capítulo 30

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Luz no sintió el frío de inmediato. La sensación la alcanzó pocos segundos después y recorrió su cuerpo de pies a cabeza. Ella se sacudió y pateó, pero eso solo parecía hacerla hundirse más rápido. La oscuridad la dejó ciega; no sabía hacia dónde debía subir.

Las burbujas rozaban sus orejas. Una vez más, sacudió el cuerpo y pateó, suplicando alcanzar la superficie, pero el agua helada la sostuvo con firmeza. Se dio cuenta de que estaba a punto de ahogarse. Luego, en su oreja izquierda, aquella voz incorpórea repitió:

¡NO!

Una mano sujetó la pierna de Luz y ella reprimió un grito de sorpresa.

King.

Él tiro de ella y se abrazaron fuerte. Ella había inhalado una gran bocanada de aire cuando había saltado, pero su pecho ya ardía por soltar el oxígeno. Pataleó con la poca energía que le quedaba.

La voz regresó, tranquila pero insistente.

DETENTE

Una burbuja de aire salió de sus labios y le hizo cosquillas en la mejilla.

DETENTE

Luz dejó de patalear.

BIEN

A su lado, King se sacudía frenéticamente. Ella apretó su mano hasta que él se calmó. Ahora, su pecho estaba en llamas. Otra burbuja escapó y rozó la mejilla hasta llegar a su oreja. Comprendió que estaban de lado. Usando sus brazos débiles, dio brazadas en el agua hasta que la siguiente burbuja rozó su nariz y llego a su pelo. Hacia la superficie.

SI

Luz comenzó a patalear de nuevo, con movimientos pequeños y controlados. Su cabeza daba vueltas y la presión en sus pulmones crecía de forma agónica. Sin embargo, continuó pataleando. Despacio, terriblemente despacio, ella y King comenzaron a subir.

Salió a la superficie. El aire frío invernal parecía milagrosamente cálido cuando inhaló una bocanada. A su lado, King hacia lo mismo. Tenía el cabello aplastado sobre la frente y los ojos apenas abiertos. Parecía tan enfermo como ella se sentía.

Flotaron sobre su espalda, tomándose de las manos con firmeza, mirando los restos ardientes de el conformatorio, oyendo los gritos aterrados de los trabajadores portuarios. A Luz se le nubló la vista y sintió sus parpados pesados. El ardor en su pecho desapareció cuando comenzó a perder el sentido.

Apenas consciente de que King había aflojado la mano. Era mucho menos consciente de que el agua lentamente cubría su cara.

Se hundía de nuevo.

¡NO!

El agua entró por su nariz y luego cubrió sus ojos. Sin embargo, esta vez no tuvo fuerzas para resistirse. Solo podía pensar en que ahora su familia nunca la encontraría. No se les ocurriría buscarla en el fondo del canal del Mar del Norte. Quizás su cuerpo llegaría a la orilla, pero nadie sabría quién era.

¡NO!

Moriría como una huérfana sin nombre.

¡LUZ!

King le soltó la mano del todo y la dejó sola mientras el agua la devoraba una vez más.

¡LUZ!

Ahora, estaba cálida. Gloriosamente tibia. Los ojos de Luz eran apenas dos rendijas, pero el agua esta vez parecía más clara.

¡LUZ!

Allí, en el fondo del canal, pero cada vez más cerca, había una puerta. Una igual al cuento de Camila. Luz se hundió hacia ella.

¡NO!

El agua comenzó a oscurecerse, hasta que una vez más, quedó completamente ciega.

¡LUZ!

De pronto, tiraron con fuerza de sus brazos. El agua dejó de cubrirle la cara y pudo tomar aire. Tenía la vista borrosa, pero pudo distinguir la forma de una cabeza.

Su espalda chocó con algo duro y el agua brotó de sus labios. Su garganta quemaba. Tosió fuerte, como si quisiera escupir los pulmones.

-¿Luz?- la voz resultaba a la vez familiar y desconocida, susurrada y baja.

-¿Luz?- la siguiente voz era más reconocible, un poco ronca pero amable.

-¿Luz?- la última voz era como estar en casa.

Una tras otra, las voces repetían su nombre. Se entremezclaron hasta que Luz no pudo distinguir donde empezaba una y donde terminaba otra.

Lo único que sabía era que la combinación sonaba como una canción de cuna. Cerró los ojos y se sumió en un sueño perturbador e inquieto...






















Luz despertó y el mundo se tambaleó frente a ella. Lo primero que vio cuando abrió los ojos fue el cielo nocturno brillante sobre ella, un despliegue de estrellas bajo la luz de la luna creciente.

Lo siguiente que advirtió fue el movimiento de las siluetas entre los árboles por el rabillo del ojo. Parpadeó. Como espectros flotantes, continuaban deslizándose a su lado.

El corazón le dio un vuelco. Su cuerpo permanecía paralizado y pesado. ¿había entrado en la pesadilla de Emira?

Una cara conocida se cernió sobre ella con el ceño fruncido y pelo rubio alborotado.

-¿Luz?- preguntó Hunter, relajando el ceño mientras le sonreía, aliviado -oh, menos mal que estas despierta.

Luz emitió un pequeño gruñido mientras un temblor le sacudía los hombros. Aún estaba mojada y fría. Tenía encima el abrigo de lana de Amity, que la protegía del viento, pero no lo suficiente para hacerla entrar en calor.

Con ayuda de Hunter, Luz se sentó. Estaban en un bote a pedales. Amity y Vee se aferraban al eje agujereado, que rotaba en sincronía con la potencia de dos ruedas de palas que se encontraban en su costado del bote, lo que los impulsaba por el canal a una velocidad constante.

En la parte frontal del bote, envuelto con la chaqueta de terciopelo de Hunter, King dormía profundamente. A su lado, secándose en el borde del bote, estaba su chal mojado.

-qué...

-Steve nos llevó hasta un bote salvavidas- explicó Hunter, en voz baja -pensé que los habíamos perdido.

Luz parpadeó.

-¿dónde está Steve?

-nos separamos tras salir de la cuidad- respondió Amity, con vos baja y dulce -subió a una barca que se dirigía al sur. Dijo que su familia está en Rotterdam.

-¿dónde estamos?- preguntó Luz débilmente.

-mira- respondió Hunter con una pequeña sonrisa.

Luz vio que pasaban junto a la cada de Eda. Más adelante estaba su molino. Habían llegado a casa.

Miró a King. El reflejo de la luna en el agua cubría su cara dormida con un resplandor ondulante.

Todos habían llegado a casa.


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La verdad hiba a dejar muerto o moribundo a alguien, pero al final lo cambié con el poder del guión.

los inadoptables {TOH}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora