Cuatro

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Su esposa.

Sakura apretó los labios, lamentando haberlo dicho. Pero ya estaba
hecho, y no podía desdecirse.

Apresuradamente, sin pensarlo, había reclamado ser la esposa de Naruto Uzumaki ¿Cómo había podido? De todos modos el tiempo
apremiaba, y no se le había ocurrido ninguna idea mejor.

El piloto encendió el motor. Su ruido ahogó todo pensamiento. Las
aspas giraron, dibujando un amplio círculo y levantando una nube de nieve cuyos cristales de hielo le golpearon la cara, impidiéndole ver a su hermano.

Lee trató de detenerla. Evidentemente la había oído. La agarró del
brazo y elevó la voz, diciendo:
—Sakura, es una locura. ¿Qué estás haciendo? No puedes fingir que eres
la esposa de Naruto.

—Está inconsciente —contestó Sakura, soltándose y dando otro paso más en dirección al helicóptero, que esperaba—No debe quedarse solo en su
estado. ¿Cómo se las arreglará cuando llegue al hospital? Alguien tiene que ir con él.

—Pero no tú, Naruto no significa nada para ti.
—Eso no importa —contestó Sakura, encogiéndose de hombros—Necesita a alguien, y no hay nadie más.

Lee esbozó una mueca de desaprobación, la miró a los ojos, la soltó y dijo:
—Está bien, pero que Dios se apiade de ti cuando Neji se entere.

Sakura sacudió la cabeza. Más que nada en el mundo, Sakura quería sentirse parte de algo. De alguien. Quizá ese alguien fuera Neji Hyuuga, pero a pesar de todo contestó:

—Neji no tiene ningún derecho sobre mí.
—¡Eso díselo a él! —contestó Lee secamente.
Sakura se estremeció y apartó la vista de la mirada de advertencia de Lee. El médico le tendió la mano para que subiera al helicóptero, y ella embarcó y se sentó.

Olía a antiséptico. El médico le pinchó el brazo a Naruto con una aguja intravenosa y le preguntó:
—¿Cómo estaba cuando lo encontró?

—Estaba consciente, dijo que tenía frío —contestó Sakura.
—¿La reconoció?
—Sí, me reconoció.
—Eso es buena señal —asintió el médico.

—¿Se pondrá bien?
—Hacemos lo que podemos. Lo importante es llevarle al hospital
cuanto antes, pero está a una buena distancia, así que... paciencia.

Sakura se ajustó el cinturón de seguridad y respiró hondo. Y miró a Naruto, sintiendo el peso de la responsabilidad de su promesa sobre los hombros. Naruto estaba inmóvil, parecía muerto. Pero ella rogaba por que viviera y se recuperara del todo, de una sola pieza.

—Tranquilo, Naruto —lo animó, tomando su mano.
Naruto jamás le habría pedido su ayuda de no haber estado desesperado. Sakura lo había visto en sus ojos.

Desde el primer momento de conocerse, él se había mostrado
inaccesible. Sus duros ojos y su sonrisa cínica la desafiaban. Quería ver a Lee. Ella había sido incapaz de ver algo más en él aparte de su chaqueta de cuero naranja y su moto, pero su primo lo saludó como a un viejo y buen
amigo.

Se habían conocido en prisión, cosa que no contribuyó a mejorar la
opinión de Sakura. En aquel tiempo, Naruto le había parecido un extraño. Y desde entonces no había podido evitar sentir que amenazaba todo su mundo.

Le preocupaba además su primo, que estaba tratando de reconstruir su vida después de
haber estado en prisión por violar una ley federal de seguridad.

Sakura frunció el ceño recordando. Durante el juicio, Lee se había declarado inocente. Sin embargo admitió que había ordenado reparar la válvula defectuosa del tanque de gas en
lugar de reemplazarla por otra nueva.

Ese simple error había provocado una explosión en el campamento de las familias de inmigrantes que trabajaban para él.

Por suerte nadie había muerto, pero la lista de heridos y pérdidas
materiales era cuantiosa. El jurado había encontrado culpable a Lee, y el juez lo había condenado.

Pero la pena de Lee, sentenciado a cinco años de prisión, no acababa ahí. Todo el mundo le había vuelto la espalda en el pueblo, y su familia había cerrado la granja familiar, el aserradero y todos sus intereses en la madera, y había abandonado la compañía. Sólo Sakura había permanecido fiel a Lee.

Sakura había vuelto a Los Harunos hacía tres meses, cuando soltaron a Lee. Decidido a enmendar sus errores, Lee había vuelto a abrir el aserradero familiar. Y Sakura se había unido a su causa.

Los dos habían invertido su tiempo y su dinero en el esfuerzo. Y, por eso mismo, a Sakura no le había gustado que Naruto Uzumaki, un ex presidiario, apareciera por allí para pedir
trabajo. Naruto formaba parte del pasado de Lee, y era una amenaza para su futuro.

Pero no sólo por eso lamentaba Sakura la presencia de Naruto en
Los Harunos. Sakura inclinó la cabeza y suspiró, admitiendo en silencio que tenía otras razones más personales.

Finjiendo ~NaruSaku ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora