EPÍLOGO - PARTE UNO

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—¿Qué traes puesto? —me mira con cara de espanto y me echo a reír. 

—Protección —Me encojo de hombros como puedo y él ríe.

—Pareces Iron Man.

—Gracias —Me observo a mí misma—. Aunque no estoy de rojo.

Ríe fuerte y se baja de la moto, viniendo a mí y mirándome a la cara.

—¿Estás nerviosa?

—¿No se nota? —Señalo mi protección. Tengo en todas partes: Rodillas, hombros, manos, un casco más grande del normal.

—No voy a dejar que nada te pase.

—Lo sé —susurro.

—Aunque todavía estas a tiempo de arrepentirte. Solo dímelo e iremos en mi auto.

—Dicen que es bueno dejar ir miedos y desde hace mucho tiempo quiero dejar ir este en particular.

Camino a su moto como puedo y escucho la risa de Jake detrás.

Levanto un pie para subirme, pero no lo consigo. Lo intento de varias formas y termino cayéndome al suelo. Jake me mira con el ceño fruncido y me pongo de pie rápido, fingiendo que no me caí y llevándome las manos a la cintura.

Lo miro, él a mí y le sonrío.

—¿Me ayudas? —pregunto haciendo un puchero y él ríe, acercándose y cargándome como si fuera una bebé.

Me ubica en el asiento y luego se sube también. Muevo las piernas como si fuera un ave moviendo sus alas y Jake trata de no reír, pero falla.

Me mira sin decir nada y le sonrío de nuevo. Observa toda la protección que llevo puesta y niega divertido y lleva la mirada al frente, metiendo la llave y encendiendo la moto, lo cual me hace soltar un grito.

—Más lento —suplico con los ojos cerrados.

—Mila, todavía no he arrancado.

Abro un ojo y miro el suelo, viéndolo a él también y sonriéndole con vergüenza.

—Sí, sí, perdón. Dale, dale —digo y lo abrazo muy fuerte y hace un sonidito como si le hubiera sacado el aire, pero no me dice nada.

La moto se mueve y nosotros con ella. Vuelvo a gritar y Jake se ríe, lo sé porque su estómago se contrae varias veces.

Estamos en Seattle, principalmente vinimos para pasar año nuevo en su casa, con Luz, Matt y todos los demás, incluyendo a mis hermanos y papá, quienes también vinieron. Pero Jake y yo tuvimos una discusión de última hora en la cabaña, una muy tonta discusión.

—¿Cómo que no puedo decir que eres la señora Hott?

—No puedes decir eso porque luego están preguntando si estamos casados y...

—Sí estamos casados.

—Pero no realmente; es decir, a nuestro modo, pero los humanos normales no lo entienden —explico y me mira a los ojos, aguantándose la risa.

—Yo quiero decir que eres mi mujer. Lo eres desde hace cinco años, cuando te di eso. —Señala mi anillo.

—Bueno —Le sonrío y mira mis labios.

—Y decir que eres la señora Hott también.

Pone cara tierna, pero creo que no se da cuenta y me empino para darle un beso en los labios.

| 3 | LOVE: UNA NOTA MÁS ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora