Capítulo 16: Inquebrantables.

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Verena

«Y de tanto hacerla reír, terminó enamorándola»

Salí corriendo de la empresa a su casa cuando me enteré de que despertó, he trabajado y manejado la empresa durante las tres semanas que Marlon estuvo en coma.

Sólo lo he visitado por las noches, pero no hubo ni un día en el que no fui a verlo.

Sobre las pruebas que tengo, parece que la denigración es lo único que ha hecho Nolan, porque no he encontrado más.

Él se enteró sobre lo de su hijo e igual me dejó que manejara la bolsa, que por suerte, ha incrementado por mis habilidades. Hasta él está sorprendido, yo debería de hundirlos, pero siento que, por ahora, no es el momento para hacerlo.

Además, Marlon está muy mal, no quiero que se lleve una mala sorpresa.

Toco la puerta varias veces y se abre, cruzándome con un sonriente Luca.

—¿Por qué no me llamaste al mismo momento en el que despertó? —entro y me giro hacia él.

—Estaba de un horrible humor. No quiere ver a nadie, pero te llamé para ver si hace una excepción contigo.

Una punzada de miedo me corroe.

—Creo que sería la última persona a la que él querría ver.

—Verena, él te necesita, esta será una etapa muy difícil en su vida y necesita apoyo. Especialmente de ti.

Inhalo y exhalo. Aprieto mi cartera con nerviosismo y subo las escaleras a su habitación.

Toco tres veces, pero nadie responde. Decido abrir la puerta y se escucha el sonido de la misma cuando la cierro.

—Lárguense, no quiero ver a nadie.

Marlon está de espaldas y arropado, no se da cuenta de que soy yo, así que carraspeo antes de dirigirle la palabra.

—¿Ni siquiera a mí?

Se voltea inmediatamente y se cruza con mi mirada triste. Por su movimiento, una fuerte punzada de dolor llegó a su cabeza y me aproximo a él para ver qué le pasa.

—¿Estás bien?

—Sí, no te necesito. No quiero que me veas así.

—¿Así cómo? —me siento en la cama para encararlo.

—No te hagas, no soy el mismo, ni física ni mentalmente.

—Vas a recuperarte —trato de sostener su mano, pero él la aparta—. Recibirás ayuda.

—¿Para qué? —ríe, tristemente— Voy a volver
a recaer, esa es mi naturaleza, ser un maldito drogadicto.

—No, no eres eso. Tú... vas a estar bien, ¿sí? Yo estaré aquí.

Enarca una ceja.

—¿Ahora sí te importa lo que me pase? Lo que menos necesito es tu cobardía, Verena. Demasiado tengo en mis hombros como para tener otra carga innecesaria, la cual eres tú.

Una trampa Tentadora (MUESTRA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora