CAPÍTULO 5

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Dedicado a mi amiga Virginia L.

Pasado

Owen Crasworg:

Las montañas en el estado de Montana son cada vez más enormes mientras vamos recorriendo la autopista 65. La zona más boscosa y alejada de la civilización dentro del estado. Un lugar donde lo único visible son los árboles enormes, verdosos, y espesos. Un mundo totalmente alejado a mi hogar en Connecticut.

—¿Es lindo verdad? —la voz de mi madre me hizo quitar la vista de la ventanilla para verla sentada en el lugar del copiloto—. Esta cabaña fue comprada por tus abuelos cuando yo era muy chica. Aquí me traían cada vez que perdía a Dios de mi corazón.

—Despejarme de la sociedad no hará que cambie nada de lo que soy —confesé molesto, y de inmediato una regañina de mi padre se hizo audible.

—No digas eso Owen —el tono fuerte de mi padre me hizo ahogar mis siguientes palabras—. Apenas tienes diecisiete, eres un gran chico y estás muy guapo. Tal vez, luego del viaje, cuando volvamos a la iglesia te enamores de una buena chica.

—Les recuerdo que decidí no casarme con nadie de la iglesia —reclamé—. Ya tengo mi novia.

—Esa chica es una repudiada —expresó molesta e indignada la mujer a la que debo llamar madre—. Sabes que Selena...

—Mamá, ella fue como tu hija hasta hace un par de meses.

—¡Las cosas cambian! —concluyó. Eso creó un incómodo silencio dentro sel auto, y luego ví como mi padre llevo su mano hasta las de ellas. La apoyaba.

—Tienes razón —confesé tan pronto como me recompuse—. No pienso volver a la iglesia.

El silencio me demostró que estaban cansados de objetar contra mí. Honestamente yo también lo estuve y no repliqué o busqué que discutieran. Eso es lo horrible de tener padres religiosos: te intentan encerrar en jaulas con paradigmas morales que no te permiten disfrutar tu vida.

En el auto se escucha solo el sonido de la emisora religiosa de Connecticut que tanto les encanta. La misma que maneja el sacerdote de nuestro grupo. Es horrible oírlo, ya que extrañamente el camino se hace más largo de lo esperado.

—¿Podríamos escuchar otra emisora? —pregunté con dirección a mi padre—. Digo, al menos me merezco media hora de normalidad antes de ser convencido a ser de ustedes.

—Owen... —mi madre diría algo, pero un ademán de mi padre la detuvo.

Entre ambos, siempre tuve una mejor relación con él.

Mi padre extendió su mano hasta la perilla del radio y comenzó a girarla. Él conocía una emisora donde acostumbran a colocar música actual y para nada obscena. Supuse que buscaba eso durante unos minutos, hasta que se detuvo tras notar que todas las emisoras emiten la misma noticia.

“Luego de la amenaza del continente europeo contra los Estados Unidos de América, y la alianza entre Japón y China con Rusia, la mandataria de estados, la presidenta Amelia Castella, decidió enviar un ataque de capacidad biológica a sus enemigos —el locutor pausó—. Se avisa a toda la población mundial que estamos en alerta roja. Repito: estamos en alerta roja..."

—Patrick —mi madre susurró antes de pasar su mirada por mi y luego por mi padre.

Noté que ambos habían empalidecido.

“En todas las zonas del mundo se ha expandido una bacteria llamada Venasump-8. Una bacteria que causa un efecto violento dentro de tu cuerpo al atacar directamente a tu sistema nervioso. Puedes suicidarte o tener la necesidad de hacer daño a los demás como principales síntomas —la voz del locutor se pasó a una más preocupada—. Se desconoce la forma de contagio o de transmisión. Pero se recomienda no salir y despejarse. Mantenerse en cuarentena... Cuiden...”

TRILOGY: VENASUMPWhere stories live. Discover now