Capítulo seis

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De dos corazones, uno está perdido.











Narrador omnisciente

Se encontraban dos jóvenes enfrentados, ambos dispuestos a ganar la guerra de miradas retadoras que se había provocado por los deseos de poseerse el uno del otro cual objeto sin dueño. Ninguno era fácil de dominar, por no decir que era imposible hacerlo. Sin embargo, uno tendría que perder, ahora, ¿quién sería el primero en hacerlo?
¿Sería acaso Peter Pan, el vil villano más temido, rey de Nunca Jamás?
¿Sería acaso Hazel, la chica de la cual no conoces su pasado aún?

—No ganarás —aseguró el rey.

—¿Y tú sí? —inquirió la chica alzando ambas cejas. Aún debía practicar anarcar una ceja para resultar más intimidante.

—Es obvio que tú no.

Él se acercó más a ella, esta no retrocedió ni un solo paso, sus respiraciones chocaron y sus miradas comenzaron a penetrar aún más.

Pan aprovechó el momento e intentó entrar en la mente de la chica, pero algo lo detenía, como si una barrera la estuviese protegiendo. Algo andaba mal, ninguna persona poseía la magia suficiente para contrarrestar un hechizo de Pan, o incluso evitar que haga algo.

—¿Quién carajo eres y por qué no puedo entrar en tu mente? —preguntó con furia en sus palabras, nadie podía vencerlo.

—Soy Hazel y soy una mujer única —sonrió cerca de sus labios—. Créeme cuando te digo que es mejor dejarlo así.

—¡Pan! —gritó alguien detrás de unos arbustos—. ¡¿Estás aquí?!

Finalmente se pudo ver a Félix saliendo de los arbustos, ambos se alejaron un poco, de lo contrario la situación se pondría mucho más incómoda.

—¿Qué quieres, Félix? —interrogó sin quitar su vista de la joven.

—Ya deberíamos comer algo, estuvimos toda la mañana ocupados con la mud...

—Bien, bien, hagan lo que quieran, iré enseguida —interrumpió el líder restando importancia al asunto solo para poder continuar con la batalla de miradas.

—Yo iré —dijo Hazel, de inmediato Pan la tomó del brazo haciéndola regresar—. ¿Qué haces?

—Continuamos luego —susurró Pan.

—Lo que digas —se soltó y caminó junto al rubio.

Poco a poco Pan los vió desaparecer entre los arbustos, se encontraba confundido y nervioso aunque no lo admitiera.

Félix y Hazel caminaban tranquilos hasta que el rubio se animó a hablar.

—Te queda bien —alagó.

—Gracias, cortesía de Pan —agregó con una mueca más que una sonrisa.

—Estoy seguro de que pronto se llevarán mejor —dijo mientras con sus manos corría algunas plantas—. Eres una buena persona.

—Te dejé inconsciente —se detuvo Hazel sin poder creer que luego de la paliza que le dió aún seguía creyendo que era una buena persona.

—Créeme, aquí eso no es motivo para despreciarte —le sonrió deteniéndose también—. Además, le hace falta un toque femenino como el tuyo a esta isla.

—Aww, gracias, sabía que me querías como una mamá —se burló continuando la caminata.

—No, yo no..., no dije eso —dijo hasta que Hazel lo miró con los ojos achinados a modo de incredulidad—. Los demás me pidieron que te preguntara si podías contarnos, quiero decir contarles un cuento.

Ingobernable [Peter Pan] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora