... nieva

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Min Yoongi

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Busán los recibió con una nevada. Salieron de las instalaciones del metro con el conglomerado de pasajeros, sin hablar demasiado. Yoongi se sentía igual que siempre. Como en una parte de Seúl que no conocía del todo bien. Nunca había sido bueno para apreciar lo que la gente amaba de los viajes o de cambiar de entornos, en general. Sólo quería llegar a un destino donde refugiarse del frío y dormir.

Sin embargo, era imposible no contagiarse siquiera un poquito del entusiasmo de Jimin.

-- Bienvenido a mi hogar, a.k.a. la mejor cuidad del mundo -- dijo, con los brazos extendidos hacia el panorama y una amplia sonrisa que achicaba su mirada.

Yoongi respondió con una sonrisa, negando con la cabeza y ahorrándose el comentario sarcástico qué tenía en mente. Siguió a Jimin por el estacionamiento, atento a un auto chato azul en el cuál iban a pasar por ellos. Se quedarían en casa de la tía paterna de Jimin. Mujer que había sido descrita como distraída y despreocupada... lo suficiente como para apoyar a sus sobrinos a cambiar los planes de viaje armados por su madre.

Yoongi divisó el dichoso auto, pero cuando se lo iba a comentar a Jimin, una mujer bastante alta, de rasgos caucásicos y largo cabello rubio, vestida con un abrigo morado, se acercó primero.

-- ¡Ahí está mi muchacho! -- exclamó atrapado a Jimin en un estrecho abrazo, hasta levantarlo del suelo. Tenía una voz un tanto grave y una cadencia en su acento delataba que el coreano no era su lengua materna. -- ¿Por qué creces tan rápido, eh, Jiminie? Estás ligero como una hoja de papel.

-- Debo ser ligero, tía -- contestó Jimin con una risita, cuando volvió al suelo. -- Te ves bien...

Yoongi, que había dado unos pocos pasos aparte de la escena, se sentía un poco fuera de lugar en la pequeña conversación de saludo. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había conocido a la familia de alguien. Saludar a la madre de Jungkook a muchos metros de distancia no contaba. Comenzó a preguntarse si se veía presentable...

De pronto, simplemente escuchó que la mujer le hablaba directamente.

-- Es un gusto. Bienvenido. Jiminie habla mucho de ti.

El aludido, asumió que había perdido el hilo justo cuando Jimin los había presentado y, luego de pequeñas formalidades, masculló:

-- Igualmente... un gusto...

La mujer sonrió muy amable, sin mostrar los dientes. El brillo rosa con el que tenía pintados los labios brillaba ligeramente, dándole más vida al gesto.

-- Bueno, muchachos, vamos al auto o vamos a quedar cubiertos de nieve.

El trayecto fue menos estresante de lo que Yoongi pensaba. No hubo un interrogatorio hacia su persona. La mujer preguntaba cosas al aire, a ambos. Aunque, a un inicio, solamente Jimin respondía, Yoongi no tardó en unirse a la conversación que giraba un poco en el clima de Seúl, en sus clases y en su amistad con Jimin.

Al llegar al apartamento, una gran bola de pelos gris se acercó a ellos. Comenzó a olfarear a Yoongi y a ladrarle.

-- ¡Koya! -- reclamó la mujer apartando al husky de la entrada, reclamándole en un marcado y bonito francés para que se moviera.

Jimin sonrió y saludó al can mientras este era llevado lejos por su dueña.

-- Perdón, Koya está programada en francés -- bromeó la tía de Jimin al volver sin su compañera -- Iba a cuidarla una amiga pero me canceló de último minuto. La dejé en una habitación pero se pone ansiosa cuando está sola mucho rato y se da maneras para abrir puertas...

Y, mientras tanto, pienso en ti  [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora