Capítulo 28: Reencuentros y enfrentamientos.

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Verena

«Y quizás nos volveremos a encontrar y las cosas serán diferentes. Habremos madurado y ahí, en ese entonces, exista un nosotros»

—Lárgate —es lo primero que digo luego de las palabras que me dijo.

—No me iré a ningún lado, Verena —sonríe, con un deje de picardía—. No estás nada mal.

Suspiro, también lo analizo. Está más alto y un poco más bronceado, sus ojos grises brillan como nunca y su presencia intimida más.

—Tú te ves igual de idiota —mascullo.

—¿Ahora resulta que estás enojada cuándo el indignado soy yo?

Me encojo de hombros y muestro indiferencia.

—Tú me dijiste que no querías casarte conmigo, cumplí con tu deseo, ¿no?

—Pf, y justo antes de que el carro se estrellara con un árbol. Sabes que no lo dije en serio.

—Sonó muy en serio.

—¿Y por eso te fuiste cuatro malditos años? ¿Dejándome solo cuándo te necesitaba?

—Tenía que irme, necesitaba hacerlo. Si me quedaba, igualmente iba a terminar contigo.

Él chasquea su lengua y se detiene detrás de mí, ambos nos mirándonos en el espejo.

—Sigues siendo la misma cobarde.

—Y tú el mismo estúpido que busca humillar a todo el mundo que se le cruce.

Mira mi cabello por un momento, hace el ademán de tocarlo, pero se retracta.

—¿Puedes quitarte esa jodida peluca? Quiero ver a la Verena de pelo castaño.

—Yo no haré lo que se te venga en gana ¿y cómo sabes qué es una peluca?

—Porque conozco bien a mi ex secretaria y socia.

Me volteo hacia él para encararlo.

—¿Solo eso?

—¿Qué más quieres qué te diga?

—No sé, ¿pero algo no sería qué me digas que te vas a casar? ¿Y qué deberías de estar con tu prometida en vez de estar seduciéndome?

Suelta una carcajada y palmea mi hombro.

—Verena, por Dios. No te confundas, yo no vine a recuperarte.

—¿Y a qué viniste?

—Solo quería verte, han pasado cuatro años y apareces de la nada. Pero ni creas que pensaré en recuperarte, en mi vida no puedo tener mujeres cobardes que se ocultan en las faldas de su mami.

Sostengo su mentón con fiereza.

—Yo no soy la misma mujer de antes ¿me entiendes? —lo suelto, bruscamente— A mí nadie me humilla y nadie me domina.

Una trampa Tentadora (MUESTRA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora