Extra 9. Reunión con el Emperador. (3)

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Miradas fijas, todas igualmente curiosas, alertas y un poco asustadas, sosteniendo la respiración desde sus posiciones ocultas en los aparentes puntos ciegos de los pasillos. Si fuese su yo de hace <algunos> años, estaría esforzándose por contener las lágrimas, fingiendo sonrisas agradables, buscando una salida, llenándose de dudas por la carencia de información y el extraño escenario ante sus ojos. Pensaría que se trata de algún sueño producido por los resúmenes diarios de las diversas novelas leídas por su hermana menor Jisoo.

Contuvo una risa. Las narraciones hechas por los autores no hacían justicia a la exquisitez del diseño arquitectónico de los edificios, la belleza de las mujeres, la galanura de los hombres, los distintos sirvientes atendiendo sus necesidades en un chasquido, la división clara entre clases, los preciosos vestidos y trajes coloridos decorados con joyas de inmensurable valor y rareza. Era suficiente para hacer girar varias veces las cabezas de cualquier autor que se dignara a llamar experto en la ambientación de época antigua europea. Y su cordura se iría por los cielos al conocer aquello llamado <milagro> únicamente en las historias de fantasía o ciencia ficción. Un ser omnipresente que hace consciente su existencia a la humanidad, otorgando insignificante favoritismo que se traducen en el poder de curar cualquier mal o dolencia, haciéndolos figuras de enorme autoridad y respeto.

¿Qué pensaría esos mismos autores si la conocieran a ella?

Una vez, una típica chica de 17 años, cursando la preparatoria con las únicas preocupaciones de una vida rutinaria y mundana. Cumplir sus deberes escolares enorgulleciendo a su madre, teniendo ocasionales charlas con su padre para convencerlo de comprarle algo de nueva ropa y discutir por las tardes cuando su hermana menor osaba en invadir la privacidad de su habitación para hablarle de otra de esas novelas de época antigua europea combinado con magia y cuentos de hadas. Se convirtió en la elegida por ese ser omnipresente para gobernar toda una tierra, al lado de un completo desconocido y convertirlo en los años más prósperos y ricos en su basta historia.

Obviamente ciertas preguntas serían planteadas.

¿Qué clase de habilidad posee?

¿Es un genio?

¿Domina a la perfección las relaciones sociales?

¿Se adapta a la situación con facilidad?

¿Despreciaba su antigua vida?

¿Sus recuerdos fueron bloqueados?

¿Una vida pasada?

¿Un obsequio por sus buenas acciones?

Cada una de esas justificaciones venia acompañada por una motivación diferente para cumplir el mismo objetivo. Convertirse en la mejor monarca que pudiera, apreciando a aquellos cercanos, amando con todo su ser y viviendo con orgullo sin dejar caer su cabeza.

Pero...

¿A dónde iba el resto?

Sólo se tomaba en cuenta el noble propósito, la gran misión encomendada en una sola persona y el valor de su existencia sobre muchos otros.

¿Qué ocurría con lo que pensaba? ¿O sentía? ¿Y su familia? ¿Acaso se preocuparon por el drástico cambio de una sociedad a otra tras pasar los primeros 17 años de su vida rodeada de la modernidad, las leyes democráticas, los derechos humanos, el pensamiento individual y responsabilidades divididas por su edad?

Simplemente lo supusieron. Crearon tales gigantescas expectativas ciegas que al momento de conocer la auténtica cara de la moneda se sintieron decepcionados. No relucía cómo el oro, estaba sucia y ennegrecida cómo el bronce que pasa de mano en mano durante el intercambio comercial de los ciudadanos de baja cuna.

Sin amor - Ruta alterna CarseinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora