capítulo 41

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Luz sintió punzadas intensas en la punta de las orejas y el corazón le dio un vuelco.

Miró la cesta y luego a Eda. Un atisbo de esperanza comenzó a latir en su pecho.

Eda sacudió la cabeza.

-lo construí para mi gato anterior. Esas cerraduras, el tejdo... miren incluso tiene las marcas de ese perro molesto... creí que se había comido toda la cesta. Cómo narices has...

-mis padres me abandonaron dentro de ella- dijo Luz, apenas era capaz de respirar -cuando tenía aproximadamente una semana de vida, según Bligth.

La sala quedó inmersa en un silencio pesado. Philip tomó asiento con pesadumbre en la mecedora, miró a Luz y a Eda frunciendo el ceño y sujetó con fuerza el gato marioneta.

Un escalofrío recorrió el cuello de Milou y sintió miles de punzadas en las orejas, pero cuando intentó hablar ningún sonido salió.

-fue en diciembre de 1880- dijo King -en el tejado del orfanato, bajo la luna llena.

-debe haber sido la misma noche que Camila murió- añadió Hunter -Luz dijo que te vieron salir del molino Noceda bajo la luna llena ese mes.

Philip empalideció. Eda emitió un grito ahogado y abrió los ojos de par en par mientras miraba a Luz.

-pero...

-hay más- dijo Amity firmemente mientras introducía la mano en la manga de Luz y extraía su Libro de Teorías -una manta de terciopelo que parece salida del taller de los Noceda, el gato marioneta que sin duda salió de ese taller y que pertenecía a Camila. Un reloj de bolsillo con las coordenadas del tejo negro que está en la entrada del molino. Dos anillos de boda envueltos en un pañuelo bordado con el nombre A. Noceda ...

Amity continuó hablando, pero las orejas de Luz ahora pinchaban con tanta insistencia que la voz de su amiga sonaba lejana y distante. Se las frotó mientras observaba cómo la expresión de Eda pasaba de la confusión a perplejidad y el rostro de Philip empalidecía aún más.

-imposible- susurró Eda, sujetando su relicario con ambas manos.

La relojera tocó el reloj de bolsillo de Luz y palideció.

-es de él- miró a Luz, con los ojos llenos de lágrimas -oh, santo cielo, crees...

Ella y el titiritero compartieron una mirada.

-no. Es imposible- dijo Philip sin aliento -lo habría sabido.

Luz miró a Amity, quien tenía el ceño fruncido, pensativa. Vee y King miraban nerviosos a Luz y a Eda. Hunter se acercó más a ella, sin apartar la vista de Eda.

Ni Philip ni Eda se movieron o hablaron durante mucho tiempo. Ambos estaban demasiado ocupados mirando a Luz.

Luego, tras soltar el reloj de bolsillo, Eda extendió la mano hacia el mentón de la niña e inclinó la cabeza de Luz de un lado a otro, examinando cada detalle.

El cosquilleo en las orejas de Luz aumentó su intensidad y continuó subiendo y bajando por su cuello.

-¿cómo mo me di cuenta?

Hunter se acercó más a Luz.

-¿de qué?

Eda sacudió la cabeza de nuevo y miró intensamente los ojos de Luz.

Luz parecía incapaz de respirar. Finalmente, los dedos temblorosos de Eda soltaron su mentón y la relojera retrocedió.

-eres igual que él.

El mundo pareció dar vueltas alrededor de Luz. Hunter le sujetaba el codo con firmeza.

-pero tienes la nariz de ella- añadió Eda.

Luz sintió ríos de lágrimas gruesas y tibias caer sobre sus mejillas. Sin embargo, sus labios aún parecían incapaces de formar palabras.

-¿la nariz de quién?- preguntó King.

-de Camila- susurró Amity -y su madre era Annese por eso su pañuelo tenía la inicial A. ¿Es así?

-sí- dijo Philip en voz baja, poniéndose de pie despacio. Tomó el mentón de Luz con su mano enguantada y la observó -dios santo, Clawthorne, tienes razón. Es de Camila, pero... pero ¿cómo pudo habérmelo ocultado?

-los vestidos- sugirió Hunter -tenían delantales en la cintura, ¿quizás Camila se los ponía para ocultar su embarazo?

Philip parecía no oírlo, pero lus orejas de Luz ardían con sus palabras.

-pero ¡Philip se habría dado cuenta de que tuvo al bebé!- dijo Eda, mirando con curiosidad al titiritero -beberías de haberlo sabido.

Philip soltó el mentón de Luz y cerró los ojos.

-no lo sabía.

-tal vez Luz nació en otra parte- sugirió Amity -en algún lugar cercano...

-¡el teatro!- dijo King -eso explicaría las mantas que encontramos en el escenario. Explicaría por qué ella abandonó el molino esa noche, aun estando tan enferma.

Sus amigos hablaban cada vez más alto pero la presión que Luz sentía en el pecho y la garganta empeoró.

Intentó responder, pero no podía siquiera asentir. Eda y Philip parecían haber perdido el habla, igual que ella.

-y los anillos de bodas- continuó Amiy -tal vez planeaban casarse en cuanto tú nacieras. Pero Camila ya estaba demasiado enferma. ¡Oh! Él debió de quedarse desconsolado al enterarse de que Camila había...

-¿quién es él?

La voz de Luz era apenas audible, pero igualmente todos guardaron silencio.

Eda se limpió una lágrima de la mejilla y sacudió el cuerpo. Cuando habló de nuevo, su voz se quebró con cada palabra.

-hace trece años, mi primo vino a vivir conmigo. Él y Camila eran... bueno, estaban muy unidos, aunque... Oh, Luz, nunca sospeché que habían... Y luego él se fue repentinamente justo después de Camila sin dar explicaciones. Simplemente asumí que él... que tu padre... había ido a buscarla, a donde fuera que ella había ido.

Padre.

La palabra atravesó el corazón de Luz como una flecha. La destrozó y luego volvió a recomponerla, con más piezas que antes pero dejando todavía huecos dolorosamente vacíos.

-los lugareños...- Eda limpió otra lágrima -digamos que no les tenían demasiado cariño a un chico con expresión traviesa que siempre iba hecho un desastre y a una perra inmensa que se zampaba todo lo que encontraba. No conocían al chico amable y un poco raro que yo conocía. Solo Camila vio eso porque, como yo, ella fue la única dispuesta a mirar.

Luz sintió un nudo en la garganta de nuevo. Las lágrimas parecían más gruesas, caían sobre su mentón y por su cuello. El cosquilleo de sus orejas se volvió una caricia dulce y tranquilizadora.

-mira- dijo Eda, tomando su relicario -lo tengo aquí.

Con dedos temblorosos, se quitó el relicario del cuello.

Luz tomó el collar de Eda y lo miró, las manos le temblaban tanto que creyó que se le caería al suelo.

Una mano con seis dedos apareció y la ayudó a abrir la cerradura diminuta del relicario. Pero, mientras sus amigos se acercaban más a ella, Luz cerró los dedos sobre el relicario.

Alzó la vista con impotencia hacia ellos, luego inhaló inestablemente y lo abrió.

En el interior, había una fotografía de un joven con sonrisa lobuna. Su cabello alborotado era castaño oscuro y sus ojos eran prácticamente chocolate. Á sus pies, yacía un gran perro gris: su cabeza era del tamaño de una mesa. Y en la esquina de la fotografía, con caligrafía elegante, había un nombre:

Charles.

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los inadoptables {TOH}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora