Capítulo cuatro

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Me necesitas.








Narrador omnisciente

Comenzaba a salir el sol, los niños sentían sus rayos en sus rostros y sabían que pronto su líder aparecería, así que comenzaron a ponerse de pie uno por uno.

Al cabo de unos minutos se encontraban todos despiertos, a excepción de la bonita chica en el árbol.

Peter Pan llegaba al campamento tranquilo y relajado, aunque listo para dar órdenes como de costumbre. Se detuvo de golpe cuando vió a todos sus niños admirando a la chica mientras dormía. Algunos desde el suelo y otros desde el árbol, pero sus ojos estaban puestos en Hazel.

—¿Qué están haciendo? —quiso sonar curioso, pero la molestia que le causaba que estén observando a la única chica que lo había llamado Peter se hacía más presente.

Al instante todos formaron una fila delante de su líder.

—Ibamos a despertarla —respondió uno con la cabeza gacha.

—No les ordené que lo hicieran —reprochó con sus manos apretadas en puños—. Preparen sus cosas, regresaremos al campamento anterior.

Todos los niños obedecieron de inmediato, excepto uno.

—Pan —llamó el rubio, el aludido lo observó esperando a que continuase—. ¿Le construiremos una pequeña cabaña o se quedará en la tuya?

—Se quedará conmigo, Félix, aún no averiguo quién es y prefiero mantenerla vigilada de cerca —le
respondió pensativo.

El rubio asintió y fué a realizar su trabajo como el resto.

Pan se elevó un poco para llegar a la altura de dónde se encontraba la linda joven. Contemplaba su delicado rostro y esperaba el momento para ver sus azulados ojos que le recordaban al mar.

Lo que no sabía era que ella había despertado hace unos minutos.

Él se quedó observandola, luego de unos largos segundos la joven habló: —¿Ya terminaste?

Pan se sobresaltó, ahora se sentía confundido y sobre todo nervioso. Mientras ella mantenía sus párpados cerrados.

—¿Cuánto tiempo llevas despierta?

—¿Cuánto tiempo llevas observandome?

Touché.

Silencio.

—Levántate, nos movemos de campamento —ordenó con voz demandante como de costumbre.

La joven abrió sus azulados ojos y estos se encontraron con los esmeralda.

Pan sólo regresó al suelo.

La chica bajó del árbol.

Ambos veían venir una conversación un poco incómoda.

—¿Quién eres realmente, Hazel? —finalmente habló el cruel villano mientras se mantenía dando la espalda a la joven evitando su mirada—. ¿A qué viniste aquí?

—Ya te dije que me llamo Hazel y que vine aquí para visitar la isla —respondió con un tono leve de irritación, pues era un joven con años de experiencia con respecto al manojo de emociones, pero a veces le fallaba.

—No me mientas —dijo haciendo énfasis en el "no"—. Sé que eres más de lo que dices y tus intenciones son más profundas de lo que aparentan.

—Continuemos otro día, Pan, hoy no quiero discutir —pidió con toda la paz que podía conservar en su interior.

Ingobernable [Peter Pan] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora