Ingobernable [Peter Pan] ✓

Capítulo siete (II)

"Maylea"

Hazel

La cegadora luz se iba disipando y se podía ver un colorido bosque, no como el de Nunca Jamás, este no tenía una vegetación muy espesa, estaba lleno de colores y tenía senderos bien marcados.

Al ver con mejor claridad, noté al grupo observando cada detalle, incluyendo a la reina malvada. Miré a Robin, apreciaba el lugar maravillado, irónico. Solté su mano y luego miré a Peter, él había dejado de observar el lugar, él me estaba observando a mí.

-¿Qué? -le sonreí un poco tímida, extraño, pero este chico lograba ponerme de muchas formas y hacerme sentir de muchas otras.

-Nada -me respondió sin dejar de mirarme ni sonreír.

Evité mirarlo, ya me estaba poniendo nerviosa.

-Les doy la bienvenida al País de las maravillas -hablé expresándome con los brazos de manera exagerada, ya la atención estaba sobre mí-. Maravilloso, ¿no es así?

-Es hermoso -admitió Blanca sin dejar de mirar a su alrededor, su esposo la miraba con una sonrisa-. ¿Este fue tu hogar?

-Lo fue hace un largo tiempo -suspiré caminando con lentitud hacia un árbol que tenía unas tablas de madera con indicaciones.

Cuánto extrañaba este lugar.

-¿Y qué fuiste aquí? ¿niñera? ¿sirvienta? -habló con burla la reina malvada.

Lancé una carcajada que desbordaba sarcasmo.

-Fue la reina de este lugar -Pan contestó por mí con una ceja alzada, se estaba burlando de Regina.

-Por eso estás loca -intentó defenderse para no quedar derrotada.

-Jamás lo he negado -le dediqué una sonrisa un tanto tétrica.

-Maylea querida -dijo una voz repleta de misterio, no preocupé en buscar al dueño de esa voz ya que sabía que mis ojos no lo encontrarían.

El grupo de héroes susurraban entre sí cosas como "¿Maylea? ¿la primera reina del país de las maravillas?" "¿De dónde viene esa voz?" "¿Al final que nombre tiene?" "Cállate Killian"

-Si te mostraras hablaríamos mejor -habló Pan atento a cualquier movimiento.

-Sería un placer, Peter Pan.

Dicho esto, un hilo de humo celeste se apareció y nos guiaba hacia unos arbustos. Nos acercamos, con mis manos moví los arbustos y sobre una flor él se encontraba descansando. Era tan pequeño que cualquiera querría aplastarlo, pero eso no se podía hacer, sería un error... porque se las vería conmigo.

-Querido, ¿cómo has estado? -pregunté acercándome con la cuidadosa mirada de Pan puesta en mí.

-¿En serio? -se quejó Gina un poco incrédula.

-¿Qué? ¿acaso me veo como algo insignificante, bruja? ¿me veo como una hormiga? -atacó ofendido dejando que un hilo de humo envolviera a la reina malvada haciendola toser.

-Bueno, no estás tan lejos -dijo, tosiendo luego de cada palabra.

-Ignórala. Estamos aquí por un motivo que tú bien ya conoces -me arrodillé en el suelo acercándome a la flor en la que reposaba.

-Tú estás perfecta por lo que veo -dejó salir un poco de humo-. Recuerda las consecuencias de tus actos, ambos sabemos que a veces no piensas claramente.

-Ya lo sé -rodé los ojos y bufé con molestia-. Solo quiero que me digas dónde está ese loco.

-¿Específicamente cuál? -dijo intentando acomodarse consiguiendo voltearse-. Ay ay ay -me reí con ganas antes de acomodarlo de nuevo-. No le encuentro lo gracioso.