Ocho

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Pero no iba a dejarse llevar por la admiración. Naruto observó una
expresión de pena en sus ojos. No obstante tampoco se dejaría llevar por ella, no mostraría ninguna debilidad. Tenía demasiadas cosas que decirle.

Sakura lo besó en la boca levemente ante la atenta mirada de la enfermera. Eso sorprendió a Naruto que, automáticamente, respondió. Le devolvió el beso. No hubo presión, el contacto fue ligero y duró una fracción
de segundo. Pero dejó en Naruto una indeleble y dulce impresión. Al apartarse, ella pareció sorprendida.

Sakura Haruno había sido siempre tan fría, tan reservada... Así que, ¿qué estaba ocurriendo? Bueno, ella lo había besado. ¿Y qué? Naruto sabía que jamás habría sido ni la mitad de valiente de no haber estado él atado de pies y manos. Literalmente hablando. Con un brazo escayolado, y el otro
inmovilizado con la aguja intravenosa...

—Tu mujer consiguió que viniera un especialista de otra ciudad en plena noche —comentó Ino, admirada ante tanto romanticismo— ¡Y en Noche Vieja!

—Apuesto a que sí —respondió Naruto con sarcasmo.
Sakura le dirigió una mirada helada. Los Haruno eran ricos, tenían conexiones. Ella podía conseguir lo que quisiera, lo cual resaltaba aún más las
diferencias entre los dos.

—Bueno, los dejo solos, tortolitos —sonrió Ino— Sólo se permiten visitas cortas. Los dos necesitan descansar. Tu mujer no se ha apartado de tu lado un segundo.
Otra vez. Su mujer. Y Sakura no lo negaba.

Tras marcharse Ino, los dos tortolitos se miraron el uno al otro. Quizá debiera estar agradecido, pero no lo estaba. Naruto se sentía atrapado. Como cuando estaba en la cárcel por un crimen que no había cometido.

—Bien, Sakura,acabemos con esto de una vez.¿Qué ocurre aquí?
—Ya sé que debe resultarte muy confuso, pero, por favor, no te enfades —rogó ella, extremadamente incómoda.

—¿Te extraña? —gritó él— A ver, ¿qué es todo eso de mi esposa?
—Hay una explicación lógica.
—Entonces explícate.

Sakura se metió las manos en los bolsillos. Su actitud era reposada, pero Naruto no se iba a dejar engañar. Ella se aclaró la garganta y contestó:

—No sé qué recordarás del trayecto en helicóptero, pero estabas terriblemente herido y alguien tenía que acompañarte.
—¿Por qué?

—Bueno, porque no podías ir solo. Y como sólo permiten que suba la familia al helicóptero, les dije que era tu mujer —respondió Sakura haciendo caso omiso de las exclamaciones intempestivas de Naruto y continuando— Era
el único modo. Luego, al llegar al hospital, sencillamente la situación se me
fue de las manos.

Naruto no lo comprendía. O bien su mente no funcionaba, o bien Sakura decía tonterías. Pero el tema debía quedar perfectamente claro.
—Entonces... ¿les dijiste que estábamos casados?

—En realidad al llegar aquí ni siquiera dije nada, todo el mundo supuso que lo estábamos.
—¿Y tú dejaste que lo creyeran?

—Pues... sí —suspiró Sakura.
—¿Y eso es todo? —siguió preguntando Naruto, alzando una ceja.

—Mmm —murmuró ella. —Firmé tu solicitud de ingreso.
—Así que dejaste constancia por escrito —concluyó Naruto, respirando hondo y preguntándose a qué jugaba Sakura—¿Cómo conseguiste engañar a
todo el hospital?

—Nadie me preguntó nada —contestó ella—. En realidad no tuve
elección. El médico iba a operarte. Se negaba a descartar la posibilidad de amputarte la pierna, así que le dejé pensar que era tu mujer, y finalmente accedió a esperar a que viniera un especialista de otra ciudad. Tú me pediste que te salvara la pierna, y eso he hecho. Era la única forma de hacerlo.

—¿Diciendo que estamos casados? —insistió Naruto, incrédulo.
—Exacto, no había otro modo —aseguró ella acaloradamente— ¿Por
qué otra razón crees que haría todo ésto?

—Sí, ¿por qué otra razón, si no? Tienes a Neji Hyuuga loco por ti.
—Él no tiene ningún derecho sobre mí.
—Pues se comporta como si lo tuviera. Cuando se entere de esto, se va a poner furioso.

—No veo por qué tiene que enterarse —contestó Sakura—Al fin y al cabo, sólo he hecho lo que creía necesario. Y aunque se entere, seguro que lo comprende cuando le explique las circunstancias.

Naruto no estaba tan seguro. Si ella era su novia, él no se mostraría tan comprensivo.
—Entonces es que es tonto.
—¿Sólo porque confía en mí?
—Tú lo has dicho, no yo.

—Así no vamos a ninguna parte —suspiró Sakura. No sabía qué más decir.
Por supuesto, no había una explicación lógica para lo que había hecho.
Debía haber perdido la cabeza. ¿Cómo podía haber dicho que era su esposa?

Estar en la misma habitación que él era como entrar en la jaula del tigre. A pesar de estar débil y herido, Naruto seguía siendo una amenaza.

Sus ojos celestes, por lo general remotos e indiferentes, la miraban con ardor, alarmándola y acelerándole los latidos del corazón. Y algo aún peor.

—¿Se te ha ocurrido pensar que quizá yo no mereciera la pena? Quizá hubieras debido dejarme tirado en la montaña.
—¡No digas eso! —exclamó ella— ¡Ni se te ocurra pensar una cosa
así! Me he tomado muchas molestias, así que no me vengas ahora con ésas.

—Está bien —rió Naruto, sorprendido ante su vehemencia—. Pero puede que un día te arrepientas.
¿Era una promesa, o una amenaza? Ambos se miraron a los ojos. Sakura rompió el tenso silencio.

—De todos modos es una situación temporal hasta que me vaya a casa.
—Bien.
Naruto se alegraba de que fuera algo temporal, y eso le dolía. Aunque no tenía sentido.

—Hasta entonces, decir la verdad en el hospital no va a servir sino para
hacernos a todos sentirnos violentos —continuó Sakura— Por eso creo que deberíamos seguir fingiendo por ahora.

—¿Y cómo pretendes que lo hagamos?
—Podrías empezar por llamarme Sakura.
—Bueno, supongo que con eso bastará. Espero que la noticia no se
extienda.

—Eso espero —respondió ella.
Su madre ni siquiera aprobaba a Neji. ¿Qué demonios pensaría de Naruto?

—¿Necesitas algo?
—Sí, hielo picado —asintió él—. La enfermera dijo que iba a traérmelo, pero se le debe haber olvidado.

Sakura encontró la máquina de hielo en la cocina de empleados, y llenó un vaso de plástico. No tardó demasiado.
Naruto tenía los ojos cerrados cuando volvió a entrar. Figurándose que estaba dormido, dejó el vaso al borde de la mesilla, cerca de él. Le sorprendió ver que abría los ojos y decía:

—Gracias.
—Le prometí a la enfermera que no estaría mucho tiempo, así que me voy —dijo ella, nerviosa y ansiosa por escapar— Te dejo el hielo.

—Bien.
—Tengo que registrarme en un hotel. Vendré luego a ver si estás bien.
—No te tomes demasiadas molestias por mí —se burló él.

Finjiendo ~NaruSaku ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora