Capítulo 5

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Pasado

Owen Crasworg:

Placer.

El dolor, la tristeza, el temor, la felicidad... Todo iba desapareciendo, menos el placer.

Estar contaminado solo te hacía sentir con más potencia cada uno de los placeres que a tu cuerpo sensibilizaran, y solo te motivas a querer más y más hasta que el deseo se vuelve un insaciable e incontrolable deseo que solo te pide repetir.

Primero fué el sexo.

Katherin siempre fué lo perfecto para mí. Me daba todo lo que necesitaba para complacerme, desde la mejor forma de practicarme sexo oral, hasta darme los mejores brincos sobre mi pene. Sin embargo, faltaba algo en mí. Existía algo que desconocía hasta que probé con Ethan.

Siempre imaginé que el practicar sexo anal era de chicos homosexuales, pero, el placer que me da eso, me satisface a tonalidades indescriptibles para cualquier tipo de sociedad. No era algo que en ningún momento había vivido con una chica, y que, aunque intenté recrear con Katherin al pedirle introducir objetos por mi ano, no lograba satisfacer de la misma manera.

Entonces decidí ir con algo más real.

La primera vez que tuve sexo con Joseph fué en uno de los baños de la ciudadela. Los chicos estaban elaborando sus obligaciones matutinas mientras a nosotros dos nos tocó arreglar una cañería de los baños comunales de la ciudad, el cual se había convertido en nuestro principal dispensario de agua.

Todo empezó entre chiste un poco salidos de tono de mi parte y un extraño toqueteo que no iban a corde a las bromas. Joseph no era estúpido y entendió de inmediato todas las señales que le lanzaba.

A poco menos de diez minutos de haber entrado ya ambos estábamos desnudos, besándonos pegados a una pared mientras la mano de cada uno masturbaba al otro.

Bajó toda nuestra ropa, era increíble ver como los cambios tras la incubación de la bacteria en nosotros había echo efecto.

La piel de un contaminado pasivo parecía reseca y se va desgarrando en líneas sin sentidos que hacen ver como si la piel llevase años sin tocar el agua, y por más que la humedescas se mantiene igual.

Las líneas negras se le sumaban, y cada mínima herida parecía desarrollar un tipo de cangrina que ni siquiera eras capaz de sentir. Los colores asemejan a los putrefactos si no están en constante toque con el sol, haciendo que la moralidad tenga un paso por delante de la sintomatología.

Para este momento, las líneas negras ya hacen parte de nuestros cuellos, mandíbulas, piernas, pies, manos y brazos. Y un punto en el esternón interceptan esas líneas. De verdad es como si poco a poco tu cuerpo se va pudriendo por más que sigues vivo.

Fuera de eso, ambos manteniamos las mismas características y les juro que no los importó en lo más mínimo eso.

Ese baño fué la cuna de nuestros besos, las mordidas y los chupones que quedaron marcados para siempre en mi cuerpo. El juguetear de sus dedos dentro de mi trasero, y la forma de su lengua de jugar con mis pectorales. Fué único sentir la sensación tan profunda en la que Joseph me penetró...

Sin embargo, quería más.

Semana y media había pasado hasta que por fin conviví en soledad con Jules en los campos de sembradíos. Altos matorrales, caminos de árboles, terrenos de flores. El asiático habia logrado crear hermosos lugares, confesándose que en Corea su padre era dueño de una tienda de plantas ornamentales.

Con él, el jugueteo fue más difícil ya que hasta ese momento Jules jamás había probado tener sexo con un chico. Sin embargo, luego de mucho insistir, se atrevió a dejarme intentar.

TRILOGY: VENASUMPWhere stories live. Discover now