Capítulo 17. Dejar el pasado atrás. (1)

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Las decisiones en su vida jamás han sido fáciles o toda decisión tomada en un mundo que prácticamente la ha odiado desde que su pie toco tierra y sus ojos se abrieron, conduciéndola a una muerte patética, el encierro, a la supervivencia constante y la venganza sin razón. Ahora, todo lo que ha sacrificado en esta tercera oportunidad se deshacía entre sus dedos, cuales granos de arena.

Y mientras la desesperanza la consumía días después de estar rodeada de tres particulares extranjeros, esperando a que Carsein recuperara su salud y consciencia, Liver llegó con una noticia y provisiones, al vender sus medicamentos herbales y amuletos a los pueblos lejos del campamento.

Fue una noticia particularmente sorprendente y aterradora de escuchar.

Tanto Carsein y ella se declararon oficialmente muertos por un grupo de asesinos contratados anónimamente y días después del anuncio, un grupo de plebeyos intentó una guerra civil en la Capital Imperial. La revuelta fue exitosamente controlada, los criminales apresados y castigados, sin embargo, muchos criticaban los medios empleados del Emperador, culpándolo de la muerte del segundo hijo del Duque así como la muerte de la niña bendecida de Dios.

Ella definitivamente no estaba muerta y Carsein vivió para contarlo. Entonces... ¿Qué se supone que haría en tal situación?

Además de la culpabilidad de ocasionar indirectamente la muerte de inocentes. Negó, aunque le doliera necesitaba ser firme en su resolución, a fin de cuentas, nunca les pidió lealtad ni obediencia a esas personas, si ellos deseaban creer en ella, se debía a su propia desesperanza por el templo de Vita. Se lamentaba de su sacrificio, pero no podía cargar con sus muertes, ella ya no, quería vivir libremente de las ataduras.

Le dolía usar de forma tan egoísta esas muertes injustas, serian la llave final de su nuevo mañana.

Y así...

Días después, habló con Liver, confesándole la verdad, o parte de ella, absteniéndose de ciertos matices, se concentró en lo primordial, donde ella era un simple objeto del que pretendía disponer un hombre ruin que solo ansiaba el poder de la corona imperial, su intervención en algunos eventos y que consiguió salvar al padre de la única que sería la Emperatriz. Llevándolos al momento presente, que fue sacada de la Capital con el fin de disfrutar de unas tranquilas vacaciones, a fin de cuentas, a penas sabia suficiente de política y administración para entender los conceptos básicos y generales.

—No deberías confiar en los extraños, tan fácil. —Le advirtió Liver. Jieun asintió sonriendo de lado.

—Lo sé. Arriesgarme es todo lo que me queda, si no, nunca podrá despedirme de estas cadenas en mis tobillos.

Liver suspiró, pasando una mano por entre su cabello.

— ¿Y qué quieres que haga?, obviamente nosotros carecemos de dinero, poder o esas cosas que presumen los de mayor rango por estas tierras.

—Información.

— ¿Ah?

—Solo necesito un poco de información.

Liver dudó, mordiendo su labio inferior y frunciendo el entrecejo. Existía una manera de hacer lo que ella pedía, pero era arriesgado, el más ínfimo desliz y sus presencias además de ser reconocidas pasarían a ser eliminadas como herejes que van contra el Dios en que creen las personas de dicho país.

—Por favor. —Imploró Jieun, inclinando la cabeza.

Desde la perspectiva en que Liver lo viera, apuntaba a ser la peor de las ideas, especialmente con su sensible corazón cayendo por una joven que ha experimentado circunstancias hostiles y complicadas. El que siguiera tan cuerda como para elegir que hacer a continuación, le daba una señal de que tan fuerte era su espíritu de lucha.

Sin amor - Ruta alterna CarseinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora