... hazme compañía

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JUNG HOSEOK

El bullicio del salón era increíblemente estresante. Los ojos de Hoseok pasaban por la misma línea una y otra vez. Comenzaba a dolerle la cabeza. Debía memorizar todo eso para el examen. Pero no parecía obtener significado alguno de lo que estaba leyendo. Sólo eran signos y signos impresos en un papel. Interminables.

La campana tocó y Hoseok trató de apresurarse en salir de ahí. Tal vez podría terminar de concentrarse ya en su habitación, con sus confiables audífonos canceladores de ruido. Sin embargo, fue retenido por el maestro. Tomó la actitud más animada que pudo y puso toda su atención en lo que pedía el maestro. Era parte de sus obligaciones, como delegado del Centro Estudiantil, ser mediador para el Consejo. Además, si quería mantener su puesto como alumno modelo, no solo sus calificaciones, sino sus actitudes e intenciones de ayudar debían ser altas.

Pero ¿desde cuándo le importaba todo eso? Hoseok trató de apartar esa duda intrusa de su cabeza y volvió a concentrarse en la conversación. Apuntó lo que propondría en la reunión del miércoles de la siguiente semana, junto a los requerimientos del maestro y sugirió algunas cosas...  De repente tenía el deseo de apartarse de todo. Llevaba mucho tiempo haciendo eso. Años. Varios años. Estaba algo cansado. Siempre se ofrecía para todo. Desde el día que había levantado la mano en una sala llena de niños perdidos y abandonados de variadas edades... en el orfanato. Tal vez era su forma de ganarse un puesto desde el cual pudieran reconocerlo como Jung Hoseok y no como otro niño sin hogar...

No, no era eso. Él lo hacía de buena voluntad. Le gustaba ayudar y ser parte de la organización. Además, ya tenía un hogar ¿no?

Salió del aula negando con la cabeza. ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué rememoraba cosas y se ponía a sí mismo en duda cuando estaba tan ocupado? Tal vez sí era cansancio. Caminó rápidamente y bajó las escaleras casi sin tocar los escalones, por la velocidad a la que iba. Tenía un par de horas para terminar de estudiar Historia y Biología. Luego debía volver, pasar por el Centro de estudiantes para vigilar que todo fuera viento en popa, ir al ensayo de danza, intercambiar apuntes con Yeon-soo y volver a estudiar. Tal vez podía estudiar con ella. Sería más llevadero.

Enlistaba las cosas que debía hacer en su cabeza cuando, ya casi al final de las escaleras, trastabilló y perdió el equilibrio. Se aferró de la barandilla para no caer como si su vida dependiera de eso. Vio unas pequeñas luces en zigzag por unos segundos y se mantuvo quieto hasta que ese efecto se detuviera. Se extrañó, pero lo dejó pasar y siguió su camino.

Salió del edificio y cruzó el estacionamiento hasta la camioneta negra a la que estaba ya acostumbrado. Puso su mejor sonrisa para conversar con la señora Kim de camino a casa. Sin embargo, cuando entró al auto se sorprendió de encontrar a Seokjin dentro.

-- Wah ¿Qué haces aquí?

-- También me alegra verte, Hobito -- sonrió el mayor.

-- No, no... Pensé que tenías clases. -- aclaró con una risa algo nerviosa.

-- Tengo. Cierto. Como en una hora. Pero quise pasar por ti -- dijo, tranquilo, poniendo el auto en marcha. -- Y los turnos de mamá se alargaron hoy. ¿Qué tal te fue?

-- Bien. Aunque todo está algo acelerado por los finales y eso...

Ambos comenzaron a conversar. Era divertido, contrastar lo que cada quien había vivido en los últimos años de la misma secundaria. Especialmente porque Jin también había sido buen estudiante pero destacaba mucho más en lo extracurricular. Tenía cientos de historias divertidas. Sin embargo, por muy a gusto que estaba en la conversación, Hobi seguía sin poder consentarse del todo. A ratos se perdía y tenía que preguntar de qué estaban hablando. El dolor de cabeza se había vuelto pulsatil y más fuerte.

Y, mientras tanto, pienso en ti  [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora