Luz advirtió que se había mordido la parte interior del labio cuando el sabor metálico de la sangre le empapó la lengua.
Su padre estaba allí, frente a ella. Había recibido su mensaje y había regresado.
Dio un paso hacia él, quería abrazarlo, pero se detuvo cuando sintió una punzada fuerte en su oreja izquierda.
¿Por qué él no se alegraba de verla?
¿Por qué... la fulminaba con la mirada?
-disculpen- dijo Lilith, apartando a los cinco para llegar a Philip -señor Noceda. En nombre del Kinder, me disculpo porque estos huérfanos hayan entrado sin autorización a su propiedad, hayan robado su identidad, creado un clon de algodón suyo y sembrado el caos. Me ocuparé de que reciban el castigo adecuado una vez que decida qué hacer con ellos...
Philip dirigió toda la furia de su mirada a la representante del Kinder y la hizo callar de inmediato.
-quiero oír en persona de qué va todo este embrollo- dijo él -quiero saber por qué usaron mi nombre y el de mi hija para arrastrarme hasta aquí.
Luz se fijó en que al hombre se le quebró un poco la voz. Había tristeza debajo de esa mirada fulminante, la veía con claridad, aunque él intentaba mantenerla oculta.
-Philip- dijo Eda -quizás deberíamos sentarnos y conversar sobre esto con calma.
-¿fue idea tuya, Clawthorne?- preguntó Philip, sus palabras cortaban el aire entre ellos -siempre pareces involucrada. ¿Por qué no me sorprende?
-Eda no tuvo nada que ver- respondió Luz sin pensar -fui yo.
Philip posó los ojos en ella.
-¿y quién eres exactamente?
-mi nombre es Luz No...- se detuvo, intentando tragar el nudo que notaba en la garganta, pero este permaneció en su sitio. Un cosquilleo suave le recorrió el cuello -soy Luz Noceda- dijo con una confianza que no sentía -esa soy.
Philip inclinó levemente la cabeza.
-¿si?
Había llegado. El momento que había esperado. Las respuestas que anhelaba, que necesitaba, estaban a segundos de distancia.
Sin embargo, Philip Noceda apenas parecía reconocerla.
-Luz- repitió ella despacio, esperando que él mostrara rastros de reconocimiento -soy yo, Luz.
-¿y qué estás haciendo en mi molino, Luz Noceda?
La furia en sus palabras hizo que Luz se estremeciera, ¿Por qué fingía no conocerla?
-es una larga historia...
-parece que se te da bastante bien contar historias -apartó a papá marioneta y tomó asiento en la mecedora, cruzando los bruzos y las piernas -esí que, ¿por qué no mé cuentas exactamente cómo llegaste a mi molino?
-crecí en el orfanato Exide en Ámsterdam- comenzó a decir -me abandonaron en el tejado...
Él mantuvo la mirada fría y fija en ella. Si ahora sabía quién era ella, lo estaba ocultando muy bien. Un atisbo de duda afloró en la niña, pero sus orejas cosquillearon suayemente, insitándola a continuar.
-eso fue hace doce años...
Aún ninguna respuesta,
-en mi cesta había un gato marioneta hecho por ti.
El hombre frunció mínimamente el ceño, pero seguía sin emitir sonido alguno ni reconocer que había sido él quien la dejó allí.
La furia se apoderó de Luz. Sus orejas cosquillearon con una advertencia, pero la ignoró.
-seguí las coordenadas que me dejaste. Me trajeron hasta tu árbol.
Él parpadeó. Eso fue todo.
-encontré tu nombre y el de mi madre tallados en la rama más alta. Encontré el pañuelo y los anillos de boda... ¿por qué finges que no me conoces? Sabes muy bien quién soy, ¡dado que me abandonaste y nunca volviste!
Luz no notó que gritaba hasta que vio que el hombre se estremeció.
-te esperé doce años- dijo ella, en voz más baja esta vez, pero con el mismo resentimiento -pasé cada mañana mirando por la ventana, preguntándome sí ese sería el día en que vendrías a buscarme, Y luego, cuando no lo hiciste, pensé que tal vez necesitabas que yo te encontrara. Soñé contigo. Escribí cada detalle, cada pista, esperando descifrar cómo encontrarte. Y aquí estoy...
Perdió la voz. Las lágrimas dibujaban un sendero ardiente sobre sus mejillas.
-tenías otra hija- susurró ella -¿querías más a Camila? ¿Por eso me abandonaste?
No sabía qué otro motivo podía haber. Aquel no era el reencuentro que esperaba con su padre. Todos esos años de espera, de dudas, de deseos... Y nunca había considerado la posibilidad de encontrarse con la mirada fría y severa del hombre ni con su intención reiterada de negar que la conocía.
-¿comprendes siquiera cómo fue vivir en aquel orfanato?- prosiguió ella cuando él siguió sin responder. Se enfureció -la matrona era cruel. Nos hacía trabajar hasta dañarnos las manos. Dormíamos en habitaciones frías, en camas donde apenas cabía uno de nosotros, y mucho menos dos o tres. Ella nos quería vender. ¿No te importa nada de eso?
Philip parpadeó de nuevo, Abrió la boca para responder, pero Luz lo interrumpió.
-por favor, no finjas que no sabes quién soy. Lo único que quiero... lo único que siempre he querido... son respuestas.
-Luz...-Philip suspiró y ahora por fin, parecía arrepentido -no soy tu padre.
Luz parpadeó.
-mientes. Estás... Debes estar... Mi manta de bebé- balbuceó -es del mismo terciopelo que tu capa. Bordaste mi nombre en ella; sé que lo hiciste. Y... y mi marioneta. La hiciste. ¡Tengo que ser tu hija!
Lo miró, buscando en su rostro algún indicio de falsedad, pero no encontró nada. El hombre había suavizado la mirada y apareció una nueva emoción que convirtió el interior de Luz en un torbellino de angustia.
Él le tenía lástima.
-pero...
Sus palabras quedaron atascadas en la garganta mientras ella observaba las facciones del hombre de nuevo. Si entrecerraba los ojos, que acababa de hacerlo, le parecía que tal vez sus narices tenían la misma punta redonda, pero la de él era más larga. Y sus ojos eran negros brillantes, ni por asomo chocolates. Y aquel cabello color noche...
No se parecían en nada.
-no soy tu padre, Luz- repitió él en voz baja -lo siento, pero esa es la verdad. Mi esposa, Allise, murió muchos años antes de que nacieras. Cuando Camila tenía aproximadamente tu edad, de hecho.
Sus palabras resonaron en su cabeza y sintió que había caído por un pozo. Aunque su mente insistía en que era una mentira cruel , su corazón veía la verdad en los ojos del hombre.
No estaba mintiendo.
Philip Noceda no era su padre.
-tuve solo una hija- dijo Philip en voz baja -y la quise mucho. Nunca la habría abandonado. Camila lo era todo para mí.
Luz dejó de temblar, la punta de sus orejas se congeló.
-¿Camila era...?
Philip frunció el ceño.
-Camila está muerta.
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los inadoptables {TOH}
AdventureEn el orfanato Exide jamás se han infrigido las reglas de entrega de bebés. ni una sola vez. hasta el otoño de 1880, cuando 5 niños aparecen en orribles condiciones. esos bebés son Vee, Hunter, King, Amity y Luz. y aunque su cruel matrona pueda pens...