Diescinueve

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El mal humor de Naruto era contagioso. Se sentía tentada de hacer la maleta y volver a Los Harunos. A medio
camino en dirección al hotel, Sakura comprendió que en realidad no tenía ganas
de volver al hotel. Ni a casa. Nadie la esperaba allí.

Era invierno. Unos cuantos copos de nieve le cayeron en la cara. ¿Iba a ceder ante el mal humor de Naruto, o iba a apoyarlo? También la idea de volver y decirle lo que pensaba le tentaba. Sin embargo la imagen del rostro
desilusionado de Naruto la detuvo.

Tenía que soportar sus cambios de humor.Según la fisioterapeuta, Naruto corría el riesgo de caer en un estado de apatía. Necesitaba su comprensión y
paciencia. No su lástima. Y desde ese momento en adelante estaba dispuesta a luchar.

Sakura se puso la capucha del abrigo y metió las manos en los bolsillos. El aire frío la despejaría. Pero era demasiado frío, así que se refugió en un gran almacén.

Estaba abarrotado de gente. Sakura sacó la lista de la compra. Calcetines. Metió varios pares en el carrito y se dirigió a la sección de caballeros. No pudo resistirse a comprar unos cuantos artículos rebajados: camisetas en gris, vino burdeos, azul, negro, sudaderas y pantalones largos y cortos de deporte a
juego, un jersey azul del color de los ojos de Naruto.

Sakura pagó y volvió al hotel. Cuando estaba a punto de llegar vio una
pequeña tienda de lana al otro lado de la calle. Quizá Tsunade tuviera razón, necesitaba una afición para entretenerse.

Además de Naruto. Estaba demasiado sumida en los progresos de su enfermedad... y en su falta de progresos, demasiado absorbida en la vida de Naruto, en cada estadio de su recuperación. 

Sakura entró en la tienda. Enseguida se enamoró de los distintos colores y texturas. Eligió primero una lana de color vino burdeos, pero luego la cambió por otra verde esmeralda. De pronto, una serie de lanas en tonos pastel
le llamó la atención.

Eran suaves, delicadas, cálidas. Estaban expuestas junto a
unas mantas de bebé hechas a mano con originales dibujos y colores. Sakura pensó en el hijo de TenTen y se decidió de inmediato por el rosa. Sí, le hacía
falta algo de rosa en su vida.

Sakura jamás se había planteado la posibilidad de ser madre, pero de
pronto sentía envidia de TenTen. Iba a ser tía.Pero ¿y si tenían un niño?

Alcanzó la lana azul. De pronto surgió en su mente la imagen de un bebé de ojos celestes y cabello rubios como el de Naruto. Sakura soltó la lana azul como si le quemara.

Estaba demasiado preocupada por Naruto. Tenía que encontrar un equilibrio entre sus necesidades y las de Naruto. Todo llegaría a su fin. Y cuando todo terminara, ¿serían amigos? Lo dudaba.

Sólo un accidente los unía, nada más. Los dos volverían a Los Harunos y harían sus vidas separadas, a kilómetros de distancia.
—¿Puedo ayudarla? —preguntó la dependienta.

—Sí, por favor. Quiero hacer algo con esta lana, pero no sé tejer.
—Eso no importa —aseguró la vendedora, señalando un montón de revistas con instrucciones—Lo tenemos todo para principiantes. Con un poco de esfuerzo y tenacidad, podría usted ser una experta en muy poco tiempo.

Sakura sonrió débilmente. A su juicio, nunca nada en la vida era tan sencillo. Una hora más tarde salía de la tienda con unas agujas, unos cuantos
ovillos rosas, una revista con instrucciones y un vídeo para novatos.

Volvió al hotel y dejó las compras. El teléfono sonó.
—¿Sakura?, ¿eres tú? —preguntó Naruto, enfadado.

—¿Y quién iba a ser? —suspiró ella.
—¿Dónde has estado? —continuó preguntando él, moderando el tono
de voz.

—He ido de compras.
—Llevo toda la tarde llamándote.
—¿Querías algo? —preguntó ella, quitándose el abrigo y sentándose en la cama.

—No —negó él, aclarándose la garganta— Bueno, es que estaba
preocupado por ti.
—Estoy bien.
—¿Seguro?
—Sí —susurró ella, mintiendo.

—Creo que antes me pasé —se disculpó él, riendo y sorprendiéndola—Mi abuela siempre decía que los matrimonios no deben irse a la cama
enfadados.

—¿Cómo se llamaba tu abuela?
—Moira Uzumaki.
—Pues era muy inteligente —sonrió Sakura, contemplando el anillo.
—Sí, lo era.

Sakura esbozó una sonrisa. Naruto no se había disculpado por mostrarse tan
insoportable y difícil durante todo ese tiempo.

Quizá en el pasado su
supervivencia hubiera dependido de esa dureza. Sakura lo comprendía, pero no podía dejar de preguntarse cuándo se daría cuenta de que ella estaba de su parte.

Finjiendo ~NaruSaku ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora