Capítulo 23: Choques a la realidad.

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Verena

«Tan lejos y tan cerca, como enero y diciembre»

Abro la puerta con mis llaves y siento nostalgia al volver estar aquí. Pero tuve que venir porque ellos me contactaron.

Sí, luego de ocho meses sin ver a los que dicen ser mis padres, ahora estoy aquí porque querían verme con urgencia.

Ellos están sentados en el mismo sofá de siempre y yo me siento en el que está al frente. Nadie sabe que estoy aquí, menos Marlon, si se entera se vuelve loco.

Cruzo mis piernas y dejo mi cartera a un lado.

—Así que... ¿la futura señora Villarreal? —empieza mi padre— Cada día eres más hipócrita.

—Díganme que quieren y finalicemos con esto de una vez.

—Debes saber por qué estás aquí ¿no, hija?

—¿Por qué dejas de dar tantas vueltas y me dices qué pasa?

—Bueno —accede—. ¿Quieres llegar al grano? lleguemos allá entonces.

Le lanzo una mirada a mi madre, ella no dice nada, pero sus ojos reflejan todo el odio que me tiene.

—¿Te dolió el puñetazo que te dio Vincent?

Mi pecho se detiene, fue él.

Él mandó a Vincent a que me pegara.

—¿Acaso me estás acechando?

—¿Y por qué crees qué la recepcionista no te ayudó? Hace tiempo que nosotros vamos mucho más adelante que tú, Verena.

—Vaya, hacerle daño a su propia hija...

—No eres nuestra hija —por primera vez habla mi madre—. Eres sólo una escoria, un maldito error, y por eso te estamos haciendo sufrir, por no ayudarnos.

—Basta, Rose. Tampoco la insultes.

«Tampoco la insultes» Maldito cínico. Lo dice él, que  mandó a alguien a que me pegara.

—Son unos desgraciados.

—¿Ah sí? —miro a mi padre— Cuéntanos, ¿siempre fuiste una fan de la familia Villarreal? En vez de hacer que ellos cayeran en la ruina, vas y te casas con Marlon.

—Lo siento por incumplir mis promesas, pero el amor no manda, y yo me enamoré de él.

—Eso no dirás cuando se entere de tus mentiras.

Me remuevo incómoda en el asiento. Estar aquí ya no me está agradando, le tengo miedo a mis propios padres.

Saca un USB de su bolsillo y me lo desliza entre la mesa que nos interpone.

Mierda, y mil veces mierda.

—¿No te recuerda a algo ese USB?

—No —respondo, nerviosa.

—Ya te dije que sabemos toda la verdad, mejor no nos mientas si no quieres más problemas.

Una trampa Tentadora (MUESTRA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora