Capítulo 4: Órdenes.

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Marlon

«Las tentaciones como tú merecen pecados como yo»

Cuando la vi con esa falda, sólo pensé en formas de arrancársela.

¿Qué es una maldita infantil y quisquillosa? Claro, pero las cosas como son, es una chica aceptable.

La furia emanó en mí cuando esa estúpida me dio esa cachetada, estaba a punto de tirarla por la ventana, a punto.

Pero tuve paciencia y recordé lo que me dijo mi padre.

«Contrátala, así la tenemos en la mira»

«No se pondrán vengar, nosotros estamos en un nivel mucho más avanzado»

Puede ser una secretaria ahora, pero no me confiaré. Ella hará lo que le diga. Y si no le gusta, aún así tendré que tenerla aquí, pero no la tendrá tan fácil.

Abren la puerta y salgo de mis cavilaciones. Verena entra con una bolsa de comida, me incorporo y la detengo antes de que dé otro paso más.

—¿Qué te dije?

—Se me olvidó.

Que ni crea que me tragaré ese cuento.

—Pues devuélvete y toca la puerta como una persona con educación.

—¿Para qué? Ya traje sus cosas...

—Cierra la maldita boca —muestro postura—. Sal de la maldita oficina y toca la jodida puerta.

Suspira pesadamente y aprieta sus labios, yéndose a la puerta. La cierra de vuelta y da tres toques, abriéndola con educación.

—No te dije que podías pasar.

—Maldita sea, ¿quiere qué me coma esto yo o qué se lo deje en su escritorio? Porque estoy por hacer la primera opción.

—Toca otra vez y entrarás hasta que yo lo diga.

—Maldito hijo de... —susurra, pero la alcanzo a escuchar.

—¿Qué estabas por decir? —me acerco a ella, bajando la mirada, su altura llega a mis hombros— Repítelo, pero esta vez la oración completa.

Traga grueso y retrocede dos pasos.

—No iba a decir nada, señor Villarreal —noto un deje de nerviosismo en su semblante—. Volveré a entrar.

Bajo mi vista a su culo sin poder evitarlo, ella es voluptuosa. Tiene demasiado de arriba y abajo, y joder... ese cabello tan largo que tiene, le cubre toda la espalda.

Sus ojos son bastantes grandes para mí gusto, pero no sé porque le quedan bien. Sus ojos son una mezcla entre miel y marrón, que es un color básico, pero por tener esos ojos de gato, podría ser la excepción.

Vuelve a tocar y abre la puerta.

—¿Puedo pasar, señor?

Asiento y entra tendiéndome la bolsa la cual veo como si fuese un bebé.

—¿Me ves cara de quiero sostenerlo?

Una trampa Tentadora (MUESTRA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora