Capítulo 33

774 88 9
                                    

Una gran tormenta golpeaba de manera colosal al reino Karasuno

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una gran tormenta golpeaba de manera colosal al reino Karasuno. Truenos y relampagos destellan con potencia en la capital del reino.

Otro trueno resuena, causando que Koshi Sugawara despierte.

El tercer consejero real se incorpora en su lecho y enciende la vela que se encuentra a su lado sobre una mesita. Suda frío y jadea ante el susto que le provocó aquel trueno.

Nunca le ha gustado estar solo durante los días de tormenta. Desde que era niño, desarrolló ese trauma sin explicación alguna, y hasta el día de hoy no sabe la razón.

El joven beta abraza sus piernas tratando de controlarse y mira cómo los truenos encendían aún más aquella noche.

De repente, la vela se apaga. Trata de encenderla otra vez, pero otro trueno suena de manera escandalosa en el cielo, lo cual causa que Koshi de un respingo.

Rápidamente logra encender la vela y vuelve a dirigir su mirada a la gran ventana que se encontraba más adelante en su habitación. Estaba abierta.

Gracias a la luz de la vela, logra ver una presencia extraña. Koshi queda paralizado en su lecho, no puede hablar, no puede moverse, el miedo lo tenía controlado. Esa presencia se ocultaba bajo una capa negra, la cual estaba empapada y las gotas de agua caían sobre el suelo. Era una persona de baja estatura, no parecía que tuviera algún arma –pero bajo esa capa era casi imposible saberlo–, portaba botas negras y cubría su rostro con la capa.

—¿Q-quién eres? —pregunta Sugawara muy asustado. No sabe cómo las palabras salieron de su boca.

La persona deja al descubierto su rostro. Sugawara ensancha sus ojos de la sorpresa de verlo a él. A Shoyo Hinata.

—¿Qué haces aquí? —pregunta confundido.

Shoyo saca de debajo de su capa una espada, esta resplandece debido a la luz de la vela y causa mayor miedo en Sugawara.

—Daichi Sawamura arruinó mi vida, asesinó a mi bebé y no tuvo un castigo justo —espetó Shoyo de manera calmada —. El escapó, y no sé dónde está.

La voz del joven omega era aterradora. Koshi no pudo articular ninguna palabra en respuesta, se sentía tan culpable y miserable, que no se atrevía a contradecirlo.

Tenía toda la razón.

—Pero si algo te pasa... —Hinata alza la espada, apunta vacía Sugawara —... estoy seguro de que él vendrá de inmediato.

De repente, Shoyo corre en dirección a Koshi, reafirma el agarre de su espada y salta para caer encima del consejero real, quien no pudo moverse a tiempo. La espada estaba a milímetros de cortar el cuello del beta.

—Todo fue tu culpa, si no hubieras detenido a Tobio aquella vez, si hubieras detenido a tu querido alfa, si hubieras hecho un mayor esfuerzo, ¡¡nada de esto habría pasado!!, ¡¡no habría perdido a mi bebé!!

Mi Amado Rey | KageHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora