Nueve

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—No es ninguna molestia.
Nada más cerrarse la puerta, la sonrisa de Naruto se desvaneció.
Miró al techo. Del centro colgaba una lámpara con forma de globo de la
que salía una luz amarillenta. Si se concentraba en ella, no sentía el dolor.

Se había encontrado muchas veces en situaciones difíciles, así que sin duda tenía que haber una salida para ésa. Naruto bajó la vista a la pierna. Se concentró en mover el pie. Imposible.  ¿Qué le ocultaban los médicos?

Tenía la médula espinal hinchada. Pero, ¿y si la cosa no era tan sencilla? Naruto cerró los ojos, suspicaz. El dolor lo invadía, pero la pierna continuaba curiosamente insensible.

Naruto trató de pensar en otra cosa, en... Sakura... Saku. No sabía a qué jugaba, fingiendo ser su mujer. ¿Qué ventajas podía obtener de ello?, ¿qué riesgos corría? Sin duda no estaban hechos el uno para el otro, no podían hacer peor pareja.

La imagen de Sakura surgió en su mente... Sakura, ruborizándose al besarla. Naruto sonrió.
Sí, mucho mejor. Necesitaba un descanso. Hacía días que no salía del hospital.

Todo el mundo era muy amable y trataba de ayudarla, pero esperaban que se
comportara como la mujer de Naruto. Su mujer. Contárselo a él había sido difícil. Y seguir con la farsa estaba más allá de sus habilidades como actriz.

Al salir de la habitación, Sakura vio al cirujano. Decidida a sonsacarle un diagnóstico más exacto acerca de Naruto, lo siguió por el pasillo. Lo alcanzó cerca de la salida. Tenía que atar ciertos cabos sueltos antes de volver a Los Harunos.

—Disculpe, me preguntaba si tendría usted un momento. Me gustaría hablar sobre un paciente, Naruto Uzumaki.
—Tengo que tomar un avión —contestó él, mirando el reloj.

—No tardaré —prometió ella— No sabe cuánto le agradezco lo que ha
hecho.
—No me lo agradezca tan deprisa.
Sakura tragó, preparándose para recibir una mala noticia.
—Pero me dijeron que la operación había ido bien...
—Su marido se recuperará. Técnicamente hablando, le hemos salvado
la pierna. Pero ya sabe usted que ese tipo de operación está en fase
experimental, y no tenemos ninguna garantía. No sabemos hasta qué punto
recuperará el movimiento.

—¿Y qué más se puede hacer? No me importa lo que cueste.
—No es un problema de dinero.
—Lo siento, no pretendía...
—Bueno, sí se puede hacer algo. Mantener un buen estado físico y
mental es vital. Cuando llegue el momento, lo trasladarán a la unidad de rehabilitación. Será la parte más dura. Y ahí es donde entra usted.

—No comprendo —dijo Sakura.
—Naruto va a tener que librar una dura batalla. Su éxito depende en parte de sus ganas de recuperarse. Serán meses difíciles. La necesitará.

¡Meses!  De pronto Sakura comprendía las consecuencias de su mentira. ¿Cómo había podido creer que escaparía de ellas? Pero seguir adelante, ¿no era llevar la farsa demasiado lejos?

—Tengo que tomar un avión —repitió el cirujano ortopédico, mirando el reloj.
—¿Pero qué le digo a Naruto?
—La verdad... cuando crea que está preparado para saberla.

¿Cómo? Naruto era un extraño. Apenas habían hablado antes del accidente. No tenía ni idea de qué le preocupaba, qué pensaba o qué sentía. Si es que sentía algo.

A pesar de todo, no se arrepentía de haber fingido que era su mujer ni de haber insistido en no operarle la pierna hasta que no llegara un especialista de la otra ciudad. Al menos Naruto estaba de acuerdo. No tenía más remedio que seguir con la farsa. Era demasiado tarde para dar marcha atrás.

Al llegar a la calle se detuvo y respiró hondo el aire helado. Se cerró el abrigo y echó a caminar. Se registró en un hotel cercano al hospital.

—¿Cuánto tiempo piensa quedarse? —preguntó la recepcionista al ver que no llevaba equipaje.
—Un día o dos.

En realidad no tenía ni idea. ¿Podía volver a Los Harunos y dejar a Naruto solo sin que le remordiera la conciencia? La habitación del hotel no era lujosa, pero no estaba mal.

Tras darse un baño, se secó y miró con desagrado la ropa que había llevado durante tres días. Llamaría por teléfono a un gran almacén y resolvería el problema. Un dependiente prometió llevarle una selección de ropa interior y de sport de su talla para que eligiera.

Casi había olvidado las ventajas de la gran ciudad. Y no era que la
echara de menos.Llevaba tres meses en un pequeño pueblo, se había mudado a Los Harunos para ayudar a Lee a reabrir el aserradero. Su familia lo había cerrado hacía años, y Sakura se había marchado entonces con ellos.

Volver a Los Harunos le había complicado la vida. Para empezar, Neji Hyuuga había interpretado su decisión erróneamente. Hubo una época en la que Sakura había estado encaprichada con él, pero de eso hacía mucho tiempo.

Sus padres no aprobaban a Neji, el sheriff de un pequeño pueblo. Querían que se casara bien, es decir, con alguien de clase alta. ¿Qué pensarían de Naruto?

Sakura pidió algo de comer al servicio de habitaciones. Mientras
esperaba, llamó por teléfono a su primo.
—Hola, Lee, soy yo.
—Me preguntaba cuándo llamarías. ¿Qué tal está Naruto?

—Me preocupa, los médicos no me han prometido gran cosa.
—¿Lo sabe él?
—Aún no. Si decidiera quedarme más tiempo, ¿podría sustituirme
alguien en el aserradero? Las cosas aquí están complicadas.

—¡Dímelo a mí! —contestó Lee—Lo sé por el periódico. Un periodista se ha dedicado a indagar en la vida de Naruto, cárcel incluida. No creo que le haga ninguna gracia.

—Entonces, ¿lo sabe todo el mundo? —preguntó Sakura, atónita.
—Sí, pero aquí todos piensan que no se puede creer todo lo que se lee.
Suponen que el periodista se ha hecho un lío con eso de que tú y Naruto estáis casados.

—Bueno, una cosa menos de qué preocuparse —suspiró Sakura.
—Sí, pero, ¿sabes lo que estás haciendo?
—No —rió Sakura.
—Sakura, no voy a decirte qué debes hacer, pero alguien va a salir mal parado.

—Neji lo comprenderá —afirmó Sakura.
—¿Tú crees? Pues ve preparando una excusa, porque va de camino. Está empeñado en traerte de vuelta aquí con él —declaró Lee— Por cierto, TenTen te manda besos. Te perdiste nuestro anuncio de Año Nuevo, vamos a tener un hijo.

La emoción era evidente en la voz de Lee. Tanto, que en comparación
su vida parecía vacía.
—Eso es maravilloso, me alegro mucho por los dos.
—Sí, es genial.

Tras colgar, Sakura llamó al servicio de habitaciones y pidió un
periódico. Quince minutos después leía el titular de la primera página: Dramático Rescate Aéreo.

El periodista le daba a la historia un aire romántico: una devota esposa acudía al rescate de su marido. Los llamaba sencillamente Naruto y Sakura Uzumaki. Sakura suspiró. Era un secreto a voces.

Finjiendo ~NaruSaku ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora