Diesciseis

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—No nos conocemos, pero yo la he visto a usted por aquí —la saludó Sakura.
—Ah, sí, me acuerdo —sonrió la mujer—. Me llamo Karin. Mi hijo
tuvo un accidente en la nieve. Tiene diecisiete años, se llama Theo. Se hirió en la cabeza —suspiró Karin— El médico dice que se recuperará, es optimista.

—Seguro que sí —contestó Sakura, apartando la vista— ¡Qué color tan
bonito! —añadió, señalando la lana.
—Sí, ¿verdad? Hacer punto me relaja. Te lo recomiendo si vas a
quedarte mucho tiempo por aquí. Yo podría enseñarte.

—No sabría ni cómo empezar —sonrió Sakura.
No tenía intención de quedarse por allí tanto tiempo. Una semana más tarde, sin embargo, Sakura seguía al lado de Naruto. Un grupo de médicos entró en la habitación para comprobar los progresos del enfermo.

Lo revisaron todo y hablaron en una jerga ininteligible. Naruto escuchó de mal humor, pero finalmente perdió la paciencia y preguntó. Sakura puso una mano sobre su hombro. Se alegraba de aquella pequeña muestra de emoción. Hasta ese
momento, la actitud de Naruto había sido muy pasiva.

Cualquier cambio era buena señal, significaba que Naruto comenzaba a luchar. El médico sacó un block y le dio una pequeña lección de anatomía a Naruto
acerca de la rodilla.

—¿Sientes esto? —le preguntó, tocándole la rodilla.
—No. ¿Debería?
—¿Y esto?
—No.

—Tranquilo, aún es pronto —dijo el médico, que a pesar de todo no
logró tranquilizar a Naruto ni disminuir su frustración— Habrá que ir pensando en comprar una silla de ruedas.
—¿Es necesario?

—La fisioterapia, con el tiempo, te permitirá pasar de las muletas al
andador y luego al bastón, pero mientras tanto necesitarás una silla de ruedas de apoyo. Al menos durante una temporada.

Naruto respiró hondo. No quería pensar en un futuro tan lejano.
—Bueno, y ahora¿qué?
—En cuanto quede libre una plaza, te trasladarán a la unidad de rehabilitación. Y luego, de ahí a casa —contestó el médico.

—¿Cuánto tiempo tardaré? —preguntó Naruto.
—Eso depende de ti.
Tras marcharse el equipo de médicos, Naruto trató de asimilar las noticias. En realidad le preocupaba más lo que no le habían dicho. Pero una cosa estaba
clara: la recuperación sería lenta.

—Parece que voy a tener que acostumbrarme a este sitio.
—Naruto, el tiempo pasará más deprisa de lo que crees —afirmó Sakura, tomando su mano entre las de ella y respirando hondo— Te pondrás bien, lo sé. Pero no te rindas.

Naruto se quedó callado un buen rato y miró las manos de ambos. Le
tentaba aferrarse a ella, pero en lugar de ello la soltó. Ella no trató de retener su mano.

—No tengo elección —dijo él, apartando la vista ocultando sus dudas— Tendremos que dejar las lecciones de esquí para más adelante.

Aquella noche, cuando Sakura se marchó, Naruto se deprimió. Era extraño en él.Finalmente se quedó dormido. Aún no había amanecido cuando se despertó, sudando y muerto de
miedo. Poco a poco su pesadilla se fue desvaneciendo. Rodaba por la montaña, rogando por su vida.

Lo había conseguido. De día podía ocultar sus miedos, pero las pesadillas lo asaltaban en medio de las sombras de la noche. Desde el accidente, su existencia se había convertido en algo borroso, y lo único importante era sobrevivir.

De vez en cuanto sentía fuertes dolores, pero era mejor que estar muerto.
Las persianas estaban abiertas. Naruto contempló el pedazo de cielo negro que se veía por la ventana. Estaba confuso, irritado, no quería compadecerse
de sí mismo. Y al mismo tiempo se daba cuenta de que debía estar agradecido de seguir vivo.

Contra todo pronóstico, había sobrevivido. Y tenía que haber una razón, pero, ¿cuál? ¿Por qué le estaba ocurriendo eso? ¿qué había hecho,
cómo había podido cometer un error tan grande al quedarse solo en la montaña?

Sin duda no tenía la experiencia de otros leñadores. Por eso se retrasaba con frecuencia. El día del accidente, a pesar de no quedar casi luz y de estar fatigado, se había quedado a cargar otro camión. Sólo uno más. Y había
resultado fatal.

Al ver al gamo, Naruto había respondido de un modo reflejo. Sin pensar. Y sufría las consecuencias. ¿Por qué no se había marchado a casa con los demás? Trataba de ponerse a prueba a sí mismo, tenía miedo de perder su empleo, de quedarse sin nada.

De no ser nada. La vida era muy complicada.
Toda la culpa era suya. Era la historia de su vida. Unos días más tarde comenzaron a llegar cartas de amigos deseándole una pronta recuperación. Sakura leyó los nombres de los remitentes. Naruto sólo
los consideraba conocidos.

—Hay una de Lee y TenTen —comentó Sakura.
—¿Y qué dicen?
—¿Te he dicho ya que esperan un hijo? —preguntó Sakura antes de abrirla.

—No, ¿para cuándo?
—Para el verano —contestó ella, sonriendo y abriendo la carta—. Te
mandan besos. No pueden venir a verte porque TenTen sufre mareos y vómitos todas las mañanas.

—Así que Lee va a ser padre —sonrió Naruto.
—Hace un día precioso —comentó Sakura abriendo la ventana.
Le daba el sol. Llevaba los labios pintados de un color pálido, pero el
color de su tez parecía natural. Estaba muy deseable.

El sol brillaba a su alrededor, de su cabello surgían reflejos rojos. La luz y las sombras jugaban con sus pechos y su estrecha cintura, tan delicada y femenina. Sakura apoyó la cadera en la ventana.

Era curiosa su forma de alterarse siempre antes de hablar, como si se sintiera incómoda con él. Y él se sentía igual. Eran tan diferentes el uno del otro, que no le extrañaba que ella tuviera que pensar para encontrar un tema neutral sobre el que charlar.

—Anoche nevó —dijo ella—Sólo un par de centímetros.
Naruto disfrutó contemplándola junto a la ventana y se inclinó hacia delante, dispuesto a darle conversación.

—¿Hace frío fuera?
—Estamos bajo cero —contestó ella.
La temperatura no era mucho más alta en la habitación.

Finjiendo ~NaruSaku ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora