Capítulo 3: Compasión.

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Verena

«El que sabe provocar, no necesita pedir»

La falda de tubo me queda apretada. Compré la talla que no era; la blusa de mangas largas blanca es igual de ajustada, tengo demasiadas caderas, tuve que comprar una talla menos.

Termino de rizarme el cabello y darle un último toque a mi brillo de labios. Me veo preciosa.

Mi taxi casi está por llegar. Así como nos quitaron la casa y las cuentas bancarias, pues claro, nos quitaron los autos.

Me cruzo con mis padres desayunando en la sala, ambos me ven y mi madre es la primera en levantarse.

—¿Sabes lo qué harás? La cita con Marlon Villarreal es en media hora. No lo arruines, Verena.

—No soy pendeja, ya sé qué haré —entro mis cosas en la cartera.

—Te lo advierto —habla mi padre ahora, como joden—. No te aceptan en la empresa y te puedes ir largando de esta casa...

—¿¡Disculpa?! —me altero— ¡Esta es mi casa! ¡Y si no me aceptan pues se largan ustedes de aquí!

Rose alza su mano para pegarme, pero soy más rápida y la logro detener, echándola hacia atrás.

—Agradezcan que al menos estoy haciendo esto por ustedes, si fuese por mí, sigo con mi vida adelante.

Recibo la notificación de que llegó mi taxi y me calmo. Agarro las llaves y cierro de un portazo sin despedirme, no puedo creer que de verdad me echen de mi propio departamento.

—Lléveme a la empresa de los Villarreal —digo, mientras entro al auto.

Él me mira por el retrovisor con un deje de incomodidad y miedo, y ya sé el porqué.

—¿Qué tanto me ves? —chasqueo mis dedos y se concentra en manejar— ¡Haz tu trabajo!

¿Quién no sabe lo qué hizo mi padre? Esa noticia hasta los peces lo saben.

Saco mi currículum y lo reviso por décima vez, tiene que estar todo a la perfección. Mis competencias, experiencia, educación... nada puede salir mal.

Se me hace raro que ellos me hayan aceptado, más sabiendo quién soy y de dónde vengo. Tengo que andarme con mucho cuidado, porque puede ser que estén tramando algo; pero no se saldrán con la suya.

Le pago al taxista cuando llega a mi destino y me apresuro hacia la recepcionista, estoy tarde, como siempre.

—Buenos días —me saluda, no muy agradable, tampoco me impresiona.

—Hola, vengo por lo del trabajo, ¿a dónde debo ir?

Ella ríe por lo bajo y toma mi currículum para fingir que lo está revisando. Agarra su teléfono y habla después de unos segundos.

—Señor, aquí está la señorita Verena Ellison, ¿la dejo pasar?

Escucha una breve respuesta y asiente.

—Mhm —cuelga—, suba al sexto piso, ahí está la oficina del señor Villarreal.

—¿Por qué tuviste qué avisar qué estaba aquí? —la tuteo porque se ve menos de la edad que tengo— ¿Piensan que lanzaré misiles?

Una trampa Tentadora (MUESTRA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora