MIN YOONGI.
Los pasillos de establecimiento ya estaban desiertos. Yoongi caminaba por el medio, con la mirada fija en sus zapatos. Se mantenía alejado de los grandes ventanales y la luz solar terriblemente amarilla que se reflejaba en el suelo. Su enfado por lo que había sugerido la maestra suplente seguía palpitando en su sien. Su mente iba recorriendo espacios muy lejanos al presente, en los que no quería pensar, hasta que una voz familiar llamó su atención.
-- ¡Yoongi-hyung! ¡Hola!
El nombrado alzó la vista. Mentiría si dijera que lo primero que captó su atención fue el muchacho y no la silla de ruedas en la que estaba. El menor se acercó un poco a Yoongi, maniobrando la silla como si fuera lo más sencillo del mundo; una extensión de sí mismo.
-- Hola, Jungkook ¿Qué tal?
Ese chico era una de las únicas personas con las que Yoongi conversaba a propósito. Podía decir que era lo más parecido que tenía a un ¿amigo? Tal vez un conocido que le caía bien el 80% del tiempo. Sí. Eso... Era bastante.
-- Bien -- declaró Jungkook tranquilo, cerrando un bolsillo de la mochila negra que tenía en sus faldas. -- En realidad, hice un nuevo amigo.
-- ¿Lo esperas?
-- Sí -- sonrió. -- ¿Qué tal el equipo?
-- No es lo mismo sin ti -- dijo Yoongi con honestidad. La mayoría de las personas con las que intercambiaba una que otra palabra eran del equipo de baloncesto. Jungkook se acababa de unir el verano pasado. Nadie creía que volviera a jugar. -- Han insiste en que nadie toque tu casillero.
-- Waw. No es como si estuviera muerto. -- rio el menor, aunque había cierta tristeza en el gesto, como en todo lo que hacía. Guardó silencio un momento y luego volvió a hablar, sosteniendo una sonrisa tímida. -- Voy a volver a jugar, hyung.
Yoongi sonrió levemente también. Quiso decirle algo, pero su mente se quedó en blanco.
Jungkook era un chico callado, amable y tranquilo. Su nombre había comenzado a resonar a partir de su ausencia por más de un mes. Y su regreso había estado en boca de todos cuando apareció en silla de ruedas. Todos especulaban lo que le habría pasado pero nadie tenía la primicia. Aunque parecía algo serio, porque nadie se atrevía a preguntarle directamente. La primera semana de su regreso, el silencio y la tristeza de Jungkook se sentía con sólo mirarlo de lejos. La gente que intentaba animarlo se rendía al rato. Parecía un envoltorio del muchacho que antes había estado en ese cuerpo.
A ratos, Yoongi se sentía mal por no haber intentado acercarse a él en ese entonces. Pero, de cierta forma, entendía que el chico quería darse un tiempo. Y eso, al parecer, había resultado en algo remotamente positivo. Ahora Jungkook se veía tranquilo, casi contento, como si nada. Era admirable lo rápido que el muchacho había vuelto a parecerse a él mismo. De estar en su lugar, Yoongi sólo tendría deseos de morirse.
Platicaron de un par de cosas sin importancia hasta que el nuevo amigo de Jungkook apareció. Yoongi lo reconoció al instante. Era el nuevo.
-- Perdón por tardar, Jungkook-ssi -- se disculpó, aun acercándose, mientras guardaba un nuevo montón de papeles en un par de folders. No parecía tan torpe como en la mañana. Tenía un acento al hablar un tanto marcado.
-- Descuida -- contestó Jungkook. -- Oh, ehm... Él el Yoongi-hyung. Está en el equipo de baloncesto -- los presentó Jungkook -- Hyung, él es Jimin. Es nuevo aquí. Viene de Busán.
El nuevo alzó la mirada y sonrió con cortesía. Parecía un tanto cohibido. Intercambiaron un saludo algo incómodo. Ahora que Yoongi lo tenía en frente, lo escaeó un poco con la mirada. Su piel perlada lucía perfecta. Sus labios rosas eran un tanto gruesos y su cabello era de un tono castaño claro. Un clásico niño bonito. Además, era delgado y tenía un porte extraño que lo hacía ver elegante. No llevaba una mochila sino un bolso, como maletín, lleno de pines coloridos.
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Y, mientras tanto, pienso en ti [Yoonmin]
FanfictionDejó el piano como una herida abierta. Desolado, Yoongi intenta sobrellevar sus últimos años de secundaria sin pensar en los terrores del pasado. Juega baloncesto, habla poco, duerme menos. Sus sueños, opacados por terribles pesadillas, ya no le imp...