capítulo 42

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Luz miró la imagen de su padre.



Las marcas de garras.



El reloj de bolsillo.



El aspecto de sus propias facciones.



Lo había heredado todo de él.



Luz cerró una mano sobre el reloj de bolsillo.










Bajo las estrellas, te encontré.
52.284040, 4.784040
Bajo la luna, te perdí.










Sus padres se habían enamorado sentados en el tejo negro, observando las estrellas. Luego, su madre había muerto una noche de luna llena.

La inscripción no había sido para Luz. Había sido para Camila.

-no sé por qué te abandonó de la forma en que lo hizo- dijo Eda -no sé cómo pudo soportarlo. Pero sé que él siempre hacía lo que sentía que era correcto.

Luz cerró el relicario y se lo devolvió a Eda. Había querido respuestas y ahora las tenía.

Su madre estaba muerta. Su padre estaba desaparecido. Sentía el corazón vacío.

-disculpen la interrupción- dijo Lilith, sin sonar en lo más mínimo arrepentida -pero necesito llevar a los huérfanos a Exide esta noche -le sonrió ampliamente a Philip y luego señaló a Luz con la cabeza -supongo que querrá quedarse con esta, ¿no?

Philip parpadeó.

-excelente- Lilith apoyó el libro de registros sobre su regazo y le entregó una pluma al hombre -por favor, firme aquí; eso es, gracias. Muy bien, es hora de irnos- añadió, dirigiéndose a los demás.

-no- dijo Luz -no puede llevarlos de nuevo allí.

-las reglas son reglas, querida niña- respondió Lilith Truefall, alzando el libro pesado.

Luz miró a Philip, suplicante.

-puedes...

Su abuelo suspiró.

-Luz, hace unos minutos era un viudo sin niños. Ahora tengo que cuidar de una nieta que no sabía ni que existía. No puedo hacerme cargo de cinco...

-muy bien entonces- dijo Lilith con alegría -eso es todo. Niños, reúnan sus cosas y despidanse. Rápido.

Luz bloqueó la salida, su mente daba vueltas.

-pos favor, no...

-un momento- dijo Eda.

Todos la miraron con expectación. Ella abrazaba a Amity de modo protector. Lilith la miró con el ceño fruncido.

-estos niños son perfectamente capaces de cuidarse solos- añadió Eda -sin duda lo han demostrado. Su tenacidad es sorprendente. Tiene que haber algún modo de resolver esto.

La representante del Kinder suspiró.

-primero, necesitaría un tutor legal que nombrar a cargo de cualquier menor sin padres biológicos. Segundo, la tenacidad no impresiona al Kinder tanto como la documentación en regla. Y tercero, los niños no tienen dónde vivir.

-pueden vivir aquí, claro- dijo Philip, como si fuera un hecho -Eda, ¿aún estás interesada en comprar este lugar?

Eda pareció perpleja un segundo y luego asintió.

-sí, pero...

-excelente- respondió Philip -aceptaré el reloj con forma de zorro como pago, si es que aún lo tienes.

Eda alzó la Ceja.

-lo tengo. Pero...

-a Camila le encantaba ese reloj- dijo Philip con una sonrisa -y este lugar se derrumbará si permanece deshabitado. Sin duda estos niños le darán un buen uso. A Camila le habría gustado eso.

-los niños necesitan un tutor legal- gritó Lilith, exasperada -los documentos...

-si es solo una cuestión de papeleo- respondió Eda -yo firmaré como su tutora legal.

Luz oyó que sus amigos emitían gritos ahogados de sorpresa. Amity abrazó a Eda. Los demás la miraron.

-sería un honor para mí ser su tutora- dijo Eda -ai es que me aceptan, claro.

Cuatro pares de brazos se enredaron alrededor de la cintura de la guardiana del pólder. Luz se abrazó a sí misma. Lilith chasqueó la lengua.

-ah, muy bien- suspiró -entonces está decidido. La verdad es que no puedo lidiar con más sorpresas, así que creo que solo me llevaré el dinero de las cuotas y me iré. Aún tengo que dejar a dos criminales en la cárcel antes de ir a la cama.

Amity contó cincuenta florines, los colocó en una bolsa de cebollas de arpillera y se la entregó a la representante del Kinder mientras Eda firmaba. Lilith Truefall miró por última vez a papá marioneta y a los niños, y sacudió la cabeza con incredulidad antes de adentrarse de nuevo en la noche fría.

Philip se puso de pie y deslizó una mano por su cabello.

-vamos, Luz- dijo él -vamos a casa.

-pero... ¿no es esta nuestra casa?- preguntó ella -¿por qué la vendes? ¿Por qué nos vamos? ¿A dónde vamos?

-tengo una casa en un barco en Antwerp. Allí he estado los últimos doce años. No puedo vivir aquí. Los recuerdos son demasiado dolorosos. Lo siento, pero nos vamos. Esta noche.

El silencio resultante fue más fuerte que una tormenta invernal.

Luz observó cómo varias emociones atravesaban los rostros de sus amigos. Vee parecía confundida, Amity parecía perpleja y King sacudía la cabeza como si no hubiera oído bien a Philip. Sin embargo, fue la expresión de Hunter la que retorció su estómago.

El chico parecía tener el corazón roto.

-despídete- dijo Philip -yo iré por nuestras cosas.

Luz se movió, incómoda, bajo sus miradas desconcertadas. Descubrió que no tenía ni idea de cómo despedirse de ellos. Y parecía que ellos tampoco.

Un instante después, Philip apareció a su lado.

-¿lista?

Asintió mirando a Eda a modo de saludo, tomó la mano de Luz y la guio hacia la puerta, con su cesta ataúd bajo el brazo.

Luz movió los pies junto a él, pero mantuvo la vista fija en los cuatro rostros perplejos detrás de ella.

Intentaron dirigirle una mirada alentadora, pero temblaban demasiado para ser siquiera un poco convincente.

Aquel era el problema de los huérfanos. Encontraban una familia y se marchaban. No había motivo para que fuera diferente en el caso de Luz.

Y, así sin más, salió del molino.

Los cuatro rostros que había llegado a conocer más que el suyo propio, desaparecieron.


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los inadoptables {TOH}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora