Epílogo. (3)

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Liver aceptó cumplir la extraña solicitud de Carsein, mientras investigaba respecto a los efectos secundarios de un nexo humano.

Zen y Chang Xue recibieron la noticia, después de dos días de estar en reposo. Siendo excesivamente predecible el comportamiento que ambos tomaron.

Zen tuvo que pasar otro día en cama debido al desmayo de una fuerte noticia.

Chang Xue abrazó con fuerza a Carsein, felicitándolo con anticipación.

Y Jieun, ella... prefería fingir ignorancia con respecto a ello, era demasiado bizarro para tomarlo con seriedad.

Obviamente el único que conocía la verdad detrás de esa absurda declaración era el mismo Carsein. Después de todo, él también podía tener sus secretos.

Sin haber recibido respuesta de Jieun o Carsein, Chang Xue entregó la medicina al otro, luego de que Jieun terminara de comer la nueva avena que Carsein trajo para ella, esta vez dejando que comiera sola.

Con un solo bostezó y tallando sus ojos, Chang Xue se recostó en un espacio sobrante de la cama de Jieun, sonrió y probablemente ronroneo al sentir un suave masaje entre sus cabellos, lentamente fue quedándose dormido.

Jieun dejó su mano acariciando el cabello de Chang Xue, le resultaba enternecedora la manera en que dormía, como un pequeño minino.

—¿Ha estado durmiendo contigo?

La voz de Carsein hizo que retirara su mano y girara a verlo.

—¿Disculpa? —Dijo Jieun.

Carsein aclaró su garganta, señalando con su índice a Chang Xue.

—No ha estado durmiendo en la tienda donde me quedo con el algodón rosado, desde hace cuatro o cinco días y la cama está más grande que cuando yo la ocupaba.

—Haces preguntas absurdas. ¿Sabes? —Volvió a cepillar el cabello de Chang Xue —Él puede dormir donde quiera y Liver se queda aquí también. Su cama esta allá. —Señaló con su cabeza al otro lado de la tienda por donde antes estaba la fogata interior.

Carsein exhaló, rascando detrás de su cabeza. No era precisamente por cuestionar el lugar elegido de descanso de Chang Xue, sino que cuestionaba el lugar mismo que eligió.

Con pesadez, dijo: —De verdad no lo entiendes.

—¿No entiendo que cosa? —Jieun empezaba a encontrar repulsiva la nueva actitud de Carsein. Cruzó ambos brazos sobre su pecho y elevó su barbilla. —Explícate.

Solo para ella misma admitirá su ignorancia con respecto al Imperio y sus costumbres, luego de su segunda vida, aprendió a moderar pocas pautas de su comportamiento, acercándose al modelo de una dama aristocrática, desgraciadamente carecía de la elegancia innata de Aristia.

La única cosa que nunca podría soportar, es que intentaran burlarse a costa suya aprovechándose de su misma ignorancia.

Carsein, que estaba sumido en sus propios pensamientos, paso por alto, la expresión molesta de Jieun.

—¿Qué edad tienes? —Preguntó.

—¿Mi edad? —Repitió ella.

—Si. —Dijo Carsein, sin agregar nada más.

Tal seriedad y misterio proveniente de Carsein le enfurecían y guiaban a pensar que era un intentó para burlarse de ella. Consideraba justo una o dos bromas al día, pero acusarla de poseer una capacidad de razonamiento deficiente era otra.

Sin amor - Ruta alterna CarseinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora