Extra: Dos grillos.

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¡Holaa! Aquí veremos cómo Verena maneja su embarazo y tienen a sus bebés, ojalá les guste <3.

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Marlon

—¡Yo te vi, no me mientas!

Suspiro, exasperado.

—Verena, ¿puedes calmarte?

—¡No me calmo! —lloriquea y refunfuña a la misma vez— ¡Yo vi cómo me engañabas frente a mis ojos! ¿Cómo fuiste tan descarado?

—Bella, sólo le di un dólar para el taxi a esa señora —repito, por décima vez—. El embarazo te está dejando un poco ciega.

—¿Pues cómo no? ¡Mírame! —se señala— ¡Pueden jugar en la playa y usarme como una pelota!

Cuando estoy por reír, me lanza una mirada gélida y me detengo a medias.

—No digas eso, estás impecable.

—Ajá, lo dices porque eres mi esposo. Estoy a punto de desplomarme si sigo con esta enorme panzota.

Los meses han sido lindos al principio, pero luego de los cuatro meses, la mujer esta se ha vuelto una desquiciada con sus graves cambios de humor y apetito.

Tener una esposa embarazada es muy complicado, más si son dos bebés y complementando que Verena sin estarlo siempre ha tenido una actitud insoportable, pero así la quiero.

—Ya sabes que la doctora te dijo que no puedes tener ese arranque de enojo, puedes hacerle daño a nuestros hijos, principalmente a ti.

Intenta cruzarse de brazos, pero refunfuña al darse cuenta de que ni siquiera puede juntarlos.

—No creas que odio a mis bebés, pero ya estoy loca con que salgan de aquí. Más teniendo un niño y una niña, habrá una pelea aquí adentro —señala su panza de embarazada.

Carcajeo. Me agacho y acaricio su vientre en círculos, dejando varios besos en él.

—Ya queda poco para que nazcan, no te abrumes más.

—Tendré que hacer mucho ejercicio para mantener mi antigua figura —resopla—. Voy a contratar un entrenador personal.

—¿Disculpa? —enarco una ceja y me levanto de inmediato— ¿Para qué necesitas un entrenador si me tienes a mí? Conozco muchas técnicas en las que te dejaré sudando, quedarás exhausta.

Muerde su labio inferior con una pequeñita sonrisa.

—Quiero hacer ejercicio de verdad, aunque tu idea no me desagrada.

—Y quisiera practicarlo ahora, pero lastimosamente no podemos.

—Sí podemos, pero tu problema es que no te puedes controlar —se sienta en el sofá y la acompaño, de seguro se cansó de estar parada.

—Se me hace difícil, teniendo a una mujer como tú... a cualquiera se le van los estribos.

Noto como hace una mueca pensativa, ay no. Está a punto de pedir algo, estoy seguro.

Una trampa Tentadora (MUESTRA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora