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La brisa del mar remueve mi cabello y giro la cabeza hacia él, colocándome un mechón detrás de la oreja. Observo su perfil con atención y detallo que mira el océano con su típica cara. Después de lo que me dijeron él, Sam y Amanda, cuando ellas dos volvieron a entrar a la casa, Jake me hizo un gesto con la cabeza, no dije nada y solo caminé a su lado, hasta llegar cerca a la orilla y sentarnos en la arena al mismo tiempo.

Podría decir sin problema que este es mi lugar favorito. Es mágico.

Han pasado algunos minutos y ninguno de los dos dice nada, tampoco sé qué decir. Ya le agradecí... Les agradecí, pero...

―Gracias ―vuelvo a decir.

Voltea la cabeza y me mira a los ojos, de una manera tan profunda que los vellos de mis brazos se erizan y bajo la mirada, notándolo y cubriéndolo en un abrazo conmigo misma.

Jake medio sonríe y lo miro de nuevo, poniendo los ojos en blanco al ver esa mirada divertida que pone cuando nota que todo él siempre causa algo en mí, ese efecto que nunca he podido controlar, menos cuando me mira como lo hace ahora.

―Estarías más comoda aquí ―Palmea la arena en el espacio entre sus piernas.

Sonrío mordiéndome el labio inferior y ladeo la cabeza, viéndolo.

―¿Tú crees?

Detalla mi sonrisa y su comisura se eleva un poco. Levanta la mirada y vuelve a verme a los ojos.

―Estoy seguro ―responde.

Niego con la cabeza porque lo conozco, pero también lo hago para disimular el cosquilleo que ha recorrido todo mi cuerpo. Gateo, hundiéndome un poco en la arena en el proceso de llegar a la mitad de entre sus dos piernas y apoyar mi espalda en su pecho. Acomodo la cabeza a un lado y Jake baja la suya, depositando un beso en mi hombro.

―Gracias ―susurro por milésima vez.

―Ya lo dijiste ―susurra dándome otro beso, pero ahora en la mejilla.

―Pero siento que aún no es suficiente ―Me acomodo para poder verlo a la cara.

Me está mirando con el semblante serio, sin expresión, de nuevo.

―Mila, haría cualquier cosa por ti. ¿Por qué siempre te sorprendes cuando hago algo?

―Porque... ―No digo nada y él me insiste con la mirada―. Es tonto ―Lo pienso y sí, lo es, pero yo a veces pienso estupideces.

―Dímelo.

Respiro profundo.

―Que hagas tanto por mí, a veces me hace sentir que soy una mala novia porque siempre estás ayudándome, pero yo nunca a ti. 

―Eso es porque yo nunca me meto en problemas.

Sonrío porque él también lo hace y con eso solo consigue tranquilizarme, y es loco porque pareciera que lo notara, de nuevo, como todo.

―Lo sé ―Le doy un beso en la mejilla y cuando me separo, él ya está dándome uno en los labios. Siento su lengua cuando abro la boca y al separarnos, me paso la lengua por los labios para quitarme la humedad―. Metete en un problema, así yo puedo ayudarte y estamos a mano, ¿qué dices?

―Me da pereza ―Me mira como si me estuviera teniendo paciencia porque me ama.

―Yo te ánimo.

―Será aburrido.

―Será genial.

―No creo.

―Yo sí creo.

―Pero no quiero.

| 3 | LOVE: UNA NOTA MÁS ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora