Especial Navidad #9

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La verdadera familia real

Peter Pan

Me miré al espejo para observar cómo me quedaba el traje que Hazel me había pedido, más bien exigido usar. Ni siquiera me había dicho el motivo de tanta formalidad.

Observaba mi reflejo con una ceja alzada, Hazel apareció detrás de mí para abrazarme.

Debía admitir que estar en la habitación de su gran palacio en el cual nadie tenía permitido entrar me hacía elevar mi ego. Peter Pan era el único al que la Reina de las dos estrellas permitía estar en su habitación.

—¿Me dirás por qué me estoy preparando tanto? —sonreí acariciando sus brazos sin voltearme a verla, me bastaba con verla en el espejo abrazándome por detrás para saber que había ganado la mayor de las competencias sin saber que estaba participando.

—Ya lo sabrás —besó mi mejilla y acomodó su cabeza en mi hombro. La puerta sonó—. ¡¿Si?!

Ambos nos giramos a ver a la puerta.

—¡El principe y las princesas están aquí! —respondió alguien del otro lado de la puerta.

—¡Diles que ya vamos! —gritó Hazel dedicándome una última mirada traviesa para después tomar mi mano y llevarme hacia quién sabe dónde.

Salimos de la habitación de Hazel y nos encontramos con el pasillo de color dorado que tenía puertas que llevaban a lugares a los que solo Hazel podía entrar, pues solo ella podría sobrevivir... Al menos así me lo explico ella.

Caminamos hasta salir del pasillo dorado encontrándonos con un pasillo rojo, en este ya habían varios seres extraños limpiando, decorando y reemplazando cosas. Cuando pasábamos cerca de ellos, dejaban de hacer lo que sea que estaban haciendo e inclinaban sus cabezas.

—Yo creía que era especial, pero están incluidos tus hijos; así que supongo que no soy el único —reflexioné evitando su mirada.

Se detuvo.

—Créeme, eres especial —me aseguró, me miró de arriba a abajo y sonrió.

Ella continuó su camino y yo como siempre solo la seguí. Llegamos a una puerta ancha. Ella la abrió y entramos. Era un pequeño salón que tenía del otro lado grandes puertas del doble del tamaño de mi cuerpo, tal vez el triple.

—Madre —los tres hijos de Hazel hablaron al mismo tiempo, ellos claramente sabían lo que sucedía.

—Creo que ya estamos, pónganse en posición —acomodó a sus hijos detrás de ella, me miró y entendió que yo no tenía idea—. Peter, tú vas al último.

Me acomodé al último y cuando dejó de mirarme revoleé los ojos. Odiaba estar al último.

Se oyeron unas trompetas.

—¡La Reina Hazel está aquí! —anunció una voz potente desde el otro lado de las puertas.

Las grandes y doradas puertas se abrieron dejando ver apenas un salón, no pude ver mucho porque en cuanto Hazel entró las puertas se cerraron detrás de ella.

—Líderes de todas las tierras —la voz de Hazel sonaba más autoritaria y demandante que nunca, sonaba poderosa, Robin se acomodó delante de sus hermanas y ellas dos detrás de él con las manos hacia atrás—. He aquí, les presento a la Gran Familia Real. Mi familia. —Robin se mantuvo recto y acomodó sus manos a sus costados—. El principe Robin, mi hijo.

Las puertas se abrieron y Robin entró primero, las puertas se cerraron impidiendome ver. Rapunzel y Cheshire se adelantaron unos pasos más; así que decidí hacer lo mismo.

—Las princesas Cheshire y Rapunzel, mis hijas —las puertas se abrieron y luego de que las princesitas entraran se cerraron.

Me adelanté unos pasos más. Estaba nervioso. Era parte de La Gran Familia Real. Estamos por encima de los reyes de los otros reinos.

Robin es príncipe...

¿Qué sería yo?

—Y por último —hizo un silencio dándole misterio a la situación—, el rey Peter, mi esposo.

Las puertas se abrieron dejándome ver por fin un magnífico salón en el que había una inmensa mesa redonda en dónde estaban sentados todos los gobernantes de las distintas tierras.

Me adentré al salón y las puertas se cerraron detrás de mí. Me llevé la atención de todos los presentes, me miraban con los ojos abiertos de sorpresa.

Hazel estaba de pie en su lugar. A su lado izquierdo estaban sus hijos y a su lado derecho había una silla vacía.

—Tome asiento, majestad —señaló la silla a su lado y me guiñó un ojo cuando nadie la miraba.

Miré hacia abajo por unos segundos tratando de ocultar mi sonrisa... Y mi emoción.

—Felicidades, majestad —me decían cuando pasaba por su lado para llegar a mi lugar.

Al llegar a mi asiento miré a Hazel sin saber qué decirle.

¿Qué podrías decirle a alguien que te elevó tanto?

Ella me llevó tan alto. Ella me había presentado ante los grandes reyes como su esposo, me había hecho su rey.

"¿No te dije que eras especial?"

Sentí mis mejillas calentarse. Estas cosas no me pasaban seguido. Ella me hacía sentir tan diferente que ni siquiera podía reconocerme.

"Es hermoso cómo piensas de mí"

Su voz se oía dulce en mi cabeza. Le encantaba usar la telepatía.

Ella se sentó en su lugar. Los reyes no tomaban asiento. Robin, Rapunzel y Cheshire tomaron asiento; así que decidí hacerlo yo también.

Al estar nosotros sentados recién el resto tomó asiento.

Uf, me encantaba.

Realmente estaba por encima de esos reyes y reinas.

—También me gustaría comentar que hay otros a los que tendrían que tener en cuenta —un hada le alcanzó un papel amarillento, Hazel aclaró su garganta dispuesta a leerlo—. Rumplestiltskin —evité mirarla para evitar otras miradas—, Henry Mills —me sorprendió escuchar ese nombre—, y Abú.

—¿Ellos formarán parte del concejo a partir de ahora? —preguntó la reina de Arendelle.

—Mis hijos formarán parte del concejo del principado, por supuesto —aclaró tomando otros papeles, miró a la reina de hielo entendiendo a lo que ella se refería, a mí—. El rey Peter formará parte del concejo de reyes, eso está más que claro.

—Su Majestad —Anastasia llamó la atención de mi Reina—. ¿Iniciamos con la sesión de hoy?

A mí me decían majestad, pero a Hazel Su Majestad. Bueno, supongo que ella es la suma monarca aquí. O como sea que se diga.

—Por supuesto, querida.

Y dió inicio a la sesión del concejo de reyes.

Ingobernable [Peter Pan] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora