Dos días después, la noche del espectáculo llegó.
La neblina baja flotaba sobre las orillas del canal y rodeaba los tobillos. La luna llena parecía un ópalo gigante en el firmamento lleno de estrellas y el cielo se había vuelto de un tono violáceo fantasmal.
Sentada en medio de una de las aspas del molino, Luz inhaló el aire gélido e intentó tranquilizarse, pero su corazón se negaba a aminorar la marcha. Observó, sin aliento, la procesión de faroles tambaleantes que avanzaba hacia el teatro Noceda.
El relincho de los caballos y las ruedas de los carruajes se mezclaban con el murmullo de voces. Detrás de las puertas de hierro, una multitud se reunía.
El público había llegado.
Luz se preguntaba cuál de esos faroles centellantes pertenecía a sus padres. Solo pensar en reunirse con ellos hacía que sus manos temblaran tanto que estuvo a punto de caer del aspa dos veces.
Le dedicó una última sonrisa nerviosa a la luna y luego se apresuró a reunirse con sus amigos en la puerta principal. Todos vestían capas azules idénticas, manchadas de pintura plateada. Y todos compartían la misma expresión de entusiasmo y miedo.
-es la hora- dijo Luz -abramos las puertas.
Amity abrió los ojos de par en par, llenos de brillo y entusiasmo por encima de su bufanda y asintió. Todos ocultaron su rostro con la capucha antes de avanzar con rapidez hacia las puertas del puente.
Luz oyó varios gritos de sorpresa detrás de la reja de hierro y luego algunos más cuando los cinco abrieron las chirriantes puertas. El metal gruñó y chirrió y la multitud avanzó, como un mar de rostros curiosos.
-Luz- susurró Amity -nos vemos en el teatro dentro de cinco minutos, ¿si?
Luz apenas escuchó sus palabras, pero de todos modos asintió. Amity y Vee desaparecieron y dejaron a los chicos y a Luz a cargo de la venta de entradas.
La primera pareja avanzó hacia Luz y sonrió. Vestían elegante y tenían los ojos brillantes. El hombre tenía un cuidado bigote debajo de su nariz y la mujer tenía el cabello rizado oscuro recogido con elegancia sobre su cabeza. Sin embargo, eran demaciado jóvenes para ser sus padres.
-cincuenta centavos cada uno, por favor- dijo Luz con impaciencia oculta, intentando no arrebatarles las monedas que le ofrecieron. Les ofreció dos entradas y una sonrisa forzada -sigan el sendero de lámparas hasta aquel árbol- señaló el tejo negro, que titilaba hermosamente con los faroles que colgaban en algunas de sus ramas -podrán comprar gofres calientes mientras esperan. El teatro abrirá en breve.
-muchas gracias.
Luz los vio avanzar, ansiosa por ver quién esperaba detrás de ellos. Les echó un vistazo a los clientes de Hunter, pero no se parecían en nada a ella. Tampoco se parecía a ella la familia que le compraba entradas a King.
La fila avanzó lentamente por las puertas, mientras Luz se quedaba, una a una, sin entradas. Su bolsa de dinero pesaba cada vez más. Habían llegado más personas de las que había imaginado. Familias jóvenes, parejas ancianas, mujeres con gorros de seda, hombres con sombreros de copa, niños con sonrisas nerviosas.
La sonrisa de Luz flaqueaba un poco con cada persona que no tenía el cabello castaño oscuro y los ojos chocolate. Sus orejas cosquilleaban un poco, pero ignoró la sensación. Su familia estaría allí. Los encontraría.
-debes ir a ayudar a Amity- susurró Hunter pocos minutos después -King y yo nos encargamos de esto.
-solo un minuto más- respondió Luz cuando otra silueta avanzó hacia ella.
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los inadoptables {TOH}
AdventureEn el orfanato Exide jamás se han infrigido las reglas de entrega de bebés. ni una sola vez. hasta el otoño de 1880, cuando 5 niños aparecen en orribles condiciones. esos bebés son Vee, Hunter, King, Amity y Luz. y aunque su cruel matrona pueda pens...