Treinta Y Ocho

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—No, nada, sólo necesito descansar.
Sakura lo ayudó a subir a su dormitorio y dejó la puerta entornada para
que le llegara el calor de la chimenea. Naruto se dejó caer en la cama.
—Creo que voy a acostarme.

Sakura le tendió el pijama y salió para dejarlo desnudarse. Al volver, él se había puesto sólo los pantalones. Su pecho desnudo era muy masculino, tenía mucho vello negro y anchos hombros.

Sakura trató de apartar la vista, pero no pudo. Él se incorporó en la cama cuando ella le tendió un analgésico y un vaso de agua.
—Gracias —dijo él, tragándose la pastilla y devolviéndole el vaso.

Naruto se rascaba la cicatriz de la pierna y hacía una mueca. Sakura comenzó a hacerle un masaje, diciendo:
—He visto a Ino hacer esto cientos de veces.
Se arrodilló ante él y trató de aliviarle el dolor.

A pesar de sus esfuerzos, el músculo seguía tenso.
—Sakura... —gruñó Naruto— ¡Ya basta! —añadió, agarrando su mano.

—Pero te duele mucho, relájate y deja que...
—¡No quiero tu ayuda! —la interrumpió él.
Por un largo instante, Sakura se quedó mirándolo. Naruto la miraba con expresión obstinada. ¿Cuándo aprendería? Se preguntó ella.

—Lo siento —se disculpó Sakura.
Naruto notó el momento exacto en que ella se alejaba de él, fingiendo
indiferencia a pesar de estar dolida. Detestaba que hiciera eso.

Sakura no podía ocultarle nada. No era una persona fría, no era la señorita Sakura. Era todo corazón, espíritu puro. Y lo demás era puro camuflaje. Pero él tampoco podía ocultarle nada.

—¿Es que no sabes que estás jugando con fuego? No es que no me guste que me toques, es que me gusta demasiado —dijo él.
Sakura se ruborizó intensamente.

—Claro, tienes razón —contestó ella, tratando de ser razonable— Es un error, no debería haber venido sin avisar. Me voy a casa.

—Ahora ya es demasiado tarde — dijo él, agarrando su mano y tirando de ella — No puedo dejarte marchar — añadió Naruto, tragando — No en medio de esta tormenta de nieve.

Sakura se resistió, tratando de soltarse.
—Pero seguro que están limpiando las carreteras...
—¿Es que vas a obligarme a salir de la cama y perseguirte? —preguntó Naruto, soltando una carcajada.

—No puedes —dijo ella, abriendo los ojos inmensamente.
—No apuestes —sonrió él, tirando de su mano hasta hacerla caer sobre él. Naruto alcanzó su cintura y la tumbó a su lado.
—¡Oh, Naruto! —susurró ella.

—Esto me resulta familiar. ¿Hemos estado así antes?
—Me tumbé contigo y te abracé cuando tenías fiebre —confesó Sakura.
—Lo recuerdo. Me diste tu calor.
—Estabas delirando, me llamabas Gran.

—¿En serio?
—Mmm... —murmuró ella.
—Te he echado de menos una barbaridad desde que estoy en casa — confesó él.
—Y yo a ti, por eso vine.

De pronto no importaba la razón por la que ella estaba allí. Estaba en
sus brazos. Naruto la besó, haciéndola callar y silenciando todas sus preguntas. Un beso, eso era todo lo que pretendía.

Pero entonces ella acarició sus
cabellos y se arqueó contra él. Y suspiró cuando el beso se prolongó.

Sakura respondía sin poder evitarlo. Lo sintió rodar por la cama, llevándosela con él hasta acabar encima de
él. Naruto se apoyó en un codo y la miró, sonriendo. Y comenzó a desabrocharle los botones del jersey, soltándolos uno a uno.

Naruto sonrió al ver que llevaba otro de cuello alto debajo. Y ropa interior térmica. Sakura se ruborizó. Jadeaba cuando él rozó el borde de encaje de su sujetador. Naruto siempre había imaginado que toda su piel sería como seda.

La exploró, acariciando su pezón y sintiéndolo tensarse. De pronto se le antojó que Sskura llevaba demasiada ropa. Se la quitó lentamente, excitándose.

Ella estaba radiante, espléndida en su desnudez a la luz de las velas. Suave, femenina, sentía sus pechos sobre el torso. La tocara donde la tocara, estaba suave, cálida y húmeda.

Naruto alargó la pierna para meterla entre las de ella. El movimiento le
hizo daño, pero se aguantó. Sakura deslizó las manos por sus caderas, quitándole el resto de la ropa.
—Naruto, te quiero —susurró ella con ojos brillantes y prometedores.

— Sakura, te necesito. ¿Estás segura?
—¿Y tú? —preguntó a su vez ella con los ojos nublados.
—Yo te lo he preguntado primero —rió él.

Era ridículo echarse a reír en la cama. O discutir. Hacer el amor... ¿cómo se las arreglaba ella para que todo le pareciera tan sencillo? Ojalá la hubiera conocido cuando aún era joven y estúpido y estaba lleno de sueños...

Otro pinchazo de dolor. Su visión se nubló. Finalmente todo estuvo
confuso, y Naruto sacudió la cabeza. Sskura seguía allí. No era un sueño. Naruto la besó en la boca largamente y exploró su dulzura. No bastaba con un beso.

Jamás bastaría. La tormenta arreció fuera. El viento sopló, buscando una rendija por donde colarse. Y la nieve siguió cayendo blanca y pura sobre la casa de piedra, aislando a los amantes del resto del mundo. Nada existía excepto la
magia surgida entre los dos. Sencillamente Naruto no sabía qué palabras decirle.

Finjiendo ~NaruSaku ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora