Me encuentro en mi habitación, estoy acostado en la cama mirando el techo. No es mucho lo que hago cotidianamente, no sólo porque estoy aislado del mundo exterior sino que además porque no tengo nada que hacer. De vez en cuando me traen algunos cuadernos y pinturas o uno que otro libro, pero aparte de eso mi rutina solo consiste en tomar medicinas, conversar con el equipo médico, responder las preguntas que ellos me hacen y ver algunos vídeos de Katniss.
Desearía tanto poder hornear, los panes aquí no soy muy sabrosos, pero no es tanto por eso sino, por las ansias de poder sentirme útil. No sé cómo no me he vuelto loco al estar encerrado 20 horas diarias en este cuarto donde todo es blanco: las cortinas, la puerta, las paredes, el techo, las sábanas, hasta la ropa que llevo puesta; no hay colores, nada que pueda llenarme de esperanza.
Solo me encuentro acompañado de mis pensamientos, los cuales solo viajan al distrito doce. Quiero volver a mi casa, quiero saber de los demás, necesito ver con mis propios ojos lo que paso con mi hogar- no la casa que tengo en la aldea de los vencedores, sino la que por años fue mía y de mis padres-, quiero ver la panadería. Aún no se atreven a darme de alta, y no los culpo, la última vez que pensaron dejarme ir, me invadió una especie de pánico y tuve una crisis.
En cierta medida mis ansias por volver son demasiado fuertes pero tampoco puedo ignorar el hecho que me asusta volver a ver aquel lugar que puede traerme demasiados recuerdos. Aquí hay profesionales que pueden calmarme y atenderme, allá no habría nadie que pueda administrarme una dosis de tranquilizante o me haga alguna terapia.
El solo hecho de pensar mi reencuentro con Katniss y que vuelva a atacarla como lo hice cuando me rescataron del capitolio, hace que no desee volver. Quizás debería considerar la idea de irme a vivir a otro lugar, dejos de aquellos recuerdos que podrían generarme un trauma severo, en el cual no pueda controlarme y termine matando a alguien; no sería la primera vez que eso pasa.
Golpean la puerta trasera- en mi habitación hay dos tipos de puertas; la principal es para las visitas y la trasera es exclusivamente para los profesionales del área de la salud: enfermeras, paramédicos, doctores, etc. - veo que entra el Dr. Aurelius acompañado de una enfermera, ambos traen una carpeta en su mano derecha.
- Buenos tarde Peeta, ¿cómo te encuentras el día de hoy?- El doctor empieza a hacerme un chequeo médico; generalmente parten por revisar la presión, escuchar los latidos de mi corazón, tomarme la temperatura, ver mis reflejos, etc.
- Bien, dentro de lo normal- veo que la máquina empieza a emitir un sonido, la cual indica que está analizando mi presión.
- Sí me imagino que debes aburrirte un poco. Grisella no te ha traído algo para que leas o dibujes- Grisella es su secretaría, ella es muy amable al traerme algunas cosas para entretenerme, incluso un día jugo ajedrez conmigo. - Su presión es normal tiene 10 con 6.- la enfermera anota las cifras en una especie de ficha médica.
- Sí, me regalo un libro de cocina. Tiene recetas interesantes que podría poner en práctica cuando salga de aquí-
- Eso sería ideal, nos llamas cuando hagas algo rico. Debemos probar tu mano como cocinero, he escuchado que eres bueno haciendo pan, el que llega aquí no es muy rico. - Me hace acostarme para escuchar los latidos del corazón. Al parecer están bien, luego me pide que me siente a los pies de la cama y me hace inhalar y exhalar mientras el verifica que mis pulmones funcionen correctamente. - Bueno Peeta tu presión es normal para un muchacho de tu edad, tu corazón y pulmones no presentan ninguna anomalía. Ahora tomare tu temperatura y veré tus reflejos.
- Sí, no hay problema- Hago lo que me dicen; si debo sentarme, me siento. Si debo acostarme, me acuesto. Si debo escuchar, escucho... cualquier cosa con tal de salir de esta habitación. Mi temperatura está bien, no hay rastros de fiebre.
- Bien, lo último. Veremos tus reflejos.- El Dr. Aurelius con un pequeño martillo golpea mi rodilla derecha y está inconscientemente hace que levante el pie, lo mismo ocurre con la izquierda. Después me tira una pequeña pelota de goma y yo debo esquivarla y atraparla.- Excelente físicamente estás muy sano.
- Sí, lo que está mal es mi mente. - Lo último lo digo con tono sarcástico. El Dr y la enfermera se miran un segundo, él le hace una señal para que se retire y ella con un movimiento de cabeza se retira.
- Peeta, hemos revisado tus últimos exámenes y tengo buenas noticias. Parece que tu mente está mejor, ya distingues lo real de lo implantado, has recuperado la mayoría de tus recuerdos y eso es un avance muy significativo; estuvimos conversando con la directiva médica y ellos evaluaron tu caso.- Nos miramos un segundo y luego añade- puedes volver a casa.
Mi rostro se me ilumina por completo... por fin, podré volver a mi hogar. Después de estar seis meses encerrado en estas cuatro paredes, podré sentir el viento en mi cara, la nieve fría en mis manos o el calor del verano. No soy consciente de mis actos y lo primero que atino a hacer es abrazar al doctor.
- Muchas gracias, no sabe lo importante que es para mí volver a casa.
- Lo sé muchacho, no hay nada más cómodo que el hogar. - Rompe el abrazo y ahora se pone serio- Lo que si Peeta, ante cualquier crisis, malestar o desgaste que llegues a sentir tú me llamas de inmediato.
- Claro lo haré, no se preocupe. No seré negligente con mi tratamiento.
- Y por favor se precavido en muchas cosas, ha pasado poco tiempo desde que la guerra termino y aún siguen en las noticias. Mantente alejado de los medios de comunicación al menos un tiempo, ejercítate, hace tu vida normalmente pero cualquier cosa extraña que llegues a sentir nos avisas. Tú sabes que el tratamiento que te hicimos ha tenido avances muy grandes pero no puedo garantizar que las crisis no volverán.
Lo bueno que tiene el Dr. Aurelius es su profesionalismo y sinceridad. Se ha convertido en un gran amigo, en este tiempo le llegue a tener un cariño enorme, a él y a todo su equipo.- No sé preocupe, haré lo que usted indique.
- Muy bien, le diré a Grisella que te acompañe a la sala donde está tu maleta y tu ropa. Ella te entregará mi número de teléfono, por si llegases a necesitar cualquier cosa. - El Doctor se despide de un abrazo y un ligero apretón de mano, estaba por salir cuando lo detengo.
- Doctor- Él se da media vuelta para observarme- ¿Cómo está Katniss?- Mi voz sale nostálgica y con un poco de miedo a la respuesta que puedan darme.
- Ojala lo supiera. No contesta mis llamadas, por más que lo intente no quiere saber nada de nadie, lamentablemente no podré engañar más a Plutarch de qué la estoy tratando. Desconozco el estado físico y mental en el que se encuentra- Sin más sale de la habitación.
Katniss ¿Qué has hecho con tu vida?. Tengo miedo de verte y me lances una flecha, tengo terror de verte y atacarte; por donde lo miré... tengo miedo de encontrarme con Katniss. Será que la guerra también arruino nuestra relación; o ¿será que Gale está con ella?.
Sin más que dudas en mi mente, salgo de la habitación y me dispongo a hacer mi maleta. Grisella me ayuda con mis cosas y me acompaña a la estación de tren. Me despido de todo el equipo, ellos también me cogieron cariño y aprecio, compro los pasajes. Abrazo a Grisella y le dijo que puede ir a verme cuando quiera, le doy un beso en su mejilla y me subo al tren... el cual me llevará por fin a mi casa.
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Crescendo (THG)
FanficTras la guerra, la vida en Panem empieza a surgir de las cenizas. Se sacrificaron muchas vidas para que la paz y tranquilidad llegara a la vida de cada uno de los habitantes de ese pequeño lugar. Pero para Peeta Mellark ha sido una lucha diaria por...