Veintiocho

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Tampoco estaba muy seguro de creerlo él.
Días más tarde, Naruto descubrió que el paseo por el parque formaba parte del plan de Sakura de obligarlo a llevar una vida activa. Para ella daba igual si necesitaba una silla de ruedas o no.

Pero a Naruto no le daba igual. Sakura estaba sentada en un banco del parque. Le daba el sol en el cabello y en los ojos. Llevaba un termo de café y bollos.

—Este fin de semana hay un partido en la pista de hielo para hockey sobre patines, el equipo local va ganando. Si quieres puedo sacar entradas —sugirió Sakura.

—¿Para un partido de hockey? Demasiados problemas.
—No, yo me ocuparé de todo.
—¿Y cómo voy a llegar hasta allí? — siguió preguntando Naruto.
—He estado investigando —declaró Sakura — Puedo alquilar una furgoneta.

—¡Pero estará lleno de gente!
—Sí, pero eso da igual.
—Y seguro que no quedan entradas —objetó Naruto, esperando que fuera cierto.
Detestaba la idea de verse atrapado en medio de una multitud, le hacía sentir claustrofobia.

—He traído postre —añadió Sakura, sacando dos tartaletas de una bolsa de papel.
¿Qué más pensaba sacar Sakura de la bolsa? Ella era una maga de cabellos rosados, hacía conjuros. Sakura le tendió la tartaleta. Naruto se quedó sin excusas.

Sakura consiguió las entradas a pesar de lo avanzado de la semana. Posiblemente las compró en la reventa. Ino y otro empleado los
acompañarían, estaban entusiasmados. Ino había dicho que necesitarían una enfermera, pero Naruto no había querido preguntar por qué.

Así que Tsunade también los acompañó.
—Abrigaos, la pista está cubierta, pero hace mucho frío —recomendó Tsunade.
Por fin llegó el sábado por la tarde. Naruto se arrepentía de haber cedido. Pero era demasiado tarde para echarse atrás. Tal y como temía, subirlo a la
furgoneta en la silla de ruedas fue toda una aventura. Y puso de relieve lo complicada que sería su vida si seguía atado a esa silla.

Apenas podría salir.
Durante el trayecto, Naruto notó cada bache.
—¿Qué tal? —preguntó Sakura.
—Bien, ¿falta mucho para llegar? —preguntó Naruto.
—No, casi hemos llegado —gritó Tsunade.

Los coches y las luces de la ciudad pasaban por su lado a una increíble
velocidad. Hacía meses que no salía.

Para cuando llegaron, Naruto estaba deseando estar a salvo en su habitación. Se sentía desorientado. Había estado ingresado desde el día del accidente, rodeado de personas más o menos en su misma condición.

Protegido. Pero de pronto se veía obligado a asumir la realidad, su futuro, sus limitaciones. Según la fisioterapeuta, los pasos lógicos para una persona en su estado eran en primer lugar rechazo, en segundo lugar rabia, y en tercero aceptación. Él había pasado por todas esas fases menos por la última.

El aparcamiento estaba lleno, pero no les costó trabajo encontrar sitio... en el espacio reservado para discapacitados. Naruto se quedó mirando la señal,
tratando de asimilarlo.Se sentía como si le hubieran dado un puñetazo en el
estómago. ¿Por qué le costaba tanto aceptar la realidad?

—Vamos, Naruto, vamos a sacarte —dijo Ino, abriendo la puerta de
atrás. El empleado que los acompañaba sacó la silla de ruedas de la furgoneta y la empujó por el estadio abarrotado de gente. Había mucho ruido, se respiraba entusiasmo.

Tsunade iba delante, despejando el camino. Sakura empujó la silla por una rampa hasta una fila de asientos. Había allí un grupo de adolescentes que
se echaron a un lado para dejarlo pasar. Naruto no estaba preparado para ver sus
reacciones. Primero se asustaron, y luego se compadecieron.

Pero enseguida
apartaron la vista y evitaron su mirada como si él fuera invisible. O como si su enfermedad fuera contagiosa.
—¿Estás bien? —le preguntó Ino, dándole golpecitos en la mano.
—Sí —contestó él, apretando los dientes.
—¿Seguro? —insistió Sakura.

—Sí.
—Esto va a ser muy divertido, llevo toda la semana esperando este
momento —comentó Sakura, tratando de ver siempre el lado positivo.

Pero Sakura sabía que Naruto no estaba bien, al contrario. Quizá todo se
arreglara cuando encontraran sus asientos y empezara el partido. Las cosas no podían ir peor. Pero fueron peor.
Un niño pequeño se quedó mirando a Jack y preguntó:

—¿Por qué tu silla tiene ruedas?
—Para poder avanzar —contestó Naruto con naturalidad—. Tengo la
pierna malherida, por eso no puedo andar.
—¡Vaya!
—Sí —sonrió Naruto
—¿Cuánto puedes correr?

—Bastante.
La madre del niño lo agarró y se lo llevó, pidiendo disculpas.
—Lo siento. Joey, no seas pesado.
—No importa —dijo Naruto — Siente curiosidad.
—Sí, es muy curioso —sonrió la madre.

Gracias a Naruto, el incidente no tuvo importancia. Sakura encontró sus sitios. Tsunade e Ino se sentaron a cierta distancia, y el otro empleado se encontró con una chica y se sentó con ella. Sin duda era su novia. El juego comenzó.

Naruto empezó a entusiasmarse. Para su sorpresa. Al principio el juego fue lento, ningún equipo marcó ningún tanto. Durante el descanso, Sakura permaneció en silencio. Naruto no terminaba
de comprender por qué ella se había molestado en preparar todo eso para él.

¿Sentía algo más que lástima por él? Se sentía como un monstruo en una pecera al que todo el mundo mirara, pero lo menos que podía hacer por Sakura, después de haberse tomado tantas molestias, era fingir que se lo pasaba bien. El segundo tiempo fue más interesante. Al marcar el primer tanto, Naruto
se giró hacia Sakura y preguntó:

—¿Quién quieres que gane?
Sakura no se dejó engañar. Sabía que Naruto sólo estaba fingiendo. Sin embargo apreciaba su esfuerzo.
—Los Ravens.
—Bien.

Durante el tercer tiempo los Ravens comenzaron a perder por dos tantos. Entonces echaron toda la carne al asador hasta que, en un momento
dado, todo el mundo se puso en pie. Todos, menos Naruto.
—¡Hemos ganado! —exclamó Sakura con el rostro radiante, girándose hacia él.
—Sí, hemos ganado —asintió él.
Se había perdido el último tanto. Pero de pronto eso no tenía importancia. Naruto alargó la mano hacia
Sakura y dejó de rebelarse contra ella.

Sakura era lo que más quería. Tomó su mano y tiró de ella hasta que sus labios se encontraron.
—Gracias por todo, Sakura —murmuró Naruto contra su boca.
Ella abrió los labios con un leve murmullo de rendición. ¿De rendición?, ¿quién de los dos se rendía?, ¿o eran los dos?

Finjiendo ~NaruSaku ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora