Capítulo 8: Tormento.

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Verena

«Tengo tantas ganas de quitarte las tuyas»

Me doy unos últimos toques y salgo del baño, Marlon me dijo que me esperará abajo, y eso fue hace diez minutos.

Sonrío maliciosamente cuando veo su camioneta y me siento en el copiloto con mucha seguridad. Su mirada pesada llega hasta mi nuca, pero no dice nada; se coloca el cinturón y procedo a hacer lo mismo para irnos al dichoso evento.

—¿No podías ponerte otra jodida cosa? —río en mis adentros cuando finalmente habla.

Me volteo hacia él y detallo su traje negro. Prácticamente vamos combinados, y es algo que me gusta mucho.

—¿No le gusta, señor? —me incorporo un poco y su mirada baja un segundo a mi escote. Bueno, aunque este vestuario no requiere de sostén— Es que no sabía que más ponerme.

—Tengo ganas de...

—¿De qué? —lo reto— ¿Arrancarme el vestido y follarme aquí mismo? —me lanza una ojeada— Claro, ya lo sabía.

—Deja de tener el ego por los cielos, no todo trata de ti, quisquillosa.

Al pasar de unos dos minutos decido volver a hablarle.

—Sí, claro —río—. ¿No te importaría si me cruzo con otro hombre en la fiesta? Digo, es que quiero divertirme un poco...

Mi corazón se detiene luego del fuerte frenazo que dio. Apaga el auto y se quita el cinturón, no me permite hablar cuando junta sus labios con los míos de forma muy carnal.

Me quito el cinturón y me paso a su lado, sentándome a horcajadas sobre él. Agarra las tiras del vestido que me sostienen los pechos y los abre, teniendo para él una deliciosa vista.

—Tranquila, fiera —pasa sus yemas por el valle de mis senos—. No voy a follarte.

—Te equivocas si crees que me dejarás con las ganas.

—Y así será cuando yo quiera, bella —palmea uno de mis senos y doy un respingo, me encantó tal acto—. ¿Ves cómo eres tan sumisa conmigo? No tendremos sexo hasta que yo quiera, ¿entendido?

Abre la puerta de la camioneta y me aparta para bajar, ya estamos en el lugar y ni me había dado cuenta. Fue rápido.

Cierra de un portazo y se va caminando, dejándome sola.

—¡Maldito estúpido! —golpeo el volante.

Arreglo mi vestido lo más rápido posible y alcanzo mi bolso para llegar a él, al menos no caminó tan lejos y se detuvo cuando escuchó el resonar de mis tacones.

—Ojalá se pudra.

—Si me pudro, sé que tú te pudrirás conmigo.

Me quita el bolso y se lo da a la chica que está en la entrada sin decir nada. Me toma de la mano y me hala, lleva su mano descarada a mi culo y lo aprieta cuando varios hombres nos miran. Bueno, me miran a mí.

—Está ocupada, imbéciles —masculla y me lleva hacia el salón.

—¿Qué fue eso?

Una trampa Tentadora (MUESTRA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora