ellos y se rió—. ¿Quién no odia a Tony?

—Oye —protestó Tony—. Soy un tipo adorable, y lo prueba el hecho de que sigues conmigo.

—Sí, eres adorable. De lo contrario, no me habría casado.

Bruce se fue para darles un momento a los dos, y Steve y Freya se alejaron juntos.

—¿Estás segura de que estás lista para esto?

Freya asintió—. Sí, mi pierna ni siquiera duele.

—¿Estás segura? —preguntó Steve.

—Sí —respondió Freya—. Entonces, ¿no tienes planes mañana? ¿Quieres cambiar eso?

—Depende de lo que tengas en mente —respondió Steve.

—Mini golf —dijo Freya—. Porque dijiste que nunca has jugado y sé que hay un nuevo lugar en el centro al que podríamos ir.

—Suena como un plan —dijo Steve—. Espero que vivamos.

—Sí, deberíamos —dijo Freya—. Ven aquí, soldado.

Ella agarró el cuello de Steve y lo besó. Se había convertido en tradición que compartieran un beso antes de una misión.

—Vamos a salvar el mundo —susurró Freya—. Otra vez.