Capítulo final (II)

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Los días de la Reina estaban contados, cada día algo más se agregaba a su lista de dolencias. Peter Pan no tenía idea de nada, o no quería tenerla.

"El diario de Peter Pan siendo completamente inmortal..."




DÍA UNO

Aquella mañana amanecí como si el sol brillara para mí, me sentía invencible e increíble.

Hazel había dormido demasiado, no quise despertarla asumiendo que debía estar exhausta por tanto esfuerzo que había hecho el día anterior al salvar mi vida.

Yo no lo sabía.

No la habíamos visto en todo el día hasta la tarde casi noche cuando apareció en el campamento, ella sonreía pero cuando dejaba de hacerlo se podía notar en su rostro cansancio, supuse que aún no había recuperado sus fuerzas o su energía, después de todo había abierto un portal casi imposible de abrir y había salvado mi vida con un hechizo casi imposible de hacer.

No estuvo mucho tiempo con nosotros y regresó a su cabaña. Quise ir a verla y pedirle que se quedara conmigo pero la encontré dormida y no quise despertarla.







DÍA DOS

Hazel aún dormía, lo del cansancio por su esfuerzo ya no me convencía y lo que pasó ese día terminó por hacerme notar que algo no iba bien con ella. Algo estaba terriblemente mal.

Ella salía solo a comer, aunque unas pocas veces no lo hacía.

Mi chica de bellos ojos que reflejaban la profundidad del océano, peligroso y hermoso a la vez, salió de su cabaña una tarde. Y esa tarde fue terrible para mí. Su rostro tenía ojeras y sus mejillas estaban más rosadas de lo normal.

Ese día dejé de lado todo lo que me decía cuando iba a verla, "estoy cansada nada más" "solo necesito dormir" "es solo el momento".

Ella veía a los niños realizar sus tareas, las pocas veces que había hablado su voz sonó tan baja que parecía frágil.

Sin preguntar la desaparecí con mi magia y me la llevé junto a mí lejos del campamento. Necesitaba saber lo que le pasaba.

-¿Por qué estamos aquí? -su voz ya no sonaba autoritaria, su tono era débil y cansado.

-¿Qué está pasando, Hazel? Y no intentes mentirme -di un suspiro buscando mantenerme calmado-. Sé que no estás bien, duermes todo el tiempo pero tienes ojeras, tu voz ya no es la misma, ayer te escuché estornudar y eso no es normal aquí... -tomé su rostro y noté que su piel estaba demasiado caliente-. Hazel, estás hirviendo.

Ella miró al suelo.

Creí que me mentiría, pero no fue así...

-En algún momento lo ibas a notar -hice que mirase y ví sus bonitos ojos mirándome triste-. Te salvé y estoy pagando el precio, pero no me arrepiento.

Sabía que uno de los dos pagaría el precio, pero tenía esperanzas de que ese fuera yo.

-¿Por qué...?

-¿... no te lo dije? -terminó mi pregunta ya que me costaba formularla-. Tú no me hubieras dejado hacerlo.

-Porque no puedes arriesgar tu vida por la mía, Hazel, no -llevé mis manos a mi cabello estirandolo con frustración, sentí sus cálidas manos detener mi acción para tomar mis manos y llevarlas a su rostro-. Te recuperarás... ¿verdad?

Ella negó mientras sus ojos se aguaban.

-El precio era la maldición del sueño, la antigua y original -ahogó un sollozo-. No moriré por tocar una rueca... Se suponía que sería poco a poco, pero está avanzando demasiado rápido.

Ingobernable [Peter Pan] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora