09.El Nintendo DS rosado

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—Y-Ya no puedo... -gimió agotada-.

Kim Suni, estaba tirada en el piso de su recámara sobre un tapate de yoga que había encontrado escondido en el armario de Iseul. El poliéster y la goma estaban gastados, algo así como roídos por ratones o cucarachas, pero nada de eso, simplemente era que la goma se estaba desintegrando de los tantos años que llevaba ahí arrumbado. Significaba ser que nadie de la familia, en mucho tiempo había tomado ese tapete.

Que Iseul, se había clavado tanto en el trabajo que ni una flor de loto hacía.

Últimamente, la niña estaba muy centrada en cambiar su apariencia física. Y con lo primero que inició fue por escribirse una rutina de ejercicio en una hojita rosa de "hello Kitty", nada fuera de lo común, pero con el solo hecho de escribir las repeticiones, se cansó al imaginarse todo lo que tenía que realizar. Más ponía todo su esfuerzo por hacerlo, e iba mejorando, pues el primer día, hizo las abdominales en la cama, para el cuarto día, creyó que era mejor hacerlas en el suelo.

—C-Cinco más... -alargó la "s" y pensó que era una total hipócrita al darse ánimos y al segundo pensar que era ridícula-.

Su cama estaba tendida y sus peluches bien acomodados, decía que, para un buen cambio, tenía que iniciar desde lo más básico. Así como hacerse una buena rutina de skincare coreano y hacer ejercicio antes del almuerzo. Era la cuarta semana de las vacaciones de verano cuando decidió crear todos estos nuevos hábitos, sin embargo, a pesar de que todo sonara muy fácil y sencillo, la realidad es que existía una traba enorme, que no le ayudaba mucho.

Su madre, quien a veces le hacía comentarios a su persona que, aunque no tenía la intención de ser grosera con ella, a la menor la avergonzaban. Como el día en que dejó por un lado la carne extra que le había servido, Suni había dicho que estaba satisfecha y que no apetecía llevarse ni un bocado más a la boca, entonces Iseul le dijo lo siguiente; "Ni creas que voy a dejar que comiences con esas dietas".

La pequeña intentaba ahuyentar todas esas dietas de la cabeza, porque no quería caer en una obsesión, estaba convencida que esa no era la salida, y eso mismo fue lo que deseó gritarle a su madre. Porque ella desconocía todo el trabajo que le costaba, o como la vez en que la cachó lavando sus zapatos en el lavadero trasero, frotaba el jabón sobre la tela vigorosamente y le hizo sentir que ni para eso era buena.

Ayer cuando fue a la cocina para buscar un poco de arroz para preparar una crema blanqueadora, la atrapó y se mordió las mejillas interiores malhumorada, pensó que la estaba espiando y que le gustaba reprimirla. "Hija, ¿acaso tienes novio?, ¿o porque de pronto te untas tantas cosas en la cara?". En ese preciso momento, devolvió el arroz a la alacena y salió de la cocina sin responder a sus insinuaciones.

Ese día, algo en ella cambió. Pues se puso a reflexionar las palabras de su propia mamá. Suni se había puesto una meta a lograr, la cual era sentirse cómoda consigo misma, y de por medio, iban incluidas las mascarillas, los ejercicios y las buenas costumbres. No podía engañarse, y este gran cambio era por poder ser interesante para alguien en especial, no obstante, reconocía que ella era prioridad.

Llegó a una conclusión; "Mamá está mal, debería ser bonita para mi primero".... Pero no estaba segura de contradecirla, por lo que calló aquel análisis y siguió permitiendo sus regaños de bajita mano.

Por otro lado, se encontraba Taehyung. El hermano del cual esperaba recibir una mano para por lo menos mejorar en sus rutinas, pero nunca estaba en casa, y se resignaba a pasearse por su habitación vacía. Soñaba con que una tarde después de la comida, le ofreciera ir por un helado y que se convirtiera en su nuevo mejor amigo hombre en el que sí podría confiar. ¿Era mucho querer pasar un tiempo con su hermano? ¿Cómo antes de que ella entrara a la adolescencia?

Mi pequeña acosadora | JJK (+15)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora