Capítulo 19: Desconfianza.

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Verena

«Yo en tu caos, veo magia»

Cierro mis ojos cuando me inyectan la depo-provera. Es la inyección que me recomendó mi ginecóloga, la cual se realiza cada tres meses para prevenir el embarazo.

Según dice el internet, seis de cada cien mujeres quedan embarazadas, pero en estos seis años que llevo utilizándola, todo ha ido bien.

Yo he tenido una vida sexual activa, pero de forma responsable, me cuido y siempre visito a mi ginecóloga para que se encargue de que todo vaya bien.

—Eres una chica muy responsable, Verena. Te has manejado muy bien estos meses.

—Gracias, me ha costado cuidarme. Mi novio estaba en una mala etapa de su vida y estuve más para él que para mí.

—Sí, ya sé que tu pareja se estaba desintoxicando
—obvio, lo dijeron en las noticias—. Igual tu cuerpo no se ha alterado, puedes vivir tu vida sexual como quieras.

Me levanto de la cama y tomo mi abrigo, hace demasiado frío afuera, por suerte no está nevando.

—¿Usted cree que si dejo la inyección podría embarazarme?

—¿Por qué la pregunta? —frunce el ceño— Nunca has querido tener hijos.

—Lo sé, ¿pero cuándo quiera? ¿Eso no afectaría que llegara a ser estéril o algo por el estilo?

—Para nada, Verena. Puedes embarazarte siempre y cuando dejes la inyección, pero tendrás que esperar unos tres meses más.

No sé de dónde me surgió la idea de hacer esa pregunta. Yo nunca he pensado en tener hijos, y bueno, Marlon no quiere tampoco, ¿pero en el momento en el qué quiera y no pueda por mis inyecciones?

Sacudo mi cabeza y salgo de mis cavilaciones, Marlon ni siquiera tiene ideas de proponerme matrimonio. Aunque debo admitir que cuando el entrevistador nos lo preguntó, me descoloqué un poco.

Escucho lo que la ginecóloga me tiene por decir y me da varios consejos para disfrutar mi vida sexual, tiene la mente muy abierta y eso me gusta.

El frío me golpea cuando salgo y contesto el celular, tengo dos llamadas perdidas de Marlon.

—Hasta que al fin contestas —se escucha enojado—. ¿Dónde andas, Verena? Me tenías sumamente preocupado.

—Lo siento, estaba con la ginecóloga para mi inyección anticonceptiva, pero ya tomaré un taxi para ir a la casa...

—¿Qué? te equivocas, no quiero que andes en taxi, y más cuando todo está oscuro a estas horas de la tarde.

—No es necesario.

—Iré por ti, mándame tu dirección.

Me cuelga de una vez y tiemblo por el frío, le mandé la ubicación a Marlon, llegó en cinco minutos justos y corro para entrar al auto. Sentía que me iba a congelar.

—¿Y querías pedir un taxi? —toma un abrigo de lana que está en el asiento trasero y me lo da— De veras que eres tan terca.

Una trampa Tentadora (MUESTRA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora