EXTRA

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PAR DE LOCOS

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NARRADOR: JAKE

MESES ANTES DE MILA DAR A LUZ A MINI JAKE. 🍰

Ella camina hacia un lado y la sigo. Luego, se dirige hacia el otro lado y vuelvo a seguirla. Repito lo mismo varías veces y se detiene al llegar a la cocina de nuestra casa. Me detengo en seco antes de chocar con su espalda.

Se voltea, mirándome medio histérica, y la miro con mi expresión de siempre. Hincha sus mejillas y luego expulsa el aire por entre los labios. Cierra los ojos un segundo y luego los abre de nuevo, observándome.

—¿Vas a seguirme todo el día? —pregunta.

—Sí —respondo sin titubear y bajo la mirada un segundo hacia aquello que hace latir mi corazón descontroladamente al observarlo, sin poder creer todavía que sea real.

—¿Por qué? —se queja sin alterarse, pero manteniendo esa expresión que últimamente me asusta porque está estresada y con dolores, lo cual en esta etapa es un poco normal según nos han dicho.

—Porque quiero —me encojo de hombros.

—Jake...

Me acerco antes de que termine de hablar y apoyo las manos en su rostro, inclinándome para besarla en los labios. Al principio se resiste, pero termina cediendo (como siempre) y entreabre los labios, recibiendo mi lengua y entrelazándola con la suya.

Me acerco y mi abdomen choca con aquello que (aparte de descontrolar los latidos de mi corazón) me eriza. Si me preguntaran cuál es lo único que no me gusta, diría que esto. Aunque no el hecho de tocarlo, sino que es tan enorme y redondo que se me dificulta estar completamente pegado a ella cuando solo quiero abrazarla y pegarla a mi pecho cada maldito segundo del día... Y en las noches, cuando sus hormonas están más alborotadas que durante el día y entonces deja el estrés y es feliz cabalgando sobre mí.

—Solo los cuido —susurro sobre sus labios sin dejar de tocarle el rostro.

Ella suaviza su gesto y me da un beso, uno dulce y rápido, pero de aquellos que me vuelven loco solo por venir de ella.

—Lo sé, pero creo que estás... —Ladea la cabeza de un lado al otro, sonriendo, y me quedo embobado observando su sonrisa—. ¿Exagerando?

—No estoy exagerando.

Me alejo y ella se cruza de brazos.

—Estás exagerando —asiente.

—No —niego.

—Sí —asiente de nuevo.

La miro, me mira. Tenemos una lucha. Pongo los ojos en blanco y miro al techo un segundo, luego la miro a ella de nuevo.

—Bien —Ella gana. Siempre gana. ¿Pero cómo le digo que no a esos ojos, a esa sonrisa, a esa maldita cara de ternura? No puedo, joder.

—Gracias.

Va a la cocina e inconscientemente estoy a punto de seguirla, pero me detengo al dar el primer paso.

Miro la enorme casa y me llevo las manos a la cintura. ¿Qué se supone que haga con mi vida ahora? Eso es dramático viniendo de mí, pero he pasado los últimos seis meses concentrado solo en ellos.

Había oído que a veces los padres sufrían los síntomas de las madres, pero eso a mí no me pasó. Sin embargo, Mila sí la ha pasado mal, sobre todo por el riesgo que hay tras haber decidido seguir adelante y tenerlo.

| 3 | LOVE: UNA NOTA MÁS ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora