Dos

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—Pero pronto será de noche —objetó Sakura, añadiendo, temerosa de delatar su interés personal por él—Sé que no tiene sentido, pero me da mala espina.

—¿Por Naruto? —preguntó Lee, alzando una ceja incrédulo.
Sakura no hizo caso de su tono burlón. Naturalmente, Lee era
consciente de la antipatía que se tenían el uno al otro. Naruto era su amigo, pero no era amigo de Sakura.

Desde el momento de conocerse el sentimiento mutuo había sido patente. Sakura no había podido ocultar su desaprobación, y Naruto había respondido con el típico desprecio masculino. Y hasta ese mismo día, ésa había sido su relación.

—Por favor, ¿no podrías ir a echar un vistazo? O mandar a alguien —
rogó Sakura.
—Está bien —accedió Lee, sacando una foto aérea de la sección del
bosque que estaban talando en ese momento— Naruro debería estar por aquí —añadió, rodeando con un círculo una sección de la montaña—Iré a ver.

Sakura miró el mapa y comprendió lo fácil que era perderse. ¿Cuánto
tiempo podía sobrevivir un hombre solo allí?
—Voy contigo —dijo Sakura impulsivamente.

No quería quedarse allí, preocupada. Preocupada por Naruto. La mera idea le retorcía el corazón. Media hora más tarde encontraron el lugar exacto en el que los
leñadores habían estado talando árboles.

El camión de Naruto seguía aparcado a un lado de la carretera, pero no había ni rastro de él. Sakura sintió un escalofrío.

La montaña se alzaba ante ellos, había un sendero marcado por el que se subían los troncos cortados. Rocas negras sobresalían por encima de la capa de nieve. Lee gritó el nombre de Naruto en medio del silencio.

No hubo respuesta. Sólo el viento susurró por entre los árboles. A esas horas una luna blanca y pálida ascendía ya por el cielo, un espacio negro y helado. Lee le tendió a Sakura una linterna.
—Toma, usa esto. Y no te alejes. No quiero que te pierdas.

Sakura asintió. No hacía falta que se lo recordara. La subida era empinada, el bosque era espeso alrededor. Algunas ramas estaban peladas por el invierno. A la luz de la luna las sombras se alargaban.

Entonces vio el vehículo pintado de amarillo tirado en medio del paisaje blanco.
—¡Lee, allí, a la izquierda!
—¿Has visto a Naruto? —gritó Lee

—No, está muy oscuro —sacudió Sakura la cabeza.
—Tranquila, si está aquí, lo encontraremos.
—Puede que se haya perdido —dijo ella.

Sakura se acercó al vehículo. Había algo bajo el metal retorcido, unos
hombros anchos metidos en una chaqueta.
—Naruto—susurró Sakura, aterrada ante el silencio a su alrededor.

El corazón dejó de latirle. Luego, comenzó de nuevo a latir
erráticamente. Sakura subió el terreno escarpado y patinó, pero siguió. Lee iba
tras ella, Sakura fue la primera en llegar hasta Naruto.

Se quitó un guante, se arrodilló a su lado y le buscó el pulso en la garganta, conteniendo el aliento hasta que sintió un leve pero regular movimiento bajo los dedos.

Naruto estaba inmóvil. Atrapado entre la nieve y el pesado vehículo, sólo
sobresalían sus hombros y su cabeza. Su cabello brillaba rubio contra la nieve.

Tenía el rostro pálido, los labios azules. Y se había hecho una brecha, que
sangraba, junto a la ceja. Parpadeaba. Y fruncía el ceño. Típico.
Sakura raramente lo había visto sonreír.

—¿Está vivo? —preguntó Lee.
—Sí —murmuró Sakura.
—Parece que lleva así un rato. Menos mal que la nieve lo aísla del frío,
de otro modo se habría congelado.

—Sí, menos mal —contestó Sakura con lágrimas de alivio en los ojos.
Naruto Uzumaki estaba vivo, y se recuperaría. Se negaba a aceptar cualquier otra idea.

—No lo muevas, no sabemos hasta qué punto está herido —recomendó Lee, poniéndose en pie y sacando el celular—Me temo que va a necesitar
que un helicóptero lo lleve al hospital más cercano. Llamaré a Neji para que lo ponga todo en marcha.

Sakura asintió. Además de ser el sheriff local, Neji Hyuuga era un buen hombre muy útil en casos de emergencia.

Mientras Lee pedía ayuda, Sakura se volvió hacia Naruto. Le apartó el cabello de la cara y se sorprendió al notar lo sedoso que era. Todo en Naruto parecía tan áspero y duro...

Medio inconsciente, Naruto sintió una mano femenina y suave. Apenas tenía recuerdos de infancia de su madre, así que se preguntó si no habría muerto y estaría en el cielo. Abrió los ojos y vio un par de ojos de color verde. Conocía a la mujer que se inclinaba sobre él.

Y una cosa era segura: no estaba en el cielo. No, porque Sakura Haruno
estaba a su lado, atormentándolo.
—Sakura —trató de decir, esperando que ella se marchara y lo dejara
en paz.

Finjiendo ~NaruSaku ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora