Capítulo 29: Ojos marrones.

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Marlon

«¿Te estás conteniendo o realmente no te importa?»

Recibo a Verena en mi oficina y le brindo mi más cálida sonrisa, ella aún sigue sin brindarme aunque sea un rictus, pero no me daré por vencido.

—¿Ya no tiene secretaria, señor Villarreal? —se sienta en la silla que está frente a mí.

—No, yo mismo voy por mi café y mi croissant, señorita Ellison.

Enarca una ceja, expectante.

—No me lo creo, ¿de ti? ¿En serio?

—Pues créetelo, creo que pude cambiar para bien, Verena —apoyo mis codos en el escritorio—. Si fuese el Marlon de antes, ya te hubiese tratado e insultado horrible. Al contrario, estoy esperando que me expliques el porqué me abandonaste.

—¿Marlon, eres tú? Porque no te reconozco.

—Digo lo mismo, yo no te reconozco. Te noto intranquila, como si hubiese algo que te carcomiera por dentro.

Analizo y miro fijamente el miel de sus ojos, ya no son los mismos. Se notan apagados.

—Tú y yo no somos nada —como si ya no supiese eso—. Por lo tanto, de la única persona por la que te tienes que preocupar es por tu...

—Deja de repetir el mismo trabalenguas. Estamos hablando de ti, no de ella; te advierto que pares de cambiar el jodido tema y me digas que te sucedió todo este tiempo. Y lo más importante, por qué te fuiste.

Aprieta sus labios y juega con sus dedos, nunca la había visto tan nerviosa en su vida.

—¿Y qué ha pasado contigo? —cambia el tema.

Resoplo y mejor decido contestarle. Ella sabe que no tengo paciencia, pero estoy haciendo mi esfuerzo para que no se asuste y vuelva a huir.

—Te odiaba internamente por haberte ido, yo te necesitaba más que a nadie, sentía que sin ti podía vivir —ella está cabizbaja, pero sé que presta atención a lo que le digo—. Tomé terapia psicológica por dos años y ahí conocí a Laila, ella sí estuvo ahí y no huyó como tú.

Parpadea varias veces, pero sigue cabizbaja.

—Ahí ya había cambiado, ya cuando nos hicimos novios, supe que ya eras parte de mi pasado y que tenía que seguir adelante. Ya sé que lo nuestro no irá a ningún lado, pero al menos me gustaría que las cosas queden en claro antes de que te vayas a ¿Grecia? ¿Allá fue donde te escapaste...?

Me detengo cuando escucho un sollozo que salió de ella involuntariamente y veo una lágrima caer.

—¿Por qué estás llorando?

Su labio está temblando y sigue jugando con sus dedos, pero ella me logra encarar luego de varios minutos.

—Lo siento —susurra—. Siento haberte abandonado, Marlon. En vez de pedirte disculpas, me he comportado como sí yo fuese a la que abandonaron y dejaron sin dar ningún tipo de explicación.

Ella esnifa su nariz y quita sus lágrimas con el dorso de su mano, yo solo sigo en silencio esperando a que diga lo que realmente quiero escuchar.

Una trampa Tentadora (MUESTRA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora