Extra 12. Reunión con el Emperador. (6)

130 13 4
                                    

***

Es costumbre que las damas escriban diarios donde resguardar pensamiento profundos, sentimientos prohibidos y secretos valiosos. En pocas ocasiones los caballeros se toman el tiempo de redactar sus memorias, salvo los eruditos o soldados dispuestos en las líneas defensivas durante un combate.

Sea cual sea el objetivo o la principal razón de su creación, es un registro constante de los acontecimientos más importantes en la vida de cada individuó y si por casualidad llegase a manos de otros, serán ellos quienes juzguen el valor de su escrito, sin embargo, para el dueño es un preciado cofre del tesoro.

Esa fue la reflexión a la cual Anwar de Rass llegó tras terminar de escribir los últimos hechos suscitados en su residencia familiar cuando era solo un niño con una mente repleta de fantasías y sueños, alimentas por una dotación constante de historias heroicos que tenían como principal protagonista a un hombre considerado muerto, ahora sabe la verdad o en parte, conoce las causas que lo orillaron a ocultarse en la sombra de un Reino desconocido. Y si él mismo lo reflexionaba metódicamente, hubiera tomada una elección parecida. Con tal de proteger a quienes se ama sincera y verdaderamente, no existe sacrifico pequeño, incluso si eso causara el sufrimiento de otros, asumirá el riesgo.

—¡Hermano!

—Nia. —Respondió un joven de cabellos rojizos envestido con un elegante traje. —¿Cuántas veces te he dicho que toques a mi puerta antes de entrar? —Su tono encapsulaba una clara reprimenda, la cual, fue ignorada deliberadamente por la jovencita de cabellos rubios rizados que llegaba a la mitad de su espalda y con dos brillantes ojos azules le sonreía al abrazarle.

—¿Ya terminaste de arreglarte? —Preguntó, desviando el tema. Ella destellaba como una joya pura. —Recuerda que tenemos que estar a tiempo en el palacio imperial.

—Sí. Sí. Me lo has dicho casi cien veces. —Un suspiró escapo de sus labios al ver que su enérgica hermana no pensaba desistir hasta obtener lo que quería. Cerró su diario de registro y lo coloco nuevamente entre los muchos libros de su escritorio. Finalmente su joven hermana menor cedió en soltarlo, dando vueltas por la habitación y aterrizando sin una pisca de vergüenza en la cama, arrugando las colchas y sabanas, además de arrojar unas cuantas almohadas al suelo.

—Date prisa. No quiero llegar tarde.

—Solo necesito un segundo.

—¡Valeeeeee! —Entono manteniendo la gran sonrisa en sus labios.

—Es la primera vez que te veo tan emocionada por asistir a un evento de la familia imperial. —Dijo él, buscando su corbata y quitándose el chaleco para sustituirlo por el de gala y el saco a juego. — ¿Hay alguien especial a quien esperas encontrar?

—¿He?

—Quiero decir, estas en la edad justa para interesarte en cosas como el romance o formalizar una relación matrimonial. No es que me moleste o algo así. —Se corrigió rápidamente al recordar las batallas campales y absurdas en que sus primos se metían cada vez que hablaban de sus progenitores. Él jamás se portaría de la misma manera con su hermana o su madre.

Nia que se había quedado extrañamente callada lo miraba con sus grandes ojos azules y una mueca de disgusto. Ella cruzo los brazos sobre su pecho, frunciendo su entrecejo. Le recordaba a un pequeño cachorro malhumorado.

—Hermano. Abstente de decir tales tonterías. ¿Comprometerme? Ni de broma. ¡Yo iré mucho más alto! —Salto fuera de la cama, con una mano hacia el cielo y la otra apoyada en su cintura. —¡Me convertiré en la Capitán del Tercer Escuadrón al servicio de la familia Verita!

Sin amor - Ruta alterna CarseinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora