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Ahora entendía muchas cosas. Había conseguido un par de trabajos mejores y después le habían despedido sin razón. Poco a poco... Darren le había acorralado y solo hasta ahora se podía dar cuenta.

10 días. Tenía que irse antes de que la dichosa fiesta sucediera... ¿Pero para donde?

Una semana después, en medio de la noche. Zhan despertó a su madre... Tenía sus maletas ya hechas cuando la mujer se levantó asustada.

— Shhh...

— A-Zhan! ¿Qué sucede?

— Shh... nos tenemos que ir.

—¿Para donde? ¿Por qué?

— Yo te lo contaré. Te contaré cuando estemos a salvo... ¿Está bien?

— Hijo... ¿Qué hiciste?

— Nada mamá. — Zhan trató de calmar a su madre. La señora Xiao estaba muy nerviosa. — No he hecho nada. Pero... Tenemos que irnos ahora.

Al ver la determinación de su hijo. La seriedad de sus palabras, la mujer se puso de pie y se vistió con lo primero que encontró.

Ambos se escabulleron en la oscuridad, pronto llegaron a la montaña que rodeaba  para emprender camino hacia la ciudad. Pasaron solo unos pocos minutos en los que se habían adentrado en un  camino polvoriento cuando el pelinegro tuvo la sensación de que alguien lo seguía. Miró hacia atrás... Estaba empezando a amanecer.

Empezó a respirar de manera agitada, pero dos días después llego al pueblo siguiente.

En Changsta, Wenhan estaba que se moría... Xiao Zhan no estaba se había ido. Eso solo podía significar una cosa. Su sentencia de muerte.

— ¿Dónde está? — Darren apretó el cuello del rubio.

— No lo sé. El dijo que vendría.

— ¿Y tu como un idiota le creíste? ¿Quién te dijo que podías quitarle los ojos de encima? ¿Sabes qué pasa si no tengo a Xiao Zhan ese día?

Wenhan negó asustando. Si que lo podía sentir...

— Te mueres. ¿Por donde debería empezar? ¿Tal vez arruinando tu maldita cara?

— Jefe... — Yixuan interrumpió.

Había sido un camino largo... Zhan lo sabía, pero aún no estaban lo suficientemente lejos de Darren y su gente.

— Mnnn...

— Mnnnn... — Su madre trató de gritar cuando los interceptaron.

— Tranquilo bebé. — El corazón de Zhan se agitó. Su boca estaba sellada por una mano y su cuerpo presionado contra el de un hombre más grande que el. — Shhh... Te tengo. — Dijo Yixuan.

En seguida se arrepintio. — Ahss mierda! Carajo!

— Quitame tus malditas manos de encima.

Zhan había pateado sus testiculos y en seguida corrió armandose de dos piedras en la mano.

Yixuan escupió enojado aun con dolor.  — Está bien. Tu lo quisiste de esa manera. — Sacó su revolver y apunto a Ziyuan en la sien.

Xiao Zhan contuvo su ira.

— Huye mi amor. Vete... — Dijo la señora Xiao. — No se lo que hiciste pero vete. Te amo.

Xiao Zhan sonrió con lágrimas en los ojos y dejó que sus rodillas se doblaran. Bajo la mirada tragandose su  orgullo. — Me rindo.

— Bien... Bebé... — Yixuan acarició su mejilla.

Hijo de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora